jueves, 13 de marzo de 2014

BENEDICTO XVI, EL PAPA DE LA EXPIACIÓN




Inicio del viacrucis


El viernes 25 de marzo, tocó al cardenal Joseph Ratzinger rezar el viacrucis en el Coliseo romano, de esa semana santa de 2005, debido a la incapacidad física del Papa Juan Pablo II, y en forma sorpresiva expresó el mea culpa de la Iglesia Católica en la Novena Estación: <<Pero, ¿no deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo en su propia Iglesia? […] ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y también entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! […]>> y a continuación la oración esperanzada: <<Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace agua por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero los ensuciamos nosotros mismos. Nosotros somos quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia: también en ella Adán, el hombre, cae una y otra vez. Al caer, te arrastramos a tierra, y Satanás se alegra, porque espera que ya nunca podremos levantarnos; espera que tú, arrastrado en la caída de tu Iglesia, quedes abatido para siempre. Pero tú te levantarás. Tú te has reincorporado, has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos. >>

Días después, el domingo 2 de abril, fallecía Juan Pablo II. Tras las exequias vino el Cónclave y fue Joseph Ratzinger el elegido como nuevo Papa, el 19 de abril. 

Las investigaciones emprendidas años atrás por el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe habían llegado a conclusiones, y empezaron a caer las cabezas de los pederastas encumbrados. La primera fue la de Luigi (Gino) Burresi, de la Congregación de los Siervos del Corazón Inmaculado, el 27 de mayo de 2005. El caso de Maciel, fue de una extremada dificultad ya que La legión de Cristo, con cifras a 2011, contaba con 4 obispos, 932 sacerdotes y 1993 seminaristas. Además existía un movimiento seglar el Regnum Christi con 68 mil miembros en 37 países. Su líder a pesar de sus desajustes sicológicos, era un líder carismático que había instaurado una férrea disciplina y que muchos consideraban un hombre santo. Aplicar medidas correctivas implicaba tener en cuenta a estos miles de seguidores y su fe. Por esta razón la Santa Sede inició sus sanciones con la presión para que renunciara (2005). Posteriormente, en 2006 se hizo pública “la invitación” de que se recluyera a una vida de oración y penitencia renunciando a todo ministerio público. En 2010, Benedicto XVI nombró a Velasio de Paolis como “interventor” de la Legión y de Regnum Christi. A pesar de la mano suave aplicada por el Vaticano, de 2006 a mayo de 2013 hubo un éxodo del 20 por ciento entre los legionarios.

Los números de la depuración


Un documento dado a conocer por la Associated Press el pasado viernes 17 de enero de 2014, reveló que el papa Benedicto XVI destituyó a 384 sacerdotes en el lapso de dos años por abusar sexualmente de niños. Estas estadísticas correspondientes a 2011-12 son las primeras cifras divulgadas por el Vaticano de sacerdotes destituidos. Una revisión de la AP a los reportes muestra una evolución notable en los procesos internos de la Santa Sede para emprender acciones disciplinarias contra los pedófilos desde 2001, cuando el Vaticano ordenó a los obispos que enviaran a Roma los casos de todos los sacerdotes, cuya acusación parecía verosímil, para su revisión.

El entonces cardenal Joseph Ratzinger emprendió acciones tras determinar que los obispos del mundo no estaban siguiendo la ley de la Iglesia para enjuiciar a los clérigos acusados en los tribunales católicos. Los obispos solían simplemente cambiar a los sacerdotes problemáticos de una congregación a otra en vez de someterlos a juicios canónicos o entregarlos a la policía. Así que Ratzinger impulsó reformas para poder emprender procesos administrativos contra el sacerdote acusado, o juicios orales. 

Una vez que Ratzinger se convirtió en el papa Benedicto XVI, el Vaticano cambió el tono, incluyendo un pedido de disculpas a las víctimas. El 2010 vio un aumento de miles de casos reportados en los medios de comunicación. Unos 527 casos fueron reportados a la Congregación. No se revelaron cifras de sacerdotes cesados.

Para 2011 con las nuevas leyes en vigor el número de sacerdotes destituidos aumentó bastante: 260 fueron cesados en un año y 404 nuevos casos de abuso contra menores fueron reportados. Otros 419 sacerdotes fueron sancionados por crímenes relacionados con abusos.

En 2012, último año del que se tienen cifras, hubo 124 destituciones y se reportaron 418 nuevos casos.


Pasión y penitencia


En su visita a Fátima en mayo de 2010, a la pregunta de si el texto del tercer secreto de Fátima se podía extender, más allá del atentado a Juan Pablo II, también al sufrimiento de los Papas, Benedicto XVI respondió: <<…diría también aquí que, además de la gran visión del sufrimiento del Papa, que podemos referir al Papa Juan Pablo II en primera instancia, se indican realidades del futuro de la Iglesia, que se desarrollan y se muestran paulatinamente. Por eso, es verdad que además del momento indicado en la visión, se habla, se ve la necesidad de una pasión de la Iglesia, que naturalmente se refleja en la persona del Papa, pero el Papa está por la Iglesia y, por tanto, son sufrimientos de la Iglesia los que se anuncian. El Señor nos ha dicho que la Iglesia tendría que sufrir siempre, de diversos modos, hasta el fin del mundo.

Como veis, el Papa necesita abrirse cada vez más al misterio de la Cruz, abrazándola como única esperanza y última vía para ganar y reunir en el Crucificado a todos sus hermanos y hermanas en humanidad>>

La solución humana ante los abusos sexuales -en la familia, en la escuela, en las Iglesias- ha sido siempre la misma: el silencio, tanto para proteger a las víctimas del descrédito y la humillación, como para evitar el chismorreo y el morbo. Son los “secretos de familia” tan celosamente guardados. Precisamente por esta razón llama la atención la solución que propuso el enfermo pontífice Juan Pablo II, es decir, sacar a la luz pública, estos vergonzosos acontecimientos, con el consecuente descrédito y la campaña de ataques y denostación que seguiría

¿Cuál pudo ser la razón de este proceder? La Revelación cristiana nos dice que Satanás, es un espíritu puro, aunque finalmente es una creatura. No es perceptible por los sentidos, por lo que las representaciones de él con cuernos y patas de cabra, son más mitológicas que cristianas, y no pueden sino llamar a risa. No tiene poder alguno sobre nuestra voluntad e inteligencia, aunque si sobre nuestra imaginación, -por eso el pecado nos parece tan atractivo, aunque finalmente, el resultado nunca es “tan sabroso” como lo imaginábamos-. 

Satanás ha sido llamado “el príncipe de las tinieblas”, entre otras cosas porque el pecado usualmente se comete en forma oculta, con engaños, mentiras, por eso la forma de neutralizarlo y expiarlo sería sacándolo a la luz... no obstante, el costo de esto sería elevadísimo. Así lo habría ponderado Juan Pablo II, pero el Espíritu Santo, le habría revelado que no habría otro camino, aunque como consecuencia de ello, el Papa y la Iglesia serían sometidos a una nueva persecución, inspirada por la ira del demonio, al no permitirle trabajar como a él le gusta, es decir, “en lo oscurito”.

La muerte libró a Juan Pablo II de la persecución que se levantó sobre la Iglesia y la figura de Benedicto XVI; así lo confirmó uno de los más renombrados exorcistas del mundo Gabriele Amorth al expresarse sobre los ataques al pontífice, en marzo de 2010 <<No existe duda alguna de que han sido sugeridos por el Demonio, ya que tratándose de un Papa maravilloso, digno sucesor de Juan Pablo II, intenta tomarla con él>>.

De esta forma Benedicto XVI, se vistió con el sayal de la pederastia, tomo su cruz y la cargó con ánimo, como lo había hecho en el viacrucis de 2005. Humanamente, el ser el foco de continuos y renovados ataques lo desgastó física y mentalmente, lo “quemó” en su breve, pero enérgico pontificado y probablemente lo dejó agotado y sin fuerzas para seguir adelante, al frente de una Iglesia -que entendía- “no era suya, sino de Cristo”.

Sanar heridas


Pero la acción de Benedicto XVI, no se encaminó únicamente a descubrir y castigar a los culpables, también estaba enfocada a las víctimas en tres líneas:
  •  Curar heridas
  •  Reparar el daño causado
  •  Emprender una renovación espiritual
En su pontificado se realizaron múltiples reuniones con las víctimas de los pederastas y en sus visitas a otros países, no podía faltar esta la reunión.


Este proceder que efectivamente tenía un efecto sanador en las víctimas, solo servía para que ciertos medios, atizarán más el fuego contra el Papa y la Iglesia Católica. Vi algunas entrevistas a las víctimas y constaté lo que les producía, el hecho de el jefe de su Iglesia, escuchará a uno por uno y les pidiera perdón. 


La renuncia


El lunes 11 de febrero de 2013 [1], cumpliendo con lo estipulado por el Derecho Canónico para una renuncia papal: -en forma pública, ante un consistorio cardenalicio y en presencia del decano-, manifestó el Pontífice: <<Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia.



Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando…>>

La noticia causó una gran conmoción. Habían pasado 598 años desde que Gregorio XII renunció a su puesto en el año 1415.

Suceso inimaginable después de ver el suplicio de Juan Pablo II, agobiado por el mal de Parkinson- En su último viaje a México en agosto de 2002, lo pudimos notar en su inmovilidad y falta de mímica facial, en la poca claridad de sus palabras y el escurrimiento incontrolable de la saliva,. Presenciamos pocos días antes de su muerte, su incapacidad para comunicarse con sus ovejas, en el Ángelus dominical; con la garganta destrozada por la traqueotomía practicada, inútil y dolorosa fue la extracción de las sondas que le habían sido implantadas en su última visita a la Policlínica Gemelli. Pese al martirio terminal de su enfermedad, Juan Pablo II, había expresado que “si Jesucristo no se había bajado de la cruz, como iba él a renunciar a la suya”.

¿Qué tanto caló en su ánimo el estar tan cercano al heroico, Juan Pablo II, dispuesto a estar junto a su grey hasta el último de sus suspiros?


“Por mi edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”


En 1991 sufrió un ictus o hemorragia cerebral que lo tuvo hospitalizado 10 días en la clínica Pío XI de Roma, dónde le fue implantado un marcapasos hace años, que según un diario italiano, le fue sustituido discretamente hacía 3 meses, padece hipertensión arterial, sufrió desmayos en 2009 y 2011 en México. Tiene 50% de artrosis en la cadera derecha, por lo que camina con bastón, apenas ve con el ojo derecho. Sujeto a una rigurosa dieta hace años, no puede viajar a lugares con una altitud mayor a 2000 metros. En los últimos meses, siempre por motivos de salud, había disminuido sus compromisos públicos, sus viajes y las audiencias.

Su biógrafo Vittorio Messori periodista de La Stampa, que había iniciado una amistad como resultado del libro-entrevista «Informe sobre la fe», de 1985, al entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, nos comenta: <<El Papa se siente enfermo porque es muy anciano, así que yo creo que él ha elegido precisamente ese día para reconocerse como enfermo entre los enfermos. Y también para hacer un homenaje y una especie de invocación a la Virgen: no solamente a la Virgen de Lourdes, sino a la Virgen en cuanto tal. >>.

Ante la opinión de que Benedicto XVI, se ha rendido Messori contesta: << Existen aparentes rendiciones que en realidad son un signo de fuerza, de humildad. La libertad católica es mucho más grande de cuanto se piensa. Existen temperamentos diversos, historias diversas, carismas diversos, y todos ellos se han de respetar porque forman parte de la sacrosanta libertad del creyente. En Juan Pablo II prevalecía el lado místico, era un místico oriental. Mientras en Ratzinger prevalece la racionalidad del occidental, del hombre moderno. Por ello, se dan dos posibles elecciones: la mística, la del Papa Wojtyla, que persevera y resiste hasta el final; o la elección de la razón, como Ratzinger: reconocer que no se tienen ya las energías físicas y que la Iglesia, por el contrario, necesita una guía con grandes energías, por lo que, por el bien de la Iglesia, es mejor dejarlo. Ambas decisiones son evangélicas.>> [2]


Su profunda convicción: “La Iglesia no es nuestra, sino suya”


Afirma Benedicto XVI: <<Sólo la Iglesia, en este mundo, supera la limitación esencial del hombre: la frontera de la muerte. Vivos o muertos, los miembros de la Iglesia viven unidos en la misma vida que brota de la inserción de todos en el Cuerpo de Cristo […]

Pero no hay que olvidar que la expresión latina no significa solo la unión de los miembros de la Iglesia, vivos o difuntos. Communio sanctorum, significa también tener en común las “cosas santas”, es decir, la gracia de los sacramentos que brotan de Cristo muerto y resucitado. Es este vínculo misterioso y realísimo, es esta unión en la Vida, lo que hace que la Iglesia no sea nuestra Iglesia, de modo que podamos disponer de ella a nuestro antojo; es por el contrario su Iglesia.>>[3]

Señala Messori: <<Ratzinger tiene clarísimo que no estamos llamados a salvar a la Iglesia, sino a servirla, y si no puedes más, la sirves de otro modo, te arrodillas y rezas. La salvación es una cuestión que atañe a Cristo. [...]

Así que me parece que estas dimisiones van en esta línea, en el sentido de no tomarse demasiado en serio. Haz hasta el final tu deber y, cuando te des cuenta de que no puedes más, que las fuerzas ya no te acompañan, entonces recuerdas que la Iglesia no es tuya y pasas a ser testigo, y vas a hacer un trabajo para la Iglesia que, en la perspectiva de la Iglesia es el mayor, el más valioso: el trabajo de rezar y el trabajo de ofrecer a Cristo tu sufrimiento. Lo veo como un acto de gran humildad, de conciencia de que le toca a Cristo salvar a la Iglesia, nosotros, pobres hombres, no tenemos que salvarla, incluso si eres el Papa. >>[4]


La última audiencia


Durante la última audiencia de los miércoles, el 27 de febrero de 2013, en una Plaza San Pedro inundada de sol y llena de fieles, Benedicto XVI dijo: <<En estos últimos meses, he notado que mis fuerzas han disminuido, y he pedido a Dios con insistencia, en la oración, que me iluminara con su luz para tomar la decisión más adecuada no para mi propio bien, sino para el bien de la Iglesia. He dado este paso con plena conciencia de su importancia y también de su novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener el valor de tomar decisiones difíciles, sufridas, teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no el de uno mismo».

Y añadió que su retiro, «escondido al mundo», no significaba «una vuelta a lo privado». «Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto. No vuelvo a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recepciones, conferencias, etcétera. No abandono la cruz, sino que permanezco de manera nueva junto al Señor Crucificado. Ya no tengo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, pero en el servicio de la oración permanezco, por así decirlo, en el recinto de San Pedro>>.


“Mi única y última tarea”


En una carta fechada el 24 de enero de 2014 y dirigida al teólogo suizo Hans Küng, -amigo de su juventud y uno de sus más duros detractores actuales-, el Papa Emérito le confió: “Mi única y última tarea es sostener con la oración el pontificado de Francisco”.

En una reciente entrevista concedida al vaticanista Andrea Tornielli, el pasado 26 de febrero de 2014, nos trasmite la opinión de Joseph Ratzinger sobre los complots y especulaciones alrededor de su renuncia; entre ellas la del teólogo José Alberto Villasana que sostiene que la renuncia de Benedicto XVI fue inválida y denuncia al Papa Francisco como un Antipapa: << «No existe la menor duda sobre la validez de mi renuncia al ministerio petrino» y las «especulaciones» al respecto son «simplemente absurdas». Joseph Ratzinger no se vio obligado a renunciar, no lo hizo debido a presiones o conspiraciones: su renuncia es válida, y hoy en la Iglesia no existe ninguna «diarquía», ningún doble gobierno. Hay un Papa reinante en pleno uso de sus funciones, Francisco, y un emérito que tiene como «único y último objetivo rezar por su sucesor» >> [5].


Jorge Pérez Uribe


Notas:

[1] Festividad de Nuestra Señora de Lourdes
[2] http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=27674
[3] Joseph Ratzinger/Vittorio Messori, Informe sobre la fe, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006
[4] Joseph Ratzinger/Vittorio Messori, op.cit.

[5] Andrea Tonelli/Vatican Insider, 26 febrero 2014

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