domingo, 15 de enero de 2017

CREACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LOS PRIMEROS CUATRO SOLES




Definiciones


Para entender la razón de los sacrificios humanos en Mesoamérica, necesitamos remontarnos a su Cosmogonía; palabra que según la Real Academia Española, tiene dos acepciones, una como relato mítico relativo a los orígenes del mundo y otro como teoría científica que trata del origen y la evolución del universo.

Por Mesoamérica vamos a entender lo que se ha llamado también Amerindia o América Indígena.


<<Entre 2500 a. C. y 1521 d. C. gran parte del territorio que ahora ocupan la República Mexicana y algunos países centroamericanos albergó uno de los desarrollos más originales del mundo antiguo. Esa área cultural es conocida como Mesoamérica.


El de Mesoamérica es un territorio de extraordinaria riqueza natural en el que se encuentran diversos medios ambientales, que abarcan desde extensos litorales marinos hasta altas montañas, cada uno con un gran potencial productivo y una gran disponibilidad de materias primas específicas. Esa diversidad ecológica se vio reflejada en la de las culturas que la habitaron y propició el establecimiento, desde épocas tempranas, de redes de intercambio, uno de los factores fundamentales en la integración de la zona mesoamericana. Independientemente de la configuración territorial que adoptó en distintas épocas, que sin duda se derivaba de las modalidades específicas en que se daban las relaciones entre sus distintos grupos, el área mesoamericana ha sido dividida en varias regiones, cada una de las cuales corresponde a un espacio en el que se desarrollaron culturas con rasgos particulares, si bien éste no es el único criterio utilizado en la regionalización, pues se consideran además otros factores, principalmente la asociación con condiciones geográficas determinadas.>> [1]

La cosmogonía mesoamericana que daba cuenta del origen del mundo, establecía una estructura de tres pisos verticales: inframundo, tierra y región celeste, los que confluían en un centro vinculado a los cuatro puntos cardinales. Este centro unificador era el ombligo del universo, el espacio habitado por los seres humanos y el punto hacia donde se volcaban las fuerzas que le daban vida a la máquina universal. Las principales cosmogonías correspondían a los pueblos: olmeca, maya, jaltepengo-mixteco, mixteca, nahua y mexica.




Alfredo López Austin [2], habla de un “núcleo duro”, que era una concepción común de la creación del cosmos, a lo largo de los siglos en la mayoría de los pueblos mesoaméricanos, que aunque mantenían y prolongaban su núcleo esencial, también se transformaban con el tiempo y las circunstancias históricas.

Cosmogonía mexica


Para efectos de este análisis nos concentraremos exclusivamente en la Cosmogonía mexica tratada principalmente en el Códice Borgia. No obstante existe una falta de información directa sobre las cosmogonías de los poderosos centros políticos, económicos y religiosos que constituyeron Teotihuacán, Cholula, Tula y Chichén Itzá.

Sobre la cosmogonía mexica se disponen de dos grupos de textos: uno que se refiere a la creación y destrucción de los primeros cuatro soles y otro referido a la creación del Quinto Sol.

1. Creación y destrucción de los primeros cuatro soles


<<Los mitos etiológicos sobre el origen del mundo o la fundación de tribus, ciudades, reinos o dinastías son un género universal, pues hay constancia de ellos en casi todas las antiguas civilizaciones.[3] Mesoamérica es una de las regiones donde esos mitos son relativamente abundantes antes y después de la Conquista. En las cosmogonías de otras partes del mundo es común atribuir la creación a elementos primordiales, como el agua, el aire o el fuego. La creación no se origina ex nihilo, de la nada, sino que siempre es impulsada por uno o varios de estos elementos actuando solos o conjuntamente. Una vez que esas fuerzas son liberadas y desatan la energía primordial, intervienen los dioses creadores, que casi siempre son representaciones de esas fuerzas, con el fin de constituir los bienes culturales indispensables para el desarrollo de la vida humana. Es un propósito que se cumple con la mediación de esos dioses o la intervención de héroes culturales.[4] Veamos la dinámica de la creación de los cuatro primeros soles en la cosmogonía mexica.[5]

Nahui Océlotl. Sol de Tierra. Al terminar la creación del mundo por la intervención de los dioses creadores. Tonacateuctli y Tonacacihuatl, estos dieron origen a cuatro deidades, cada una representada por un color: Tezcatlipoca (rojo), Tezcatlipoca (negro), Quetzalcóatl (blanco, y por otro nombre Yohualli Ehécatl), y Huitzilopochtli (azul). Al concluirse la creación inicial los dioses vieron que este sol estaba como inerte y sólo era alumbrado por una luz crepuscular. Discurrieron entonces que uno de ellos se transformara en sol y lo pusiera en movimiento. Tezcatlipoca, el que se disfraza de jaguar, fue el primer dios que se hizo sol y de esa manera dio comienzo a las eras del mundo, pues a partir de este primer sol empezaron a contarse los años.[6] Los seres de esa época eran gigantes que arrancaban árboles con las manos, pero no sabían cultivar la tierra. Se mantenían de bellotas y de frutos y raíces silvestres. Este sol terminó abruptamente cuando los gigantes fueron devorados por jaguares feroces y el sol desapareció. Esto ocurrió en el día llamado 4 Jaguar. Duró este primer sol 676 años.





Nahui Ehécatl. Sol de Viento. Entonces los dioses crearon el segundo sol y restauraron la vida en el mundo. Esta vez fue el dios creador Quetzalcóatl el que se transformó en sol y alumbró la tierra. Los seres de esa edad sólo comían piñones (ococentli). Pero ocurrió que Tezcatlipoca, convertido en jaguar derribó al sol de un zarpazo y provocó un vendaval que desarraigó los árboles y levantó a los seres humanos por los aires. Quienes no perecieron por el viento se convirtieron en monos. Esto sucedió el día 4 Viento. Duró este segundo sol 676 años según unos relatos, y 364 según otros.






Nahui Quiáhuitl. Sol de Fuego, encarnado por Tláloc, el dios de la lluvia y del fuego celeste: bajo este sol los seres humanos se alimentaron de una semilla llamada acecentli que era como “maíz de agua”. Pero al igual que los soles anteriores este tercero desapareció entre grandes catástrofes. Ardió el sol, llovió fuego del cielo y los seres humanos y sus casas fueron destruidos, y quienes no murieron se volvieron guajolotes (pipiltin). Esto ocurrió el día 4 Lluvia. Duró este tercer sol 312 años según unas fuentes, y 364 según otras.




Nahui Atl. Sol de Agua. Los dioses crearon entonces el cuarto sol. La diosa Chalchiuhtlicue, “la de las faldas de jade”, diosa del agua, se convirtió en sol por mandato de Quetzalcóatl. Durante esta edad los seres humanos se alimentaron de una semilla semejante al maíz, llamada cincocopi. Terminó este sol con un gran diluvio que anegó la tierra, convirtió a los hombres y mujeres en peces e hizo que el cielo se desplomara sobre la superficie terrestre. Esto ocurrió el día 4 Agua. Duró este sol 676 años según unas fuentes, y 312 según otras.





Así, “desde el nacimiento de los dioses hasta el cumplimiento de este sol hubo, según su cuenta, 2628 años”.[7] Como se advierte, estas cuatro creaciones son fracasos consecutivos porque en lugar de la unión de las fuerzas creativas cada uno de los soles termina en caos y hace perecer a los seres y los soles antes creados.

2. comentario sobre los cuatro primeros soles


Como se observa, el contenido del mito cosmogónico se refiere a cuatro creaciones iniciales que son destruidas porque sus actores principales mantienen posiciones opuestas e irreductibles. En contraste con las dos últimas creaciones, la creación primigenia del universo se hace en un momento sin tiempo. La creación del sol, de la primera pareja humana y de la tierra, el cielo y las aguas primordiales ocurren simultáneamente, “junto y sin diferencias de tiempo”, como dice el mito. La segunda parte de la creación de los cuatro soles está dominada por un movimiento incesante, cíclico y fatal, regido por la aparición y destrucción de soles antagónicos, pues cada sol supone una recreación del universo y de la vida, del mismo modo que su desaparición implica la destrucción súbita de lo antes creado.[8] Lo que es característico en la sucesión de los cuatro soles es la fatalidad de su destrucción y la certeza de que, acabado ese mundo, recomenzará otro, con otros seres y bajo distintos dioses tutelares. Cada sol nace auspiciado por un Dios que encarna a determinadas fuerzas naturales, que a su vez están en conflicto con otros dioses y fuerzas. Así, la lucha entre esas fuerzas y dioses es lo que rompe el equilibrio en el universo y trae consigo la destrucción y el caos. En la sucesión destructiva de los soles no hay fuerza mediadora que pueda conciliar o ponerle fin al conflicto.>>[9]

Jorge Pérez Uribe


Notas:
[1] Tomado de Vela y Solanes, Arqueología Mexicana, Especial 5, Atlas del México prehispánico.

[2] Alfredo López Austin, “El núcleo duro, la cosmovisión y la tradición mesoamericana”, Cosmovisión, ritual e identidad de los pueblos indígenas de México, México, FCE-Conaculta, 2001

[3] Carmen Blacker y Michael Lowe (eds.) Ancient Cosmologies, Londres, Georges Allen and Unwin, 1975; Alan Dundes (ed.), Sacred narratives: Readings in the Theory of Myth, Berkely, University of California Press, 1984.

[4] Anne Birrell; Chinese Mythology. An Introduccion. Baltimore, John Hopkins University Press, 1993, p.40, capítulos 2 y 16.

[5] La mejor introducción a este tema y otros aspectos de la religión mexica en el estudio de Henry B. Nicholson, “Religion in Pre-Hispanic Central Mexico”, Handbook of middle American indians, vol.10, Archaelogy of Northern Mesoamerican, part 1, Austin, University of Texas, 1971, pp.395-446 […]

[6] La Historia de los mexicanos por sus pinturas claramente señala esto, pues en ella se dice: “Y porque de este primer sol comienza su cuenta, y las figuras de contar van de este sol en adelante continuadas, dejando atrás los 600 años, en cuyo principio nacieron los dioses. Véase Mitos e historias de los antiguos nahuas, p.33

[7] “Historia de los mexicanos por sus pinturas”, en Mitos e historia de los antiguos nahuas, p.31

[8] A pesar de este vaivén cíclico, algunos autores han visto un sentido progresivo en la secuencia temporal de los cuatro soles. Observan que la mayoría de las fuentes registra la duración de cada sol en forma progresiva, midiendo el tiempo de atrás para adelante. Se apoyan también en Alfonso Caso, quien dice que las mismas plantas que se describen como alimento de los seres humanos (bellotas de encino, piñones, maíz de agua, cincocopi) van acercándose progresivamente al alimento superior de los pueblos de Mesoamérica, el maíz. Siguiendo un orden diferente al aquí adoptado en la secuencia de los cuatro soles. Caso concluye que en la creación de los seres humanos hay un sentido evolutivo, pues en su arreglo de los soles los hombres primero se convirtieron en peces, luego en aves, más tarde en monos y por último en gigantes. Sin embargo, esta interpretación progresiva de la cosmogonía es refutada por el carácter cíclico de esas creaciones y por la usencia de continuidad entre los acontecimientos ocurridos entre uno y otro sol. mientras la temporalidad de la sucesión de los soles es lineal y progresiva, la de cada sol en particular es cíclica. Se manifiesta así un contraste, pues mientras la primera fluye incesantemente hacia adelante, el tiempo de los soles tienen un principio y un fin precisos, una duración que se cumple inevitablemente y en forma violenta.

[9] Enrique Florescano, ¿Cómo se hace un dios? Creación y recreación de los dioses en Mesoamérica, 1ª Ed.: mayo de 2016, Penguin Random House Grupo Ed., México.


Anexo.- La razón de mi decir:


                  

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