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sábado, 23 de marzo de 2013

“SOMOS HERMANOS”, FRANCISCO A BENEDICTO XVI










Asistí el día 28 de febrero pasado -día efectivo de la renuncia de Benedicto XVI-, a una conferencia-debate, moderada por Roberto O´Farril, con la presencia de dos eminentes conocedores, uno José Alberto Villasana especialista en Apocalipsis y el otro Luis Ernesto López Padilla, mariófano [1]. 


El tema fue la coexistencia de dos Papas, misma que se ha dado en la historia de la Iglesia Católica, únicamente cuando existe un Papa depositario de la auténtica fe y un Antipapa, enemigo de la misma. 

La postura del apocalíptico fue que esa sería –precisamente la situación-, es decir que el nuevo Papa no sería elegido legítimamente y que sería en verdad un Antipapa, por lo que Benedicto XVI representaría la verdadera fe. El mariófano discrepando totalmente de esta interpretación, afirmo que el nuevo Papa, sería un pontífice excepcional, pero que sufriría una gran persecución junto con toda la Iglesia. 

No les había comentado nada de este suceso, fundamentalmente porque estos temas de las profecías y de las revelaciones marianas, se prestan más al morbo y al sensacionalismo de publicaciones esotéricas, que a una consideración seria. Además había que ver cual sería la resultante del cónclave cardenalicio. 

La verdad es que no puede haber duda de que se trata de la auténtica sucesión petrina. El Papa Francisco cedió sus 40 votos en la elección de 2005 a favor de Benedicto XVI, y sabe que ahora le debe su elección en gran parte. Así lo describe el periodista José Manuel Vidal: <<Francisco sabe que es Papa porque Benedicto renunció. En cierto sentido, le debe el papado. Con su histórica iniciativa, le dejó el paso libre y le pasó el testigo de una Iglesia sacudida "por tormentas", como el propio Ratzinger reconoció en su despedida. El "pastor rodeado de lobos", que se sintió sin "fuerzas físicas y espirituales" para hacerles frente, les terminó derrotando. Al renunciar él, tuvieron que irse todos ellos. Al menos, temporalmente. 

Con esa que, en Roma, llaman ya "la gran jugada", el Papa Ratzinger ponía a la Iglesia en "estado de emergencia" y provocaba una enorme sacudida entre los fieles y entre los cardenales electores. Un gesto de máxima humildad para denunciar el carrerismo, las intrigas y las búsquedas de poder en el corazón del catolicismo romano. Todo un contrasigno evangélico. Y el Papa Ratzinger se retiró 'al monte' a rezar, pero no sin antes marcar una cierta hoja de ruta al sucesor: terminar su tarea. Él había limpiado la lacra de la pederastia, pero no pudo o no le dejaron limpiar la Curia y la suciedad financiera del IOR, el banco vaticano. 

Con esa lección bien aprendida, los cardenales "peones" (los más sencillos, la mayoría silenciosa que no busca poder ni gloria y que no forma parte de 'cordadas ni partidos curiales') se rebelaron contra los "grandes electores", encabezados por los cardenales Sodano y Bertone. 

Y, cuando la Iglesia parecía estar abatida y sin futuro, la mayoría del colegio cardenalicio escuchó el clamor del 'pueblo de Dios' y tuvo la voluntad política de plasmar el SOS del pueblo en la elección del nuevo Papa. Y, desde la primera votación, propusieron al cardenal Bergoglio, que terminó imponiéndose a la quinta, casi con un plebiscito. 

El Papa Francisco, el Papa "del fin del mundo", sabe que la gente lleva años ansiando un cambio, pidiéndolo, rogándolo. Sabe, asimismo, que 'vox populi, vox Dei'. y por supuesto, tiene muy claro que los cardenales lo eligieron para realizar dos grandes misiones: recuperar la autoridad moral perdida y terminar la limpieza iniciada por su predecesor. Por eso pensaron en él, porque es humilde, sencillo, pero también valiente y decidido. No le va a temblar el pulso para gobernar y, al mismo tiempo, va a proyectar un testimonio de una Iglesia "pobre y para los pobres". Empezando por el propio Papa, el máximo icono de la Iglesia católica. >> [2]

Y el día de hoy, en un hecho inusitado el nuevo Papa, visita al Papa “emérito” y el primer gesto entre ambos es un fraterno abrazo. Después se dirigieron a la capilla a orar. Benedicto XVI –humilde como siempre- le cedió el puesto de honor a Francisco y éste lo rechazó exclamando “somos hermanos”. Después hablaron en forma privada en la biblioteca durante 45 minutos, tras lo cual almorzaron junto con sus secretarios. 

Del resto de las revelaciones del inicio de “los último tiempos”, que no tienen que ver nada con el fin del mundo, iremos viendo que sucede y en su oportunidad comentaré lo que sea necesario. Por lo pronto me parece relevante, lo que les presenté en el post anterior, sobre el hombre que el día anterior al inicio de cónclave reclamaba por un Papa Francisco I, y luego el fraile de Asís que oró los 2 días del cónclave y que profetizaba que el Papa elegido “tendrá un trabajo muy difícil” “debemos rezar y prepararnos para sufrir” “muchos sufrimiento vienen para la Iglesia, el Vaticano y el mundo” “nos acercamos a los últimos tiempos” “ si nos arrodillamos delante de Dios el nos provee, el nos da todo...”



[1]  `Mariofanías´ son las manifestaciones de la Virgen María ante uno o varios videntes.
[2]   http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2013/03/23/francisco-y-benedicto-la-continuidad-discontinua-religion-iglesia-vaticano-castelgandolfo.shtml

jueves, 7 de marzo de 2013

“LA TUA UMILTÁ TI HA RESO PIÚ GRANDE”







El día 28 de febrero seguí la despedida de Benedicto XVI, primero en el Vaticano, luego en Castel Gandolfo. Al dirigirse a la población que lo esperaba, -en su último acto público, como pontífice- me llamó la atención una manta que en italiano decía “LA TUA UMILTÁ TI HA RESO PIÚ GRANDE, GRAZIE PAPA BENEDETTO" (Tú humildad te hizo más grande, gracias Papa Benedicto). Era la sabía vox populi, que de esta forma daba gracias al Pastor de débil corazón, ya muy fatigado, que humildemente reconocía que para dirigir la barca de Pedro se necesita un corazón más joven y fuerte, pero igualmente inflamado de amor a Cristo y su Iglesia. 

Peter Seewald, el periodista biógrafo y amigo del Papa comenta: <<Nuestro último encuentro se remonta a hace unas diez semanas. El Papa me recibió en el Palacio Apostólico para continuar con nuestros coloquios orientados a trabajar sobre su biografía. Su audición se había resentido; por el ojo izquierdo ya no veía bien; el cuerpo encorvado. Se le veía muy delicado, aún más amable y humilde, y totalmente reservado. No parecía enfermo, pero el cansancio se había apoderado de toda su persona, cuerpo y alma, ya no se podía ignorar. 



Nunca le había visto tan exhausto, casi postrado. Con las últimas fuerzas que le quedaban llevó a término el tercer volumen de su obra sobre Jesús, "mi último libro", me dijo con una mirada triste cuando nos despedimos. Joseph Ratzinger es un hombre inquebrantable, una persona siempre capaz de recuperarse rápidamente. Mientras dos años atrás, a pesar de los primeros achaques propios de su edad, parecía aún ágil, casi joven, ahora percibía cada bandeja que llegaba a su escritorio de parte de la Secretaría del Estado como un golpe. 


"¿Qué debemos esperar aún de Su Santidad, de Su pontificado?", le pregunté. "¿De mí? De mí, no mucho. Soy un hombre anciano y las fuerzas me abandonan. Creo que basta lo que he hecho". ¿Piensa en retirarse? "Depende de lo que me impongan mis energías físicas". Ese mismo mes escribió a uno de sus doctorándoos que el siguiente encuentro sería el último. >> 


La penúltima Audiencia General del miércoles 13 de febrero de 2013


En ella el Pontífice confirmó la noticia de su renuncia presentada el día 11 de febrero ante el Consistorio de cardenales:


<<Como sabéis, he decidido renunciar al ministerio que el Señor me confió el 19 de abril de 2005. Lo he hecho con plena libertad por el bien de la Iglesia, tras haber orado durante mucho tiempo y haber examinado mi conciencia ante Dios, muy consciente de la importancia de este acto, pero consciente al mismo tiempo de no estar ya en condiciones de desempeñar el ministerio petrino con la fuerza que éste requiere. Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, que no dejará de guiarla y cuidarla. Agradezco a todos el amor y la plegaria con que me habéis acompañado. Gracias. En estos días nada fáciles para mí, he sentido casi físicamente la fuerza que me da la oración, el amor de la Iglesia, vuestra oración. Seguid rezando por mí, por la Iglesia, por el próximo Papa. El Señor nos guiará. >>



Último Angelus celebrado el domingo 24 de febrero en la plaza de San Pedro 




Después de la explicar el pasaje del Evangelio, en donde Jesucristo pide a tres de sus discípulos que lo acompañen a subir al monte Tabor, en donde tendría lugar su transfiguración, el Papa agregó:
  
<<Queridos hermanos y hermanas, esta Palabra de Dios la siento de modo particular dirigida a mí, en este momento de mi vida. El Señor me llama a "subir al monte", a dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar a la Iglesia, es más, si Dios me pide esto es precisamente para que yo pueda seguir sirviéndola con la misma entrega y el mismo amor con que lo he hecho hasta ahora, pero de modo más apto a mi edad y a mis fuerzas. Invoquemos la intercesión de la Virgen María, que ella nos ayude a todos a seguir siempre al Señor Jesús, en la oración y en la caridad activa.>>


La última Audiencia General del miércoles 27 de febrero de 2013 en la plaza de San Pedro. 






Fue la despedida de la feligresía, ante cerca de 200,000 peregrinos. En ella bordó un discurso escatológico, más que pastoral, y refiriéndose a su designación como Pontífice el 19 de abril de 2005, dijo: <<En ese momento, como ya lo expresé muchas veces, las palabras que resonaron en mi corazón fueron: Señor, ¿qué me pides? ¿Por qué me lo pides? Es un peso grande el que cargas sobre mis espaldas, pero si Tú me lo pides, en tu palabra arrojaré las redes, seguro que Tú me guiarás. Y el Señor me ha guiado realmente, ha estado cerca de mí, he podido percibir cada día su presencia. 

Ha sido un tramo del camino de la Iglesia que tuvo momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles. Me he sentido como san Pedro con los apóstoles en la barca en el lago de Galilea: el Señor nos ha dado tantos días de sol y de suave brisa, días en los que la pesca fue abundante; hubo también momentos en los que las aguas estuvieron agitadas y con el viento en contra, como en toda la historia de la Iglesia, mientras parecía que el Señor dormía. 

Pero siempre supe que en esa barca está el Señor y siempre supe que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya y que no la deja hundirse; es Él quien la conduce, ciertamente por medio de los hombres que ha elegido, porque así lo ha querido. Ésta ha sido y es una certeza que nada puede ofuscar. Es por esto que hoy mi corazón está lleno de agradecimiento a Dios, porque jamás ha hecho faltar a toda la Iglesia y también a mí su consuelo, su luz y su amor. [...] 

En estos últimos meses, he sentido que mis fuerzas habían disminuido, y he pedido a Dios con insistencia, en la oración, que me iluminara con su luz para que yo pudiera tomar la decisión más justa, no por mi bien sino para bien de la Iglesia. He dado este paso con plena conciencia de su gravedad y también de su novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener el valor de tomar decisiones difíciles, sufridas, teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no el de nosotros mismos. 

Permítanme aquí volver una vez más al 19 de abril del 2005. La gravedad de la decisión ha estado precisamente también en el hecho que desde ese momento en adelante estuve comprometido permanentemente con el Señor. Permanentemente: quien asume el ministerio petrino no tiene más ninguna privacidad, pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la Iglesia. En su vida, por así decir, se diluye totalmente la dimensión privada. Pude experimentar, y lo experimento precisamente ahora, que uno recibe la vida justamente cuando la dona. Dije antes que muchas personas que aman al Señor aman también al sucesor de san Pedro y sienten afecto por él; que el Papa tiene verdaderamente hermanos y hermanas, hijos e hijas en todo el mundo, y que se siente seguro con el abrazo de su comunión, porque no se pertenece más a sí mismo, pertenece a todos y todos le pertenecen a él. 

El “siempre” es también un “para siempre”: ya no hay más un retornar a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no anula esto. Yo no retorno a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recibimientos, conferencias, etc. No abandono la cruz, sino que quedo aferrado al Señor crucificado en una forma nueva. No llevo más la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, pero permanezco en el servicio de la oración, por así decir, en el recinto de san Pedro. San Benito, cuyo nombre llevo como Papa, me será de gran ejemplo en esto. Él nos ha mostrado el camino para una vida que, activa o pasiva, pertenece totalmente a la obra de Dios. 

La despedida final en Castel Gandolfo





En su última cita con los fieles desde la ventana del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo a las 17.40 del jueves Benedicto XVI, efectuó su última alocución al pueblo católico como Pontífice: 



<<Gracias, queridos amigos, estoy feliz de estar con vosotros, rodeado de la belleza de la Creación y vuestra simpatía que me hace mucho bien. Muchas gracias por vuestra amistad, vuestro amor. 

Vosotros sabéis que este día es diferente de los anteriores: seré Sumo Pontífice de la Iglesia Católica hasta las ocho de la noche, y luego ya no más. 

Soy simplemente un peregrino que inicia su última etapa de peregrinación en esta tierra, pero todavía con mi corazón, mi amor, mi oración, mi reflexión, con todas mis fuerzas trabajaré para el bien común y el bien de la Iglesia y de la humanidad. Y me siento muy apoyado por vuestra simpatía. ¡Adelante, con el Señor, por el bien de la Iglesia y del mundo! ¡Gracias!>> 

A continuación el Santo Padre impartió su bendición apostólica a los presentes y se retiró. 

Abajo una bandera, al parecer italiana, ondeaba vigorosamente, pero tenía un escudo en el centro y ¡efectivamente era nuestra enseña patria! -que también despedía al Pontífice-.

viernes, 1 de marzo de 2013

HACE UN AÑO..., EN EL VATICANO



¿SE HA DECRETADO EL FIN DEL PONTIFICADO DE BENEDICTO XVI?




(El 18 de febrero de 2012, elaboré este análisis, que revelaba el rudo ambiente que vivía el Papa. Aún no se descubría la traición de su mayordomo. El informe de la comisión encargada de investigar los vatileaks, -presentado en diciembre pasado a Benedicto XVI-, será entregado también al nuevo Papa.)


Profusión de noticias sobre el Vaticano, cuyo común denominador es el escándalo, es lo que vivimos estos días. Pareciera que alguien ha decretado el fin del pontificado de Benedicto XVI; y así se han sucedido noticias desde un supuesto complot para terminar con su vida hasta un cisma progresista propiciado por el movimiento “Llamado a la desobediencia”

Confusión, corrupción, y anarquía, en lo que se quiere proyectar sobre la curia vaticana y la imagen de un Papa que a sus 85 años, padece una salud frágil: presión alta, artrosis y un corazón débil, por lo cual “contemplaría la idea de renunciar al pontificado”.


El padre Federico Lombardi S.J., director de la Sala de Prensa de la Santa Sede ha recomendado “calma y sangre fría, y mucho uso de la razón” y así ha definido el momento actual <<Hoy debemos tener todos los nervios templados porque nadie se puede asombrar de nada. La administración estadounidense ha tenido wikileaks, el Vaticano tiene ahora sus leaks, sus fugas de documentos que tienden a crear confusión y desconcierto y a facilitar una visión negativa del Vaticano, del gobierno de la Iglesia y más ampliamente de la misma Iglesia>>[1]


Esto sucede precisamente cuando ha terminado el simposio de 4 días con delegados de 110 conferencias episcopales y superiores de 33 órdenes religiosas, para tratar de impedir la repetición de los abusos sexuales de menores que han conmocionado la Iglesia católica en los últimos años. "Es una responsabilidad importante, poder mirar esta herida abierta en la Iglesia con los ojos bien abiertos y hacer todo por que no vuelva a ocurrir", declaró el lunes en Radio Vaticano el rector de la Universidad Gregoriana, en la que tuvo lugar el simposio, el francés François-Xavier Dumortier.

Entre los documentos filtrados se encuentra el documento publicado la semana pasada por el periódico italiano Il Fatto Quotidiano, mismo que habría sido entregado, por el cardenal colombiano Darío Castrillón al propio Benedicto XVI en noviembre pasado, sellado como estrictamente confidencial, y que revela un complot que le otorgaría sólo 12 meses de vida al actual pontífice. Esta inquietante revelación fue hecha pública por el cardenal Paolo Romeo en una reunión privada con empresarios italianos en China.


"Alguien entregó el documento a los diarios. Ese es el asunto. Es decepcionante que aparezca en la prensa un documento confidencial, antes de que sea oficial", comentó el cardenal Walter Kasper, actual presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

"Todo eso demuestra que el estilo de trabajo dentro de la burocracia interna no es bueno, que el sistema es malo", agregó.


El portavoz vaticano, Federico Lombardi, también tuvo que salir al paso sobre una hipotética dimisión del papa Benedicto XVI. "Si algún día se abriera seriamente ese capítulo, hablaríamos. Ahora no hay nada serio y por tanto no tengo nada que decir", dijo Lombardi preguntado por la prensa sobre las declaraciones del prelado jubilado de Ivrea (norte de Italia), Luigi Bettazzi. [2]

<<Además del supuesto complot contra el pontífice, en las últimas semanas fue divulgada una carta de monseñor Carlo María Viganó sobre la corrupción dentro del Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como el banco del Vaticano, entidad que manejó a pedido del Papa con el encargo de sanear sus cuentas.

El religioso, quien fue alejado de su cargo y nombrado en el prestigioso cargo de nuncio apostólico en Estados Unidos, criticaba en ella la corrupción de algunos dirigentes que "privilegian sus intereses" en detrimento de los de la Iglesia.>>

"La imagen de la Iglesia se ve afectada. Todo eso ocurre además cuando el Papa está trabajando para renovar la Iglesia, después de que se constataran los abusos sexuales y decidiera poner orden en el asunto", subraya el cardenal Kasper.


"Sé que el Papa está muy triste por ello", agregó Kasper [3]


Por último está el movimiento de los "desobedientes", equivalente en versión sotana de los "indignados", que reclaman terminar con el celibato obligatorio, permitir la comunión de los divorciados que se han vuelto a casar, imponer el sacerdocio femenino, y bendecir las uniones de homosexuales, entre otras “innovaciones”.


Hablo de decretar el fin del pontificado de Benedicto XVI, porque así ocurrió con el Pontificado de Juan Pablo II, a quién a partir del inicio de este siglo se le empezó a acusar de incapaz para dirigir la Iglesia y se le insistió en que renunciara a medida que fue avanzando la evidencia del Parkinson. Ello llevó a una respuesta contundente del ahora beato: “Si Cristo no se bajó de su cruz, como voy yo a renunciar a la mía”. Y así en conjunción con el cardenal Ratzinger, dispuso la investigación del fundador de los Legionarios de Cristo, de otros personajes y medidas tendientes a evitar el encubrimiento de los culpables de pederastia.


Por lo que recuerdo de Paulo VI y de Juan Pablo II, -no lo se con certeza en los Papas anteriores-, pareciera que a las dolencias propias de la ancianidad o de las enfermedades que los aquejan, los Papas deben además cargar una cruz de ingratitud y menosprecio por su vejez, en la que propios y ajenos buscan únicamente su dimisión, en especial algunos periodistas y medios de comunicación.


Concluyendo diría que al parecer fuerzas oscuras han decretado el fin del pontificado de Benedicto XVI y de ahora en adelante seremos testigos de este tipo de noticias que hay que afrontar con “calma y sangre fría, y mucho uso de la razón”. Si Juan Pablo II a unas semanas de su muerte nos hizo la revelación de que “Satanás esta desesperado porque sabe que le queda poco tiempo”, quizá podría decir ahora que “Satanás –el Príncipe de las Tinieblas-, está muy molesto porque Benedicto XVI ha actuado con valor y decisión contra la pederastia, al sacarla a la luz, pedir la expiación por estos pecados y buscar medidas efectivas para su prevención, y por ello busca ya crucificarlo”

Finalmente el padre Lombardi agrega: <<Si tantos se ensañan, se ve que es importante. Quien piensa desanimar al Papa y a sus colaboradores en este empeño se equivoca y se engaña.


En cuanto a la cuestión de las pretendidas luchas de poder ante el próximo cónclave, invito a observar que los pontífices elegidos en este siglo han sido todos personalidades de altísimo e indiscutido valor espiritual. Está claro que los cardenales han buscado y buscan elegir a alguien que merezca el respeto del pueblo de Dios y pueda servir a la humanidad de nuestro tiempo con gran autoridad moral y espiritual. La lectura en clave de luchas de poder internas depende en gran parte de la tosquedad moral de quien la provoca y de quien la hace, que a menudo no es capaz de ver otra cosa. Quien cree en Jesucristo por fortuna sabe  que –al margen de lo que se diga o escriba hoy en los periódicos- las verdaderas preocupaciones de quien tiene la responsabilidad en la Iglesia son más bien los problemas graves de la humanidad de hoy y de mañana. No por nada creemos y hablamos también de asistencia del Espíritu Santo>>.[4]



[1] Religión Digital, Redacción 14 de febrero de 2012
 http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2012/02/14/el-vaticano-pide-lucidez-y-sangre-fria-ante-un-wikileaks-contra-la-iglesia-papa-lombardi-intrigas-sede.shtml
[2] Religión Digital, Redacción 14 de febrero de 2012
[3] Religión Digital, 14 de febrero de 2012
[4] http://www.zenit.org/article-41491?l=spanish


jueves, 21 de febrero de 2013

“OS CONVIENE QUE YO ME VAYA”: LA AUDACIA DEL PAPA “MÍSTICO”





Por José C.R. García Paredes*            Miércoles, 13 de febrero de 2013 


En su última Cena Jesús sorprendió a sus discípulos con unas palabras que nadie se esperaba: “Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy no vendrá a vosotros el Paráclito” (Jn 16,7). Después de haberles lavado los pies a los discípulos, Pedro y los demás se vieron sorprendidos por esta noticia-bomba de Jesús: “Os conviene que yo me vaya”.

El Misionero del Abbá ¡dimitía! Les comunicaba que cesaba en su acción para dar lugar únicamente a su pasión. Jesús inició una última fase: orar y padecer y morir tras las palabras: "Está cumplido” (Jn 19,30). 

Pedro y los demás podrían argüir: Maestro, si apenas has cumplido un trienio de misión profética y ¿ya te vas? Les resultaría muy difícil comprender esto y otras cosas. ¿Sería por Judas? ¿Tal vez por la fragilidad de Pedro? ¿Porque cualquiera del grupo podía traicionarlo? “¡Os conviene!”, decía Jesús. Tal vez esa era la única forma de “reunir a los dispersos”. Ellos se entristecieron. Jesús, sin embargo, comenzó a hablarles del Espíritu, el Nuevo Enviado. Por eso, cuando llegó el momento, “inclinando la cabeza, entregó el Espíritu” (Jn 19,30). Algo semejante está ocurriendo con el Papa “místico”, Benedicto XVI. 

El Papa del siglo XXI: ¡un místico! 


No sé si me equivoco, pero creo que le ha sido concedido al papa Benedicto XVI vivir su pontificado como una auténtica gracia “mística”. Ya desde el principio se sintió envuelto en ella. Decir “mística” no significa ni espiritualismo ni ingenuidad indolora. El “aura mística” que lo envolvía ¿no se revela en los siguientes textos entrañables, entresacados de su homilía en la plaza de San Pedro, el 24 de abril de 2005 para iniciar su ministerio? 

<<Y ahora, en este momento, yo, débil siervo de Dios, he de asumir este cometido inaudito, que supera realmente toda capacidad humana. ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo seré capaz de llevarlo a cabo? … No tengo que llevar yo solo lo que, en realidad, nunca podría soportar yo solo. La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce. Y me acompañan, queridos amigos, vuestra indulgencia, vuestro amor, vuestra fe y vuestra esperanza. En efecto, a la comunidad de los santos no pertenecen sólo las grandes figuras que nos han precedido y cuyos nombres conocemos. Todos nosotros somos la comunidad de los santos; nosotros, bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; nosotros, que vivimos del don de la carne y la sangre de Cristo, por medio del cual quiere transformarnos y hacernos semejantes a sí mismo. Sí, la Iglesia está viva… Y la Iglesia es joven. Ella lleva en sí misma el futuro del mundo y, por tanto, indica también a cada uno de nosotros la vía hacia el futuro. La Iglesia está viva y nosotros lo vemos: experimentamos la alegría que el Resucitado ha prometido a los suyos. La Iglesia está viva; está viva porque Cristo está vivo, porque él ha resucitado verdaderamente. 

Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia. 

Queridos amigos, en este momento sólo puedo decir: rogad por mí, para que aprenda a amar cada vez más al Señor. Rogad por mí, para que aprenda a querer cada vez más a su rebaño, a vosotros, a la Santa Iglesia, a cada uno de vosotros, tanto personal como comunitariamente. Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos. Roguemos unos por otros para que sea el Señor quien nos lleve y nosotros aprendamos a llevarnos unos a otros.>> 

Nos ha sorprendido el papa Benedicto XVI con su dimisión. No estábamos acostumbrados a decisiones tan drásticas. A pesar de su debilidad, se ha mostrado muy audaz. Si lo hubiera consultado tal vez no pocos lo habrían disuadido. Él ha mostrado la audacia del Espíritu. 

Su pontificado lo ha situado en un estado místico: ha sido un pastor que ha cargado sobre sí la vergüenza de los casos de pederastia, la corrupción de las finanzas, los vatileaks, las traiciones internas, las vergonzosas rivalidades eclesiásticas, el influjo de quienes -creyéndose sus amigos, pero sin participar en lo más nuclear de su espiritualidad- pretendían aparecer más poderosos para así imponer sus oscuros intereses… Dada su sensibilidad hacia la belleza, ¡cuánto horror no habrá sentido ante tanta fealdad! Y sin embargo, aparecía en tantas celebraciones tan sereno, tan sencillo y, al mismo tiempo, como un “extraño” que contemplaba el Misterio como si “Otro” fuera quien lo presidía. 

Parecía perdido en los grandes escenarios y trataba siempre de crear un “escenario interior”, de “abrir la puerta secreta” que lleva al Misterio. Su vida personal ha estado implicada en su ministerio: no hablaba de sí para enorgullecerse, ni para jactarse; sino para incluirse en la comunidad de fe. Tantas veces me recordaba al Pablo “emotivo” en sus cartas. Otras veces, al mismo Jesús de los discursos joanneos. Ha sido el Papa que a su inmensa inteligencia la ha permeado de emoción y sentimiento. No disponía de una voz poderosa, pero sí penetrante. En su ministerio, la inteligencia devino sabiduría emocional. Traducía la teología más sublime en catequesis cordial e inteligible. Ha sido un místico sin misticismos. Sabía mirar compasivamente a sus hermanos y hermanas sin -por eso- desviar su mirada del Dios misterioso. El Papa místico deja tras él una estela “mística” que nos irá envolviendo cada vez más: ¡es el Espíritu Santo que se derrama a través de su ministerio en nuestros corazones! 

“Os conviene que yo me vaya”… pero, Abbá, “guárdalos del Maligno” (Jn 17,15) 


* Es misionero claretiano, doctor en Teología, autor de cerca de 30 libros sobre temas teológicos

sábado, 16 de febrero de 2013

LA RENUNCIA DE BENEDICTO XVI (En sus palabras y las de sus cercanos)







Presencié en la semana, la entrevista que Sabina Bermann realizó al “sociólogo de la religión” Bernardo Barranco. Durante una hora, el entrevistado hizo gala de sus conocimientos de la ciencia política, pero imperdonablemente -para su especialidad- pasó por alto, que no son los mismos motivos los de un hombre de mundo que los de un hombre de Dios; ya sea, que trate de un católico, protestante, ortodoxo, judío o musulmán 


La renuncia


El lunes 11 de febrero, cumpliendo con lo estipulado por el Derecho Canónico, -en forma pública, ante un consistorio cardenalicio y en presencia del decano-, manifestó el Pontífice: <<Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. 

Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. 


Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. 

Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice. 

Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. 

Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria. 

Vaticano, 10 de febrero 2013 >> 


Estado de salud del Pontífice


En 1991 sufrió un ictus o hemorragia cerebral que lo tuvo hospitalizado 10 días en la clínica Pío XI de Roma, le fue implantado un marcapasos hace años, que según un diario italiano, le fue sustituido discretamente hace 3 meses, padece hipertensión arterial, sufrió desmayos en 2009 y 2011, en México. Tiene 50% de artrosis en la cadera derecha, por lo que camina con bastón, apenas ve con el ojo derecho, y aunque no confirmado se dice que padece diabetes. Sujeto a una rigurosa dieta hace años, no puede viajar a lugares con una altitud mayor a 2000 metros. En los últimos meses, siempre por motivos de salud, ha disminuido sus compromisos públicos, sus viajes y las audiencias. 

El sacerdote Alois Messerer, párroco de Sinbach am Inn (Alemania) y sobrino segundo del pontífice (su abuelo era hermano del padre de Joseph Ratzinger) aseguró que el nuevo pontífice "no quería ser Papa, porque se sentía demasiado anciano y porque había sufrido algunos problemas cardiacos". 

<<Un día después de su elección al Solio Pontificio, el 20 de abril de 2005, su hermano mayor, Georg, dijo que no sentía una alegría "ilimitada" por la elección, ya que le preocupaba la salud del Pontífice. "Espero que su salud aguante", dijo Georg Ratzinger, que precisó que la salud del papa, en ese momento de 79 años, "no es estable". >>[1] También hizo la confidencia de que había padecido no uno, sino dos ictus, antes de su elección como Pontífice. 

El 16 de abril de 2012 al cumplir 85 años dijo Benedicto XVI, en alemán, durante el oficio de la mañana en la capilla vaticana: "Me encuentro frente al último tramo en el camino de mi vida". El pontífice añadió que confiaba en que la luz de Dios le ayudara a "proceder con seguridad". 

Previamente el domingo en la oración dominical en la Plaza de San Pedro había comentado “El próximo jueves, con motivo del séptimo aniversario de mi elección para la Sede de Pedro, les pido sus oraciones, para que Dios me dé la fuerza para cumplir la misión que me ha encomendado” 

La prensa entonces apuntaba: <<Sus comentarios, aunque inocuos, son el indicio más claro hasta ahora de que Benedicto XVI no tiene intenciones de renunciar, pese a su edad y su debilidad creciente.>> 

Después de su viaje a México y Cuba, Georg Ratzinger, dijo a la agencia católica alemana de noticias KNA "Creo que ya no viajará mucho más, porque es cada vez un esfuerzo más grande."[2], pero ante la proximidad de una conflicto bélico en medio Oriente, viajó posteriormente a El Líbano. 


El mensaje de fe de su renuncia


Para los creyentes no será casualidad la relación la relación entre Juan Pablo II y la Virgen de Fátima, en cuya festividad fue herido de muerte. El Papa relataría después que "su mano milagrosa desvió la bala" que habría de matarle. 

En el caso de Benedicto XVI, profesa una particular devoción a la Nuestra Señora de Lourdes y según Vittorio Messori <<El Papa se siente enfermo porque es muy anciano, así que yo creo que él ha elegido precisamente ese día para reconocerse como enfermo entre los enfermos. Y también para hacer un homenaje y una especie de invocación a la Virgen: no solamente a la Virgen de Lourdes, sino a la Virgen en cuanto tal. >>[3] 

Vittorio Messori periodista de La Stampa, inició una amistad con el Papa, a partir del libro-entrevista «Informe sobre la fe», de 1985, al entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. 

Ante la opinión de que Benedicto XVI, se ha rendido Messori contesta: << Existen aparentes rendiciones que en realidad son un signo de fuerza, de humildad. La libertad católica es mucho más grande de cuanto se piensa. Existen temperamentos diversos, historias diversas, carismas diversos, y todos ellos se han de respetar porque forman parte de la sacrosanta libertad del creyente. En Juan Pablo II prevalecía el lado místico, era un místico oriental. Mientras en Ratzinger prevalece la racionalidad del occidental, del hombre moderno. Por ello, se dan dos posibles elecciones: la mística, la del Papa Wojtyla, que persevera y resiste hasta el final; o la elección de la razón, como Ratzinger: reconocer que no se tienen ya las energías físicas y que la Iglesia, por el contrario, necesita una guía con grandes energías, por lo que, por el bien de la Iglesia, es mejor dejarlo. Ambas decisiones son evangélicas. 

Ratzinger tiene clarísimo que no estamos llamados a salvar a la Iglesia, sino a servirla, y si no puedes más, la sirves de otro modo, te arrodillas y rezas. La salvación es una cuestión que atañe a Cristo. [...] 

Así que me parece que estas dimisiones van en esta línea, en el sentido de no tomarse demasiado en serio. Haz hasta el final tu deber y, cuando te des cuenta de que no puedes más, que las fuerzas ya no te acompañan, entonces recuerdas que la Iglesia no es tuya y pasas a ser testigo, y vas a hacer un trabajo para la Iglesia que, en la perspectiva de la Iglesia es el mayor, el más valioso: el trabajo de rezar y el trabajo de ofrecer a Cristo tu sufrimiento. Lo veo como un acto de gran humildad, de conciencia de que le toca a Cristo salvar a la Iglesia, nosotros, pobres hombres, no tenemos que salvarla, incluso si eres el Papa. >>[4] 



[1] El día.es, 13 de febrero de 2013
[2] El Economista, 16 de abril de 2012
[3] El 11 de febrero es la festividad de Nuestra Señora de Lourdes
[4] http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=27674

jueves, 1 de noviembre de 2012

"EL PURGATORIO NO ES UN LUGAR DEL ESPACIO..."




Un problema de la fe en nuestro medio, es el del infantilismo, el de la falta de crecimiento, de maduración de la misma, de adecuación al pensamiento adulto.


El ejemplo más patético de éste infantilismo lo podemos atribuir al primer cosmonauta Yuri Gagarin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS); que al efectuar su circunvolución a la tierra, un 12 de abril de 1961, expresó: “Aquí no veo a ningún Dios”. 


Aunque no hay ninguna grabación del vuelo que corrobore estas palabras; si existe la de máximo dirigente Nikita Jrushchov quién en cierto contexto dijo: «Gagarin estuvo en el espacio, pero no vio a ningún Dios allí».

Cabría preguntarnos que esperaban ver Gagarin y Jrushchov: ¿ángeles revoloteando alrededor del Vostok I? o ¿a Dios sentado en su trono y con la corte celestial a su alrededor?

Cuando de niños nos prepararon para hacer la primera comunión, se nos enseñaron las verdades de la fe como corresponde a un niño. Y se nos dijo que el “cielo”, pues, estaba en el cielo y, si no se nos dijo, dedujimos que el infierno debía estar en un lugar muy caliente, quizás en el centro de la tierra. Toda la enseñanza fue referida al tiempo y al espacio, y a lo que los sentidos pueden captar, ya que solo así lo puede entender un niño.

Obviamente al crecer y poder ya captar los conocimientos dentro de la abstracción matemática y filosófica, nuestro conocimiento de la fe debe ser también replanteado, ya que entonces si podremos captar las verdades de la fe tal como son. Aunque habrá que considerar que nuestro entendimiento de las cosas por estar siempre referido a las dimensiones de tiempo y espacio y a leyes como la de la gravitación universal, así como a teorías como la de la Relatividad y de la Mecánica Quántica, pues, le costará entender aquél mundo que no está sujeto a dichas limitaciones.

El pasado día 12 de enero de 2011, Benedicto XVI, ante unas nueve mil personas que asistieron en el Aula Pablo VI a la audiencia pública de los miércoles, dedicó su catequesis a la figura de santa Catalina de Génova (1447-1510), conocida por su visión sobre el purgatorio.

Catalina tuvo una serie de revelaciones místicas, que consignó en su Tratado sobre el purgatorio y el Diálogo entre el alma y el cuerpo. 

El Papa afirmo que: “En su tiempo (el Purgatorio) se representaba principalmente con el recurso a imágenes ligadas al espacio: se pensaba en un cierto espacio, donde se encontraría el purgatorio. En Catalina, en cambio, el purgatorio no está presentado como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: es un fuego no exterior, sino interior. Esto es el purgatorio, un fuego interior”

“La Santa habla del camino de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su propia experiencia de profundo dolor por los pecados cometidos, en contraste con el infinito amor de Dios. Hemos escuchado sobre el momento de la conversión, donde Catalina siente de repente la bondad de Dios, la distancia infinita de su propia vida de esta bondad y un fuego abrasador dentro de ella. Y este es el fuego que purifica, es el fuego interior del purgatorio. También aquí hay un rasgo original respecto al pensamiento de la época. No se parte, de hecho, del más allá para narrar los tormentos del purgatorio – como era habitual en ese tiempo y quizás también hoy – y después indicar el camino para la purificación o la conversión, sino que nuestra Santa parte de la experiencia propia interior de su vida en camino hacia la eternidad. El alma – dice Catalina – se presenta a Dios aún ligada a los deseos y a la pena que derivan del pecado, y esto le hace imposible gozar de la visión beatífica de Dios. Catalina afirma que Dios es tan puro y santo que el alma con las manchas del pecado no puede encontrarse en presencia de la divina majestad. Y también nosotros nos damos cuenta de cuan alejados estamos, cómo estamos llenos de tantas cosas, de manera que no podemos ver a Dios. El alma es consciente del inmenso amor y de la perfecta justicia de Dios y, en consecuencia, sufre por no haber respondido de modo correcto y perfecto a ese amor, y por ello el amor mismo a Dios se convierte en llama, el amor mismo la purifica de sus escorias de pecado”.

“Cuando Dios ha purificado al hombre, lo ata con un hilo finísimo de oro, que es su amor, y lo atrae hacia sí con un afecto tan fuerte, que el hombre se queda como “superado y vencido y todo fuera de sí”. Así el corazón humano es invadido por el amor de Dios, que se convierte en la única guía, el único motor de su existencia. Esta situación de elevación hacia Dios y de abandono a su voluntad, expresada en la imagen del hilo, es utilizada por Catalina para expresar la acción de la luz divina sobre las almas del purgatorio, luz que las purifica y las eleva hacia los esplendores de los rayos resplandecientes de Dios “.

Si como resultado de esta lectura, les viniera un deseo de profundizar más en este tema, les recomiendo el siguiente link:

http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1346327?sp=y




Fuente: Benedicto XVI: Santa Catalina de Génova y el purgatorio, Audiencia General [12-01-2011] http://www.zenit.org/article-37854?l=spanish