sábado, 15 de septiembre de 2012

PERFIL PSICOLÓGICO DEL HOMBRE LIGHT


(continuación de La Cultura Light)

<<El hombre light es un producto que abunda especialmente en los niveles socioeconómicos altos de Occidente. También puede aflorar en estratos medios y medio-bajos, como influjo resonante de las capas superiores […] Al tener el hombre de la sociedad de bienestar todas las apetencias materiales cubiertas, además de una serie de libertades claramente dibujadas, puede suceder que si no abre otras vías más ricas en el campo cultural o espiritual se deslizará por una rampa que termina en frivolidad. En el hombre esencialmente frívolo no hay debate ideológico ni inquietudes culturales. ¿Cuales son sus principales motivaciones? Todas aquellas correspondientes al hedonismo materialista permisivo>>.[1]


<<Se trata de un hombre relativamente bien informado, pero con escasa educación humana, muy entregado al pragmatismo por una parte, y a bastantes tópicos, por otra. Todo le interesa, pero a nivel superficial; no es capaz de hacer la síntesis de aquello que percibe, y, en consecuencia, se ha ido convirtiendo en un sujeto trivial, ligero frívolo, que lo acepta todo, pero que carece de unos criterios sólidos en su conducta. Todo se torna en él etéreo, leve, volátil, banal, permisivo. Ha visto tantos cambios, tan rápidos y en un tiempo tan corto, que empieza a no saber a que atenerse o, lo que es lo mismo, hace suyas las afirmaciones como <<Todo vale>>, <<Qué más da>> o <<Las cosas han cambiado>>. Y así, nos encontramos con un buen profesional en su tema, que conoce bien la tarea que tiene entre manos, pero que fuera de ese contexto va a la deriva, sin ideas claras, atrapado –como está- en un mundo lleno de información, que le distrae, pero que poco a poco le convierte en un hombre superficial, indiferente, permisivo, en el que anida un gran vacío moral>>.[2]

En él se dan pensamiento débil, convicciones sin firmeza, asepsia en sus compromisos, indiferencia, su ideología es el pragmatismo, su norma de conducta, la vigencia social, lo que se lleva, lo que está de moda, su ética se fundamenta en la estadística, que sustituye a su conciencia; su moral está repleta de neutralidad, falta de compromiso y subjetividad, queda relegada a la intimidad.

El hombre light es frío, no cree en casi nada, sus opiniones cambian rápidamente y ha desertado de los valores trascendentes. Se convierte en un absoluto para sí mismo y de este modo, se absuelve de cualquier reproche moral.

Si bien está encaminado al éxito, para cuya consecución <<todo es válido>>; finalmente como todos los productos de su tiempo, será desechado una vez que pierda su utilidad o se vuelva obsoleto, es ya un ser rebajado a la categoría de objeto; eso sí repleto de consumo y bienestar.

Hace poco tiempo se me hizo la pregunta de porque en la actualidad no hay caudillos, como en el siglo XIX. Aquí está la respuesta: el hombre light nunca arriesgaría su seguridad, menos su vida por un ideal o por defender la verdad; pero eso mismo lo lleva a un vacío moral, que pese a todos los satisfactores de que dispone, le crean infelicidad.

El hombre light no es antirreligioso, pero si busca una religión que se adapte a él, por eso el auge de las filosofías orientales y de sectas como la dianética, o aquellas cristianas que ofrecen el éxito económico y una moral flexible –light-. Las que mantienen sus principios incólumes como la católica o la ortodoxa, cada día pierden más adeptos. Ante ello, partiendo de un diagnóstico equivocado, se da una corriente que busca <<aligerar>> el dogma y la moral, creyendo que con eso podrá posicionarse ante una feligresía light.



COMO ENFRENTAR ESTA ALIENACIÓN



El ocaso de los valores supremos es uno de los dramas del hombre actual. <<Vivimos en una sociedad triste, sin ilusión, distraída por cuestiones insustanciales en la que son necesarias mucha fuerza, tesón e ideas claras para salir de ahí. Pero no es fácil. La cotidianidad invita a seguir en ese carrousel. Hay que proyectar y ensayar un nuevo esquema para escapar de estas redes que hacen mucho ruido, pero que no satisfacen el corazón humano. El hombre light no es feliz: tiene una cierta dosis de bienestar, pero no puede saborear lo que es la felicidad, aunque sólo sea de forma esporádica; tiene placeres, pero sin la verdadera alegría, ya que está centrado en sí mismo, en una egolatría sutil en la que se encuentra atrapado>>.[3]

El límite del relativismo tiene que venir impuesto por algo absoluto, objetivo y punto de encuentro de la condición humana. Lo absoluto no puede ser objeto de una opción ni someterse a un estudio estadístico en el que se alcanza la verdad por aprobación mayoritaria. Hay que buscar la verdad universal, aquella que está por encima de nuestras ideas o preferencias particulares. Si no es así, caeremos en una verdad a la carta que uno encarga según sus gustos u opiniones. Lo absoluto gira y se compone de valores milenarios e invariables, como esas estrellas fijas que iluminan nuestro caminar nocturno.

Frente a la frivolidad estandarizada y al hombre prefabricado lo mejor es tener metas concretas: nobles, humanas, realistas y ambiciosas, y estar dispuesto a sufrir y a luchar por conseguirlas.

Debemos conceptuar nuestra vida como un proyecto en desarrollo, que si bien no iniciamos nosotros, si está ahora bajo nuestra responsabilidad para hacerlo trascendente. Para programar la vida hacen falta dos componentes: ilusión y entusiasmo. El fracaso se debe vivir como un elemento necesario para la maduración de la personalidad.

El proceso de desintoxicación cultural lleva al establecimiento de relaciones profundas con el otro u otros, y de compromisos permanentes tanto a nivel personal como social.

Para superar la permisividad se debe reencontrar el valor de los códigos de conducta en la humanización y dignificación del hombre.

En resumen, tenemos que hacer una introspección [4], analizando hasta donde esta cultura light ha permeado en nuestra mentalidad y en nuestro sistema de valores para iniciar un proceso de desmasificación y desintoxicación, que nos lleve a aspirar a la verdadera cultura y a buscar la trascendencia a través de una vida coherente con unos valores absolutos y unos principios morales como guía.








BIBLIOGRAFÍA

Enrique Rojas Montes, El hombre light, Editorial Planeta Mexicana, S. A., México

Ricardo Yepes Storck, Fundamentos de antropología, Ediciones Universidad de Navarra, S.A., Pamplona, España

[1] Enrique Rojas Montes, El hombre light, Editorial Planeta Mexicana, S. A., 2007, págs. 53, 54 
[2] Ibidem, págs.13, 14
[3] Ibidem, pág. 101
[4] Observación interior de los propios actos o estados de ánimo



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