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sábado, 7 de abril de 2018

LA DIVINA MISERICORDIA: UNA DEVOCIÓN PARA LOS ÚLTIMOS TIEMPOS




Profusamente estuvo circulando en las redes a partir del 19 de marzo un video de una señora Adriana Corona Gil que afirma tener locuciones del mismísimo Jesucristo, quien le comunicó que retiraría la presencia de su Madre en México. Simplemente agregaré que no tiene la autorización del Obispo de su localidad y menos del Vaticano para difundir “sus revelaciones”. 

Por contra tenemos a Santa Faustina Kowalska quien fue elegida por Jesucristo para comunicar a la humanidad que estamos ya en “los últimos tiempos” y que su deseo para éstos, es la confianza en su Misericordia y el ejercicio de la misma para con el otro, nada de temor, pánico o desesperanza, como propugnan los “profetas de los últimos tiempos” 

<<Habla al mundo de mi misericordia para que toda la humanidad conozca la infinita misericordia mía. Es la señal de los últimos tiempos. Después de ella vendrá el tiempo de la justicia. Todavía queda tiempo, que recurran pues, a la fuente de mi misericordia, que se beneficien de la sangre y del agua que brotó para ellos. >> (Diario 848). 

<<Deseo, prometió el Señor Jesús, gracias inimaginables a las almas que confían en mi misericordia>> (Diario 687). <<Que se acerquen a ese mar de misericordia con gran confianza. Los pecadores tendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que ha depositado su confianza en mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina>> (Diario 1520). 

<<Las gracias de mi Misericordia, se toman como un solo recipiente y este es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son mi gran consuelo y sobre ellas derramo todos los tesoros de mi gracia. Me alegro de que pidan mucho, porque mi deseo es dar mucho, muchísimo>> (Diario 1578). El alma que confía en mi Misericordia es la más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella>> (Diario 1273). <<Ningún alma que ha invocado mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en mi bondad>> (Diario 1541). 

Sor Faustina Kowalska a quién Jesús escogió como vidente, entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia (¿Curioso no?), en 1925 en Varsovia, sin embargo su apostolado lo realizó en en varios conventos de su Congregación: Plok, Varsovia, Wdendow, Vilna y Cracovia; en donde murió el 5 de octubre de 1938 a los 33 años. Una de las promesas que recibió de Jesús fue: <<Yo preservaré a las ciudades y casas en las cuales se encuentre esta imagen>>. 


La vida del joven Karol Wojtyla estuvo muy ligada a la Divina Misericordia. Karol, al terminar sus estudios de educación media, se matriculó en la Universidad Jagellónica de Cracovia y también en una escuela de teatro, para lo cual se movió a esta ciudad junto con su padre. En Cracovia, igual que muchos de los habitantes de la misma, tuvo conocimiento de la devoción a los 18 años. La devoción a la Divina Misericordia prendió en Cracovia, no así en Varsovia. 

El 1° de septiembre de 1939 la Alemania nazi declara la guerra e inicia la invasion de Polonia. Varsovia es bombardeada por la Luftwaffe y se da el asedio de la misma, del 8 al 28 de septiembre, con lo que la ciudad queda prácticamente destruída, con miles de habitantes muertos; no obstante Cracovia permanece ajena a la lucha; es decir Jesucristo cumplió su promesa, preservando a Cracovia y al joven Karol para empresas mayores. 

El joven Karol vivió la fidelidad de Jesús a sus promesas y se volvió el más entusiasta propagador de esta devoción. 

El papa Wojtyla proclamó el 18 de abril de 1993 beata a Faustina, canonizándola el 30 de abril de 2000 e instituyendo el mismo día, la fiesta del Domingo de la Misericordia que debe celebrarse el segundo domingo de Pascua y finalmente consagró al mundo entero a la Divina Misericordia, el 17 de agosto de 2002.

Quizás debiéramos meditar seriamente en esta advertencia de Jesús, ahora que ya estamos en “los últimos tiempos”: <<La humanidad no encontrará paz hasta que no se dirija con confianza a la misericordia divina>> (Diario 132).


Jorge Pérez Uribe