domingo, 25 de septiembre de 2016

EL IMPULSO DE ESCRIBIR


Retrato de Fernando Pessoa” pintado por el artista José de Almada Negreiros


Por Teo Revilla Bravo


" (...) Lo que me gusta es escribir y cuando termino es como cuando uno se va dejando resbalar de lado después del goce, viene el sueño y al otro día ya hay otras cosas que te golpean en la ventana, escribir es eso, abrirles los postigos y que entren."

Julio Cortázar



Escribir es un impulso de libertad creadora; una necesidad de intentar hacer trascender lo que se siente dentro, darlo voz y aliento, manifestarlo pese a la dificultad dándole forma de escrito. Para ello hay que encontrar la manera de hallar el enfoque oportuno, de tener la concentración y perseverancia necesarias. La dificultad que sentimos, las dudas, los grandes o pequeños problemas que en cada línea pueden ir apareciendo deben de quedar transformados en estímulos que nos permitan seguir participando en la singular carrera por alcanzar el máximo acierto. Del temperamento propio, del concepto artístico que cada uno posea, de la constancia y la superación, nacerá el milagro de saber crear una novela, relato, o poesía. En ese acierto, resolviendo espacios, perspectivas y matices, estará impresa, con mayor o menor fortaleza, la personalidad, el contraste entre otros escritores y nosotros, la diferenciación, el sello personal.

Saber redactar un escrito literario no es nada fácil, ya que hay que poder superar un profundo escollo que a menudo se hace complicado y difícil. Siempre nos falta y faltará un plus de conocimientos generales y otro plus, quizás más grande, sobre la propia lengua, pues ésta no nos alcanza con escribir sin faltas de ortografía, es algo mucho más complejo. Sólo la experiencia, el estudio, la lectura, el haber redactado mucho y durante tiempo, llevan al ágil y certero manejo del lenguaje. Leer libros, prestar atención a la manera en que se expresan las oraciones en sus textos, es uno de los mejores procederes que tenemos para aprender a mejorar como escritores.

En todo el proceso ha de haber una expectativa que nos emocione, algo, un monólogo interior, un deseo indefinido que nos impulse a escribir y trasmitir con verdadera pasión lo que sentimos. Cuando este algo está decidido, cuando tenemos una razón previa que nos induce a ponernos en marcha, es menester sentir con intensidad ese estímulo. Las cosas están ahí, y nosotros tenemos la palabra para interpretarlas; el mundo, la vida, nos sale constantemente al paso. Debemos penetrar en él, poseerle e interpretarle. Para ello dependemos de la palabra, y ésta llegará si escribimos sobre algo que verdaderamente deseamos. Es importante saber qué decir, cómo decirlo, por qué lo queremos decir. Luego irán llegando a la mente ideas o frases sueltas que conviene anotar y ordenar cronológicamente, lo que facilitará el curso de la escritura.

Inicio, desarrollo y final, son las tres fases por las que pasa todo escrito, algo que tendremos que tener en cuenta en todo momento sin queremos tener aciertos. La escritura, como el arte en general, es, aplicando nuestro intelecto, un medio maravilloso que recoge las manifestaciones más puras y libres del deseo infinito del hombre por alcanzar la gran ilusión de la libertad. 



Barcelona, julio de 2016.

©Teo Revilla Bravo.

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