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lunes, 3 de septiembre de 2012

¡ESE BELLO LÁBARO PATRIO!



La bandera de México ganó el 7 de julio de 2008 el concurso de "La bandera más bonita del mundo" que se realizó a través de Internet por el diario español “20 Minutos”, mientras los lábaros patrios de Perú y Guatemala lograron el segundo y tercer sitio.  Además, en orden descendente quedaron las banderas de República Dominicana, Brasil, España, Uruguay, Argentina, Canadá y Puerto Rico.

De acuerdo con el sitio del diario español, durante los 48 días de concurso, más de siete millones y medio de votos fueron emitidos y se recibieron más de 25 mil comentarios.

"Empezamos con 104 banderas de todo el mundo, cada dos días eliminábamos las cinco banderas menos votadas, hasta hoy que terminó el concurso con las 10 banderas más votadas", precisó el sitio.

Navegante frecuente me topé con el concurso, hará unas tres semanas, cuando nuestro lábaro estaba en cuarto lugar; y haciendo un esfuerzo de imparcialidad, puesto que no estaba en juego absolutamente nada, analicé las banderas concursantes, únicamente desde su atractivo visual y aunque me resistí, no pude evitar caer en la seducción del pendón mexicano.


Por qué seduce


Adentrándonos un poco dentro de las artes plásticas, tenemos que la bandera nacional está compuesta por un color básico: el rojo, que es un color cálido, y que se conceptúa como atrayente, alegre y hasta excitante; y por otro secundario: el verde, que es un color frío, pero que representa un equilibrio entre los tonos fríos y los calientes, y que sugiere calma serenidad. En el acomodo dentro del círculo cromático corresponde a un color complementario, precisamente al rojo, es decir, el adecuado para una combinación que reclamará la atención del observador. Al lucimiento de ambos colores ayuda el blanco que los separa; que además permite resaltar el multicolor escudo nacional, en el cuál se puede observar un lujo de detalle que no se aprecia en otras banderas.

Los colores patrios


Los colores básicos de la cultura azteca eran cuatro: verde jade, rosa mexicano, blanco y negro, mismos que podemos apreciar en los códices que subsisten y en algunas pinturas murales; y que conforman ese magnífico códice que constituye la imagen de la Virgen de Guadalupe. Curiosamente si se observan las alas del ángel que lleva a la Virgen sobre sus hombros, se observará el orden en que aparecen en la bandera nacional.

<<Y de Iguala la enseña querida…>>  [1]


La historia nos cuenta que ya <<entre 1812 y 1817 las guerrillas de Guadalupe Victoria utilizaron por primera vez una bandera tricolor, al erigirse como jefe del Ejército Trigarante, Agustín de Iturbide tuvo la visión de otorgar a los colores un significado incluyente. En la Villa de Iguala, el 24 de febrero de 1821, el sastre José Magdalena Ocampo fue el encargado de confeccionar la enseña de las tres garantías. Sus franjas estaban dispuestas en forma diagonal. En primer lugar aparecía el blanco que simbolizaba la pureza de la religión católica; en el centro se encontraba el verde, que representaba la independencia –color eminentemente insurgente por su devoción a la Guadalupana-; y al final, el rojo, símbolo de unión entre mexicanos y españoles.

Por sus colores, y sobre todo por el significado que el libertador les otorgó, aquella primera bandera se ganó la aceptación de la sociedad. Por un momento, y aunque sólo fuera a través del discurso, bajo la enseña tricolor los habitantes del nuevo país se percibieron iguales, como partes de un todo. A nadie resultó extraño que siete meses después de la creación de la bandera trigarante, la ciudad de México se vistiera de verde, blanco y rojo para recibir al libertador>>.[2]

<< De Iturbide la sacra bandera ¡Mexicanos! valientes seguid. >>  [3]


  <<Consciente del entusiasmo de la sociedad por la bandera trigarante, el 2 de noviembre de 1821, Iturbide expidió un decreto por el cuál se estableció que la bandera nacional “adoptaría perpetuamente” los colores verde, blanco y rojo, en ese orden. Las franjas diagonales fueron modificadas por franjas verticales y se añadió un elemento: un escudo plasmado sobre la parte blanca de la enseña, cuyo origen se remontaba a la época prehispánica y que con ligeras variaciones, había sido el emblema del pueblo azteca: un águila sobre un nopal devorando una serpiente.

La idea del águila en el escudo no era original de Iturbide. En 1815, José María Morelos había establecido que la bandera nacional debía tener un “tablero de cuadros blanco y azul celeste –colores de la Virgen María- y en el centro, un águila mexicana de frente, con las alas extendidas. Iturbide recuperó la idea de Morelos y fundió en la enseña del nuevo país el pasado remoto de México –representado en el escudo- y el futuro de la nación, plasmado en los colores que alumbraban el sendero de la unión y la independencia>> [4]

Degradación de su simbolismo y secuestro


Aunque el águila ha sufrido diversas transformaciones en su historia, no es lo relevante. Lo importante es la adulteración del significado de sus colores que lleva a considerar el verde como la esperanza (¿?), el blanco como la unidad y la nieve de sus volcanes (¿?) y el rojo como la sangre derramada por los héroes (¿?). Así mismo al fundarse el Partido Nacional Revolucionario (antecesor del PRI) en 1929, decidió apropiarse de los tres colores para legitimarse ante la nación.

Recientemente Andrés Manuel López Obrador ha retomado la bandera de los liberales del siglo XIX que muestra un águila de frente volteada a la izquierda, a diferencia del águila de los conservadores que veía a la derecha.

Símbolo patrio perenne


Aunque, <<El tiempo ha demostrado que, dentro del sentimiento de nación, por encima de la bandera no existe nada. Más que un símbolo patrio, es un elemento profundo de la conciencia nacional>>.[5] Ha sido la inspiración de tropas mal armadas y alimentadas, frente al intento de reconquista español de 1829, frente a las intervenciones francesas de 1838 y de 1862 a 1867, frente a la invasión estadounidense de 1846 a 1848 y en 1914. Si bien la leyenda del niño héroe Juan Escutia, no queda sino en eso, si hay el antecedente del capitán Margarito Zuazo, quién en la defensa de Molino del Rey, un 8 de septiembre de 1847, envolvió su cuerpo en el lábaro patrio antes de caer atravesado por las bayonetas estadounidenses.



[1] Fragmento del Himno mexicano
[2] Alejandro Rosas, Mitos de la Historia Mexicana, Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V., México, 2006, págs.74, 75
[3] Fragmento del himno mexicano condenado a no pronunciarse y al olvido por referirse a Iturbide
[4] Alejandro Rosas, op.cit., pags.75, 76
[5] Alejandro Rosas, op.cit., pag.79