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sábado, 11 de marzo de 2017

EL CAMINO HACIA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS – Reflexión sobre `La Unitatis Redintegratio´




P. Raniero Cantalamessa*
18 de marzo de 2016  

1. El camino ecuménico después del Vaticano II


La moderna ciencia hermenéutica ha vuelto familiar el principio de Gadamer de la “historia de los efectos” (Wirkungsgeschichte). Según este método, para entender un texto es necesario tener en cuenta los efectos que este ha producido en la historia, pasando a formar parte de la historia y dialogando con ella.

Este principio resulta de gran utilidad aplicado a la interpretación de la Escritura. Nos dice que no se puede entender completamente el Antiguo Testamento, si no es a la luz del cumplimiento del Nuevo y no se puede entender el Nuevo Testamento si no es a la luz de los frutos que ha producido en la vida de la Iglesia. No basta por tanto el habitual estudio histórico-filológico de las “fuentes”, es decir de las influencias sufridas por un texto; es necesario tener en cuenta también las influencias ejercidas por este mismo. Es la regla que Jesús había formulado mucho tiempo antes, diciendo que cada árbol se conoce por sus frutos (cf. Lc 6, 44).

En la debida proporción, este principio –lo hemos visto en las meditaciones precedentes– se aplica también a los textos del Vaticano II. Hoy quisiera mostrar cómo esto se aplica en particular al decreto del ecumenismo, Unitatis redintegratio, que es el tema de esta meditación. Cincuenta años de camino y de progresos en el ecumenismo demuestran la virtualidad encerrada en ese texto.

Después de haber recordado las razones profundas que inducen a los cristianos a buscar la unidad entre ellos, y después de tomar nota del difundirse entre los creyentes de las distintas Iglesias de una nueva actitud al respecto, los Padres conciliares así expresan el intento del documento: “Considerando, pues, este Sacrosanto Concilio con grato ánimo todos estos problemas, una vez expuesta la doctrina sobre la Iglesia, impulsado por el deseo de restablecer la unidad entre todos los discípulos de Cristo, quiere proponer a todos los católicos los medios, los caminos y las formas por las que puedan responder a este divina vocación y gracia” . Las relaciones, o los frutos, de este documento han sido de dos formas. En el plano doctrinal e institucional, ha sido constituido el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos; iniciaron otros diálogos bilaterales con casi todas las confesiones cristianas, con el fin de promover un mejor conocimiento recíproco, un debate de las posiciones y la superación de prejuicios”.

Las realizaciones y los frutos de este documento han sido de dos especies. En el plano doctrinal y institucional ha sido creado el Pontificio consejo para la unidad de los cristianos y se han iniciados diálogos bilaterales para con la mayoría de las iglesias cristianas afín de promover un mejor conocimiento reciproco y superar los prejuicios.

Junto a este ecumenismo oficial y doctrinal, se ha desarrollado desde el principio un ecumenismo del encuentro y de la reconciliación de los corazones. En este ámbito destacan algunos encuentros célebres que han marcado el camino del ecumenismo en estos 50 años: el de Pablo VI con el Patriarca Atenágoras, los innumerables encuentros de Juan Pablo II y de Benedicto XVI con los jefes de distintas iglesias cristianas, del papa Francisco con el patriarca Bartolomé en el 2004, y, por último, con el Patriarca de Moscú Kirill en Cuba que ha abierto un horizonte nuevo en el camino ecuménico.

A este mismo ecumenismo espiritual, pertenecen también las muchas iniciativas en las cuales los creyentes de distintas Iglesias se encuentran para rezar y proclamar juntos el Evangelio, sin intenciones de proselitismo y en plena fidelidad cada uno a su propia Iglesia. He tenido la gracia de participar en muchos de estos encuentros. Uno de ellos permanece particularmente vivo en mi memoria porque fue como una profecía visual de resultado al qué debería llevarnos al movimiento ecuménico.

En 2009 se celebró en Estocolmo una gran manifestación de denominada “Jesus manifestation”, “Una manifestación por Jesús”. En el último día, los creyentes de las distintas Iglesias, cada uno por una calle diferente, caminaban en procesión hacia el centro de la ciudad. También el pequeño grupo de católicos, con el obispo local a la cabeza, íbamos por nuestro camino rezando. Al llegar al centro, las filas se rompían y era una única multitud la que proclamaba el señorío de Cristo frente a una multitud de 18 mil jóvenes y de transeúntes atónitos. La que pretendía ser una manifestación “por” Jesús, se convirtió en una poderosa manifestación “de” Jesús. Su presencia se podía casi tocar con la mano en un país que no está acostumbrado a manifestaciones religiosas de este tipo.

También estos desarrollos del documento sobre ecumenismo son un fruto del Espíritu Santo, un signo del invocado nuevo Pentecostés. ¿Cómo hizo el Resucitado para convencer a los apóstoles a abrirse a los gentiles y a recibirles también a ellos en la comunidad cristiana? Condujo a Pedro en la casa del centurión Cornelio, le hizo asistir a la venida del Espíritu sobre los presentes, con las mismas manifestaciones que los apóstoles habían experimentado en Pentecostés: hablar en lenguas, glorificar a Dios en voz alta. A Pedro no le quedó otra opción que llegar a la conclusión: “Si Dios les dio a ellos la misma gracia que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿cómo podía yo oponerme a Dios?” (Hch 11, 17).

El Señor resucitado está haciendo lo mismo hoy. Envía su Espíritu y sus carismas sobre los creyentes de las distintas Iglesias, también de las que creíamos más distantes de nosotros, a menudo con idénticas manifestaciones visibles. ¿Cómo no ver en eso un signo que nos empuja a aceptarnos y reconocernos recíprocamente como hermanos, aunque aún en el camino hacia una unidad más plena en el plano visible?

Fue en todo caso lo que me ha convertido a mi a tener amor a la unidad de los cristianos, acostumbrado por mis estudios preconciliares a ver a los ortodoxos y protestantes solo como “adversarios” para confutar en nuestras tesis de teología.





2. A un año del V Centenario de la reforma protestante (1517)



En la Cuaresma del año pasado, traté de mostrar los resultados a los que ha llegado, a nivel teológico, el diálogo ecuménico con el oriente ortodoxo. Al libro que recoge tales meditaciones di el título “Dos pulmones, una única respiración” el cual dice por sí solo a lo que tendemos y que en gran parte ya se ha realizado.

En esta ocasión quisiera dirigir la atención a las relaciones con el otro gran interlocutor del diálogo ecuménico que es el mundo protestante, sin entrar en cuestiones históricas y doctrinales, pero para mostrar cómo todo nos empuja a ir adelante en el esfuerzo de recomponer la unidad del occidente cristiano.

Una circunstancia hace este esfuerzo particularmente actual. El mundo cristiano nos prepara a celebrar el quinto centenario de la Reforma en el 2017. Es vital para el futuro de la Iglesia no perder esta ocasión, permaneciendo prisioneros del pasado, o limitándose a usar un tono más conciliador en el establecimiento de los aciertos y errores en ambos lados. Es el momento de hacer, creo, un salto de calidad, como cuando una barca llega a la compuerta de un río o de un canal que le permite proseguir la navegación a un nivel superior.

La situación ha cambiado profundamente en estos quinientos años, pero como siempre, es difícil tomar pronto conciencia de lo que es nuevo. Las cuestiones que provocaron la separación entre la Iglesia de Roma y la Reforma en el siglo XVI fueron sobre todo las indulgencias y la forma en la que sucede la justificación del pecador.

Pero ¿podemos decir que estos son problemas con los cuales se mantiene o cae la fe del hombre de hoy? En una conferencia celebrada en el Centro “Pro unione” de Roma, el cardenal Walter Kasper explicaba que mientras para Lutero el problema existencial número uno era cómo superar el sentido de la culpa y obtener un Dios benévolo, hoy el problema es más bien el contrario: como dar de nuevo al hombre de hoy el verdadero sentido del pecado que se ha perdido del todo.


Creo que todas las discusiones seculares entre católicos y protestantes acerca de la fe y las obras han terminado por hacer perder de vista el punto principal del mensaje paulino. Lo que el apóstol quiere afirmar, sobre todo en Romanos 3, no es que somos justificados por la fe, sino que somos justificados por la fe en Cristo; no es tanto que somos justificados por la gracia, sino que somos justificados por la gracia de Cristo. La persona de Cristo es el corazón del mensaje, incluso antes de la gracia y la fe.

Después de haber presentado a la humanidad en su estado universal de pecado y de perdición en los dos capítulos anteriores de la Carta, el apóstol tiene el increíble valor de proclamar que esta situación ha cambiado radicalmente, “en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús”, “por la obediencia de uno solo”(Rm 3, 24; 5, 19).

La afirmación de que esta salvación se recibe por fe, y no por obras, está presente en el texto y era lo más urgente donde arrojar luz en los tiempos de Lutero, cuando era claro, al menos en Europa, que se trataba de la fe en Cristo y de la gracia de Cristo. Pero esa viene en segundo lugar, no en el primero. Cometimos el error de reducir a un problema de escuelas, a lo interior del cristianismo, lo que era para el apóstol una afirmación mucho más amplia y universal. Hoy estamos llamados a redescubrir y proclamar juntos el fondo del mensaje paulino.

En la descripción de las batallas medievales siempre hay un momento en el que, superados los arqueros, caballería y todo lo demás, la lucha se concentraba alrededor del rey. Allí se decidía el éxito final de la batalla. También para nosotros la batalla de hoy está alrededor del rey… La persona de Jesucristo es el verdadero juego. Tenemos que volver, desde el punto de vista de la evangelización, al tiempo de los apóstoles. Hay una similitud entre nuestro tiempo y el de ellos.

Ellos estaban frente a un mundo pre-cristiano; en Occidente, nosotros tenemos delante un mundo en gran parte post-cristiano.

Cuando el apóstol Pablo quiere resumir en una frase la esencia del mensaje cristiano no dice: “Anunciamos esta o esa doctrina”; dice: “Nosotros predicamos a Cristo crucificado” (1 Cor 1, 23), y otra vez: “Nosotros predicamos a Cristo Jesús el Señor” (2 Cor 4, 5). Esto es el verdadero “articulus stantis cadentis et Ecclesiae”, el artículo por el cual la Iglesia se mantiene o cae.

Esto no significa ignorar todo lo que la Reforma protestante produjo de nuevo y válido, tanto en la teología y como en la de la espiritualidad, especialmente con la reafirmación de la primacía de la Palabra de Dios. Significa más bien permitir que toda la Iglesia se beneficie de sus logros positivos, una vez liberados de ciertos excesos y refuerzos debidos a la atmósfera recalentada del momento, a la interferencia de la política y a las controversias posteriores.

Un paso importante en este sentido fue la “Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación”, firmada el 31 de de octubre de 1999, entre la Iglesia católica y la Federación Mundial de Iglesias Luteranas”. En su conclusión, que dice:

“La comprensión de la doctrina de la justificación expuesta en esta Declaración muestra la existencia de un consenso entre luteranos y católicos sobre los puntos fundamentales de la doctrina de la justificación. A la luz de este acuerdo son aceptables las diferencias que existen con respecto al lenguaje, los desarrollos teológicos, y los énfasis particulares que ha tomado la comprensión de la justificación. [...] Por esta razón, la elaboración luterana y la católica de la fe en la justificación, en sus diferencias, están abiertas la una a la otra de tal forma que no invalida de nuevo el consenso alcanzado sobre verdades fundamentales”.

Yo estaba presente cuando el acuerdo fue proclamado en San Pedro durante unas vísperas solemnes presididas por el Papa Juan Pablo II y el arzobispo de Uppsala, Bertil Werkström. Me impresionó una observación que el Papa hizo en la homilía. Expresaba, si no recuerdo mal, este pensamiento: ha llegado el momento de dejar de hacer de esta doctrina de la justificación por la fe un tema de lucha y disputas entre los teólogos, y tratar, en cambio, de ayudar a todos los bautizados a hacer, de esta verdad, una la experiencia personal y libertadora. Desde ese día, no he parado, cada vez que he tenido la oportunidad en mi predicación, de exhortar a los hermanos a tener esta experiencia.

La justificación mediante la fe en Cristo debería ser predicada por toda la Iglesia y con mayor vigor que nunca. Ya no, sin embargo, en contraposición a las “buenas obras”, que es un asunto superado y resuelto, sino en oposición, en todo caso, a la pretensión del mundo secularizado de poder salvarse solo, con su ciencia, la tecnología o las técnicas espirituales de su invención. Estoy convencido de que si estuvieran vivos hoy en día, esta sería la forma en la que Lutero, Calvino y otros reformadores ¡predicarían la justificación gratuita mediante por la fe!
“Las sociedades modernas – leemos en un libro que ha hecho historia – son construidas sobre la ciencia. Le deben su riqueza, su poder y la certeza de que una riquezas y poderes aún mayores serán accesibles al hombre el día de mañana si él quiere [...]. Provistos de todo el poder, con todas las riquezas que la ciencia les ofrece, nuestras sociedades todavía tratan de vivir y enseñar sistemas de valores, ya socavados en la base por esta misma ciencia”.

Los “sistemas de valores obsoletos” son, por supuesto, para el autor, los sistemas religiosos. Jean-Paul Sartre llega a la misma conclusión desde un punto de vista filosófico. Él hace decir a uno de sus personajes: “Yo mismo hoy me acuso y solo yo me puedo absolver también, yo el hombre. Si Dios existe, el hombre no es nada”.

Es a este tipo de desafíos lanzados por el cientificismo ateo y el secularismo que deben responder los cristianos de hoy en día con la doctrina de que “el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo” (cf. Gal 2, 16).



3. Más allá de las fórmulas





Estoy convencido de que en el diálogo ecuménico con las Iglesias protestantes pesa mucho el rol de frenado de las fórmulas. Me explico. Las formulaciones doctrinales y dogmáticas, que en sus inicios fueron el resultado de procesos vitales y reflejaban el camino coral de la comunidad y la verdad alcanzada con fatiga, con el paso del tiempo tienden a endurecerse para convertirse en “consignas”, etiquetas que indican una pertenencia. La fe ya no termina en la realidad de la cosa, sino en su formulación. Estamos en las antípodas de lo que debería ser, según la famosa afirmación de Tomás de Aquino: “Fides non terminatur ad enuntiabile, sed ad rem”: la fe no termina en su formulación, sino la cosa en sí misma.

Es el fenómeno del formalismo ya en la antigüedad, una vez terminada la fase creativa de los grandes dogmas. Sólo recientemente se dieron cuenta, por ejemplo, que las divisiones dentro del Oriente cristiano, entre Iglesias calcedonianas y las llamadas monifisistas o nestorianas, estaban basados, en muchos casos, en fórmulas y el sentido diferente dado, en ellas a los términos ousia y hypostasis, que no tocaban la sustancia de la doctrina. Se ha podido restablecer, así, la comunión entre y con diferentes Iglesias orientales.

Este obstáculo es particularmente visible en las relaciones con las Iglesias de la Reforma. Fe y obras, Escritura y tradición: son contraposiciones comprensibles y en parte justificadas en su nacimiento, pero llevan al engaño si son repetidas y mantenidas en pie, como si nada hubiera cambiado en quinientos años de vida.

Tomemos la contraposición entre fe y obras. Esta tiene sentido si por buenas obras se entiende principalmente (como lamentablemente sucedía en la época de Lutero) indulgencias, peregrinaciones, ayunos, limosnas, velas votivas, y todo lo demás. En cambio lleva fuera del camino si por buenas obras se entiende las obras de caridad y de misericordia. Jesús en el Evangelio reprende que sin esas no se entra en el Reino de los Cielos y Él se verá obligado a decir: “Lejos de mí”. No se es justificado por las buenas obras, pero no nos salvamos sin las buenas obras. La justificación es sin condiciones de la parte de Dios, pero no es sin consecuencias. Esto lo creemos todos, católicos y protestantes y lo decía ya el Concilio de Trento.

Lo mismo hay que decir de la contraposición entre Escritura y tradición. Esta surge apenas se toca el problema de la revelación, como si los protestantes tuvieran solamente la Escritura y los católicos la Escritura y la tradición juntas. Cuando en realidad todas las Iglesia tienen una propia tradición. ¿Qué es lo que explica la existencia de tantas denominaciones diversas dentro del protestantismo, si no el modo diverso que tiene cada una de interpretar las Escrituras? ¿Y qué es la tradición en su contenido más verdadero si no justamente, la Escritura leída en la Iglesia y por la Iglesia?

Ni siquiera la fórmula luterana “Simul iustus et peccator”, “justo y pecador al mismo tiempo”, es un obstáculo insuperable a la comunión. Forma parte de la tradición católica desde el tiempo de los Padres, la definición de la Iglesia como “casta meretriz” (casta meretrix), como santa y que siempre necesita ser reformada” . Lo que se dice de la Iglesia en su conjunto como cuerpo de Cristo, ¿no se debería aplicar también a cada uno de sus miembros?

Lo que puede ser objeto de una explicación diversa y complementaria es el modo con el cual se entiende esta presencia simultánea de santidad y de pecado en el hombre redimido. En el adjunto a la Declaración conjunta sobre la justificación hay una explicación de la fórmula “simul iustus et peccator” que no es incompatible con la doctrina católica. Se afirma que la justificación opera una renovación real en la vida del bautizado, incluso si esto no se vuelve nunca una posesión adquirida, sobre la cual el hombre pueda apoyarse delante a Dios, mas que queda siempre dependiente de la acción del Espíritu Santo.

En 1974 hubo una noticia que asombró y divirtió al mundo entero. Un soldado japonés, enviado durante la última Guerra Mundial a una isla de Filipinas para infiltrarse entre el enemigo y recoger información, había vivido treinta años escondiéndose en la jungla y alimentándose de raíces, frutos y alguna presa, convencido de que aún había guerra y él seguía en su misión. Cuando lo encontraron fue difícil convencerlo de que la guerra había terminado y que podía volver a su país.

Yo creo que sucede algo similar entre los cristianos. Hay cristianos a los que es necesario convencerles, en ambas formaciones, que la guerra ha terminado, las guerras de religión entre católicos y protestantes han terminado. ¡Tenemos otras cosas que hacer que la guerra uno al otro! El mundo ha olvidado o no ha conocido nunca a su Salvador, a aquel que es la luz del mundo, el camino, la verdad y la vida ¿Y perdemos el tiempo discutiendo entre nosotros?



4- Unidad en la caridad


Sin embargo, no es suficiente este motivo práctico para realizar la unidad de los cristianos. No es suficiente encontrarse unidos en el frente de la evangelización y de la acción caritativa. Este es un camino que el movimiento ecuménico ha experimentado en sus inicios con el movimiento ‘Vida y acción’ (Life and Work), pero que se ha revelado insuficiente. Si la unidad de los discípulos tiene que ser un reflejo de la unidad entre el Padre y el Hijo, esta tiene que ser en primer lugar una unidad de amor, porque tal es la unidad que reina en la Trinidad. Las tres divinas personas no están unidas por el hecho de que realizan conjuntamente la creación y todas las otras obras ad extra; los son en su mismo ser. La Escritura nos exhorta a “hacer la verdad en la caridad – veritatem facientes in caritate”(Ef 4, 15). Y san Agustín afirma que “no se entra en la verdad si no a través de la caridad – non intratur in veritatem nisi per caritatem».

La cosa extraordinaria, sobre este camino hacia la unidad basada en el amor, es que esta se encuentra ya enteramente abierta delante de nosotros. No podemos “quemar las etapas” sobre la doctrina, porque las diferencias son y se resuelven con paciencia en los lugares correspondientes. Podemos en cambio quemar las etapas en la caridad, y estar plenamente unidos desde ahora. El signo verdadero y seguro de la venida del Espíritu no es, escribe nuevamente san Agustín, el hablar en lenguas, sino el amor por la unidad: “Sepan que tendrán el Espíritu Santo cuando consientan que vuestro corazón adhiera a la unidad a través de una sincera caridad”.

Releemos el himno a la caridad de san Pablo. Cada una de sus frases toma un significado actual y nuevo, si se aplica al amor entre los miembros de las diversas Iglesias.


“La caridad es paciente…
La caridad no es envidiosa…
No busca solo su interés (o solo el interés de la propia Iglesia).
No toma en cuenta el mal recibido (sino más bien el mal hecho a los demás).
No goza de la injusticia, sino que se complace por la verdad (no goza de las dificultades de las otras Iglesias, sino que se alegra de sus éxitos espirituales).
Todo cree y todo soporta” (1 Cor 13,4 ss).

“Amarse” se ha dicho “no significa mirarse uno al otro, sino mirar hacia la misma dirección”.

También entre los cristianos, amarse significa mirar juntos hacia la misma dirección que es Cristo.

“Él es nuestra paz” (Ef 2, 14). Si nos convertiremos a Cristo e iremos juntos hacia Él, nosotros cristianos nos acercaremos también entre nosotros, hasta volvernos, como él ha querido, “una sola cosa con él y con el Padre” (cf. Jn 17, 21). Sucede como con los radios de una rueda. Parten desde puntos distantes de una circunferencia, pero a medida que se acercan al centro se acercan también entre ellos, hasta formar un punto solo. Sucede como aquel día en Estocolmo…

Nos preparamos a celebrar la Pascua. En la Cruz, Jesús “ha abatido el muro de separación que existía entre nosotros, o sea la enemistad (…). Por medio del Él podemos presentarnos, los unos a los otros al Padre en un solo Espíritu” (Ef 2, 14.18). No dejemos de hacerlo para la alegría del Corazón de Cristo y para el bien del mundo.

Orden de los Frailes Menores Capuchinos, Predicador de la Casa Vaticana

Notas:
1. Cf H.G. Gadamer, Wahrheit und Methode, Tübingen 1960.
2. UR, 1.
3. Due polmoni, un unico respiro. Oriente e Occidente di fronte ai grandi misteri della fede. Libreria Editrice Vaticana 2015.
4. El texto de la Declaración se encuentra en el Enchiridion Vaticanum (EV) 17,744-817.
5. Ib, nr. 40.
6. J. Monod, Il caso e la necessità, Mondadori, Milano 1970, 136s.
7. J.P. Sartre, Il diavolo e il buon Dio, X, 4, Gallimard, Parigi 1951, p. 267 s.
8. S.Tommaso d’Aquino, Somma teologica, II-IIae , q. 1,a.2,ad 2.
9. G. L. Prestige, God in Patristic Thought, London 1952, chap. XIII; ed. Italiana Dio nel pensiero dei Padri, Bologna, Il Mulino, 1969, pp. 273 ss. (El triunfo del formalismo).
10. Cf. H.U. von Balthasar, “Casta meretrix, in Sponsa Chnristi, Morcelliana, Brescia, 1969.
11. Agostino, Contra Faustum, 32, 18 (CCL 321, p. 779).
12. Agostino, Discursos, 269, 3-4 (PL 3)

lunes, 20 de junio de 2016

LA IGLESIA ORTODOXA RUSA PIDE POSTERGAR EL CONCILIO DE CRETA


El Patriarca ruso Kirill

La decisión fue comunicada el 13 de junio por la tarde, después de las defecciones del Patriarcado de Antioquía, de los búlgaros, de los gregorianos: también Moscú se suma a sus peticiones. Si no se posterga, los rusos no participarán. Pero el encuentro se llevará a cabo según lo establecido




Andrea Tornielli

Para que se lleve a cabo en las fechas previstas (establecidas unánimemente por todos) el Concilio de Creta en programa del 19 al 26 de junio contará con la participación de 10 de las 14 Iglesias ortodoxas. No participará la Iglesia rusa, con el Patriarca de Moscú Kirill, quien tiene jurisdicción sobre más de la mitad de los cristianos de la ortodoxia. El anuncio llegó el lunes 13 de junio por la tarde desde Moscú. El Sínodo extraordinario de la Iglesia ortodoxa rusa se reunió y decidió qué hacer después de las defecciones de los últimos días. Al final decidieron sumarse a la petición de postergar el Concilio que habían presentado los demás. Si no se acepta la petición, los rusos no participarán en el Concilio.

«Todas las Iglesias deben participar en el Concilio panortodoxo —declaró el metropolita Hilarion Alfeyev, jefe del Departamento para las Relaciones exteriores del Patriarcado ruso—, y solo en este caso las decisiones que tome el Concilio serán legitimadas». El metropolitano trató también de minimizar las dificultades: «La situación no es catastrófica, es una situación regular».

Como se sabe, la tendencia de la Iglesia de Moscú era esta, es decir la petición de postergar el Concilio, el primero de todas las Iglesias ortodoxas después de más de mil años y cuya preparación ha llevado más de cincuenta años. El metropolita Hilarion, el pasado domingo 12 de junio, después de la liturgia dijo que «es mejor postergar» la cita que «hacer las cosas de prisa».

«Durante 55 años de preparación del Concilio panortodoxo, hemos hablado sobre el hecho de que debe ser un factor de unidad de la Iglesia, y, como sea, no debería causar divisiones», subrayó Hilarion. «Si consideramos que la preparación no está completa y que algunos problemas todavía no han sido aclarados, es mejor postergar este Concilio que hacer las cosas de prisa, y, en particular, sin la participación de numerosas Iglesias locales. No puede haber un Concilio panortodoxo si no participa una u otra Iglesia local», advirtió.

La primera de las defecciones fue anunciada por la Iglesia búlgara, a la que se sumaron después la Iglesia serbia y el Patriarcado de Antioquía, este último debido a una difícil controversia con el Patriarcado de Jerusalén por la jurisdicción territorial sobre Qatar. La Iglesia gregoriana se refirió a «obstáculos» a su participación, y la oposición de los monjes del monte Athos es famosa. Las fricciones se deben a ciertos textos de algunos documentos que el Concilio debería discutir y promulgar, como el documento sobre la relación de los ortodoxos con las demás confesiones cristianas. Los críticos piden cambios y la postergación del Concilio mismo, hipótesis que el Patriarcado ecuménico de Constantinopla se negó a aceptar, pues es el responsable de la organización del evento de Creta.

En realidad, las defecciones no fueron ninguna sorpresa, puesto que, como se suele hacer en las Iglesias ortodoxas, cualquier decisión sobre el Concilio, sobre sus fechas, sus modalidades y los textos que deben ser discutidos, todas las decisiones siempre han sido tomadas unánimemente por los líderes o los representantes de las Iglesias. ¿Por qué el calendario había sido aprobado por todos y ahora es puesto en discusión? ¿A qué se deben estos cambios, que han contribuido a mostrar un rostro de la ortodoxia como una realidad muy dividida en su interior? No hay que descartar que el Patriarcado de Moscú haya tenido un papel significativo en todo esto.

La Iglesia numérica, económica y estructuralmente más fuerte también cuenta con un fuerte elemento nacional y un vinculo de fierro con la presidencia rusa. Lo mismo se podría decir sobre las demás Iglesias que ahora presentan sus dudas y que mantienen vínculos sólidos con la Iglesia rusa. Puede ser que en Moscú no haya gustado mucho el papel que ha tenido Bartolomeo, el Patriarca ecuménico de Constantinopla, que tiene un primado de honor sobre toda la ortodoxia pero que numéricamente es más débil y, sobre todo, vive en una realidad de cristianismo minoritario en el gran país islámico que es Turquía en la actualidad. Sin embargo justamente en esta debilidad radica la fuerza del Patriarcado de Constantinopla que, con figuras luminosas como Atenágoras en los años cincuenta y sesenta dio un impulso extraordinario al camino ecuménico de los cristianos, herencia que ha retomado Bartolomeo, bajo cuya guía el Patriarcado ha sabido dirigirse al mundo y asumir un papel de autoridad moral reconocido.

El domingo pasado, Hilarion dijo que la decisión rusa era «muy importante y de ella dependerá en gran parte el destino de la Iglesia ortodoxa: o viviremos en paz y concordia con las demás Iglesias locales o viviremos en conflicto, disputas y discusiones». «Sabemos que en la historia de la Iglesia siempre ha actuado y seguirá actuando el Espíritu Santo —concluyó—, y creemos que el Espíritu Santo nos indicará la decisión correcta». Al final ganó la decisión del «no». Vencieron los conflictos, las disputas y las defecciones. Lo que Bartolomeo esperaba era que todas estas dudas, fricciones fueran discutidas durante el debate conciliar.

Habrá que esperar para saber qué es lo que sucederá. Constantinopla comunicó que la cita del 19 de junio en Creta sigue en pie: como fue un encuentro establecido por todos no puede ser solamente el Patriarca Bartolomeo quien decida postergarlo. Será el inicio de una discusión y del trabajo, el inicio de un proceso y de un recorrido largo, con la esperanza de que las Iglesias que han decidido no participar cambien de opinión en el futuro.



http://www.lastampa.it/2016/06/13/vaticaninsider/es/en-el-mundo/la-iglesia-ortodoxa-rusa-pide-postergar-el-concilio-de-creta-Ll7o4LZK6zsjTZuGLPUEfI/pagina.html?utm_source=dlvr.it&utm_medium=facebook

jueves, 5 de mayo de 2016

LA “OBISPA” LUTERANA MARGOT KAESSMANN: ESTE PAPA ES UN REFORMADOR


     Congreso en el Pontificio Ateneo San Anselmo, como parte de los preparativos para 
el 500 aniversario de la Reforma de Martín Lutero en 2017

Margot Kaessmann  5 de mayo de 2016


IACOPO SCARAMUZZI  |  CIUDAD DEL VATICANO

El ecumenismo vive un momento «muy bueno», incluso gracias a Papa Francisco, un «reformador» que está cerca de las personas y que es capaz de hacer gestos apreciados en el mundo reformado, como el viaje a Lampedusa. Palabra de obispa luterana, la alemana Margot Kaessmann, embajadora para el año luterano de la Iglesia Evangélica de Alemania, que inauguró un congreso internacional e interconfesional (católico-luterano) en el Pontificio Ateneo San Anselmo como parte de los preparativos para el 500 aniversario de la Reforma de Martín Lutero en 2017. 

Los quinientos años de la Reforma luterana, por una parte; por otra, la presencia de un Papa comprometido en una reforma de la Iglesia católica y en el diálogo con las demás confesiones cristianas. ¿Se trata de un momento especial para el ecumenismo? 

Diría que sí: este Papa es un reformador en su Iglesia y creo que Martín Lutero era un reformador en su Iglesia, quería reformar su Iglesia católica romana. Nos encontramos en un muy buen momento desde el punto de vista ecuménico, porque ecumenismo por una parte significa discusión sobre la Iglesia, la eucaristía, el bautismo, los ministerios, y, por otra, significa actuar como cristianos en el mundo, y ya estamos muy cerca en este aspecto.


¿Constituye para ustedes un problema que el Papa provenga de una orden religiosa, los jesuitas, que nació en el siglo XVI como respuesta a la Reforma protestante o como respuesta a la crisis de la Iglesia católica? 

En cierto sentido, san Ignacio de Loyola también quería reformar la Iglesia. Yo creo que no es ningún problema. El Papa, con sus orígenes latinoamericanos, tiene una visión muy diferente sobre el mundo y muchos luteranos o personas de las Iglesias reformadas están muy entusiasmadas de que vaya a Lampedusa, de que lave los pies a personas pobres en una cárcel, de que vaya hacia la gente. No es un problema que sea jesuita, la oportunidad es que se trata de un Papa que está cerca de las personas.


¿Los problemas en el diálogo ecuménico nacen de las diferencias entre las Iglesias cristianas o más bien en los sectores conservadores que cada una de estas Iglesias tiene en su interior? 

Obviamente hay “hardliners” y fundamentalistas en todas las religiones y en todas las denominaciones. Pero, por ejemplo, en Alemania, a nivel parroquial, las personas no quieren que el ecumenismo nos haga a todos iguales: sería aburrido. Podemos seguir siendo diferentes, pero en el respeto de las diferencias, sobre todo en las sociedades secularizadas de Europa, el deseo de decir: somos diferentes en algunas convicciones teológicas, pero estamos más cerca unos a los otros de lo que estamos con los ateos o con personas de otras religiones. Esta, para mí, es la gran oportunidad del ecumenismo. Claro, las fuerzas conservadoras de cada Iglesia y de cada religión no adoran el diálogo, porque el diálogo significa siempre afirmar: ‘La verdad sobre Dios es mi verdad’, pero tal vez otro encuentre otra verdad sobre Dios, y esto es tolerable. 


Para extender el discurso a los ortodoxos, ¿según su opinión, la buena relación que Papa Francisco tiene con el Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomeo, y el encuentro histórico que tuvo con el Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Kirill, demuestra que el diálogo ecuménico se concentra principalmente en cuestiones concretas, como la migración o la secularización de la sociedad, y no tanto en cuestiones teológicas fundamentales? 

Puede ser cierto que el diálogo sea diferente si consideramos las cuestiones del mundo y la manera en la que los cristianos deberían actuar en el mundo. Pero, con respecto a la Iglesia ortodoxa, y en particular a la Iglesia ortodoxa rusa, hay que decir que la Iglesia católica y la Iglesia luterana están cada vez más cerca, porque ambas vivieron la época de la ilustración. Creo que la Iglesia ortodoxa rusa todavía no está lista para aceptar que vivimos en una sociedad secularizada. Para mí, este es un tema importante, porque tengo la impresión de que la ortodoxia rusa todavía razona en términos de Iglesia como parte del poder que guía un país, mientras que en la Europa occidental nos estamos alejando de esa concepción: la Iglesia no guía ningún país, la religión no guía un país. 


En relación con la persecución de los cristianos, este Papa afirma que el martirio de los cristianos representa un signo de ecumenismo, porque los que persiguen a los cristianos no distinguen entre católicos, protestantes, ortodoxos. ¿Está de acuerdo? 

En cierto sentido es triste, pero es cierto; quienes persiguen a los cristianos no hacen distinciones entre católicos romanos, reformados u ortodoxos. Sin embargo, como cristianos debemos decir que si otros nos persiguen, nuestra respuesta no será la de perseguirles. Por ejemplo, cuando llegan refugiados a Europa, creo que no debemos distinguir si son cristianos, musulmanes u otra cosa, sino que la actitud cristiana, como dijo Jesús, es la de estar abiertos al extranjero, sea quien sea y provenga de donde provenga. Creo que la respuesta que debemos dar es no comenzar a hacer distinciones, como hacen algunos países radicales islámicos. 


¿Qué significa para el mundo luterano el viaje de Papa Francisco a Lund, Suecia, para participar en el 500 aniversario de la reforma luterana el próximo 31 de octubre? ¿Usted cree que el Papa visite Alemania en 2017? 

En Alemania, los periodistas me preguntan constantemente si el Papa irá a Wittemberg (la pequeña ciudad alemana desde donde partió la Reforma de Lutero, ndr.), y yo les digo que no es necesario: tendremos un aniversario de la Reforma en Alemania con los católicos, los ortodoxos y los menonitas, también tendremos momentos de diálogo con los hebreos y musulmanes. Esta es una celebración alemana y, por primera vez, no celebraremos al Lutero nacional alemán, sino global, abierta y ecuménicamente. La visita del Papa a Lund, según yo, es la consecuencia correcta. La que lo invitó fue la Federación Luterana Mundial; es el nivel justo. El Papa irá a Lund, será acogido por un arzobispo sueco y creo que será un buen signo a nivel global. Si el Papa viniera a Wittemberg, creo que se daría demasiada atención al Papa, y el aniversario de la Reforma en Alemania, según yo, es la oportunidad para que personas de Dios hablen de su fe en la sociedad secularizada alemana. 


¿Qué puede aprender la Iglesia católica de la Reforma y qué puede aprender la Reforma de la Iglesia católica? 

Preguntarse qué es lo que podemos encontrar en otra Iglesia que nosotros no tenemos, en mi opinión, es una buena actitud. Lo que yo admiro de verdad en la Iglesia católica romana es que mantiene la unidad global de la Iglesia, a pesar de todas las diferencias al respecto en su interior, porque es mucho mejor para enseñarle al mundo global cuál es la Iglesia. Los luteranos y los reformados pueden aprender de los católicos a no separarse tan fácilmente. Creo que lo que la Iglesia católica podría aprender de la Iglesia luterana, por ejemplo, es que las mujeres pueden ser sacerdotes, obispos, y, si tuviéramos un Papa, también Papas, porque para nosotros el bautismo es el sacramento clave y quien ha sido bautizado, como decía Lutero, puede ser sacerdote, obispo o Papa. No hay que temer a las mujeres, laicas u ordenadas, ayudan a la Iglesia a estar más cerca de las personas. 

En el Pontificio Ateneo San Anselmo, en el Aventino, Margot Kaessmann, teóloga y obispa, inauguró ayer el congreso titulado “Signos de perdón – Caminos de conversión –Prácticas de penitencia: una Reforma que interpela a todos”. El congreso concluirá mañana, seis de mayo, con la relación de la profesora Susan Wood, sobre el tema “Del conflicto a la comunión” 


Fuente: http://www.lastampa.it/2016/05/05/vaticaninsider/es/reportajes-y-entrevistas/la-obispa-luterana-margot-kaessmann-este-papa-es-un-reformador-jmC5lCmbq2BlYRZMRymESI/pagina.html?utm_source=dlvr.it&utm_medium=facebook

jueves, 18 de febrero de 2016

LA ENTREVISTA ENTRE EL PATRIARCA KIRILL Y EL PAPA FRANCISCO



El Papa Francisco, de 79 años, tras 11 horas de vuelo, desembarcó con buen ánimo en el aeropuerto internacional José Martí, en La Habana. El sentir de Francisco se podía constatar en el Twitter de su cuenta Pontifex, publicado durante el vuelo: “Hoy es un día de gracia. Es un regalo de Dios este encuentro con el Patriarca Kirill. Recen por nosotros”.

El presidente cubano, Raúl Castro, le esperaba al pie de la escalerilla, junto con dignatarios civiles y religiosos de la isla. Su encuentro en la sala presidencial del aeropuerto fue breve y rápidamente pasó a la reunión privada con el Patriarca Cirilo (Kirill) de Moscú.



El momento y lugar correcto


Los dos líderes cristianos se estrecharon las manos, se besaron tres veces y Kirill preguntó por el vuelo, comentando que "hoy por hoy las distancias largas no son realmente barreras". "Siento que nos encontramos en el momento correcto y el lugar correcto", dijo el jerarca ruso. Francisco respondió: "Doy gracias a la Santa Trinidad por haber tenido esta posibilidad". Expresó que esperaba el encuentro "de corazón". 

El Patriarca comentó: "Me pareció que esto podría haber sucedido antes, pero los acontecimientos de los últimos años han creado ciertas dificultades, pero pese a las circunstancias difíciles hoy tenemos la posibilidad de hablar" (refiriéndose probablemente a la guerra en Ucrania). El Patriarca insistió: "Una vez más quiero subrayar que esto [la reunión] ha sucedido por la voluntad de Dios". Y dejó caer a la prensa rusa (se ve en el portal ortodoxo Pravmir.ru) que "no hay ningún impedimento por ninguna de las partes para que haya más encuentros".

Un documento de 30 puntos


Después se reunieron en privado durante dos horas. Sobre la mesa tenían un documento largo, de varias páginas, en italiano y en ruso, que las diplomacias eclesiales de Roma y Moscú han estado trabajando durante mucho tiempo y que aún el pasado miércoles recibía modificaciones, según admitió el metropolita Hilarión, responsable de relaciones exteriores de la Iglesia Ortodoxa Rusa. El documento tiene 30 puntos, habla de la unidad en 5 ocasiones y se titula según 2 Cor 13,13: "Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la participación del Espíritu Santo estén con vosotros".

Al acabar la reunión, el Papa y el Patriarca se presentaron para firmar en público la declaración en italiano y en ruso. Lo hicieron acompañando la firma con un abrazo.



Discurso del Patriarca: cooperar, por el bien de la humanidad


Después, habló el Patriarca: "Durante dos horas hemos sostenido una discusión abierta y fraterna, con pleno entendimiento de la responsabilidad de nuestras iglesias y de nuestro pueblo creyente por el futuro del cristianismo y por el futuro de la civilización humana. Fue una conversación con mucho contenido que nos dio la oportunidad de entender y sentir las posiciones de uno y otro. El resultado es que hoy las dos iglesias pueden cooperar para defender a los cristianos de todo el mundo. Trabajar conjuntamente para que no haya guerra, para que la vida humana se respete en todo el mundo y se fortalezcan los valores de la moral personal, familiar y social y que a través de la participación de la iglesia en la vida social sea glorificado el santísimo nombre de Jesucristo y el Espíritu Santo".

Como se ve, Kirill no usó en ningún momento la palabra "unidad", y se centró en hablar de "trabajo conjunto" para defender a los cristianos. No menciona al Islam o el yihadismo, sino a "la moral social" y "la participación de la Iglesia en la vida social". Y este trabajo debe beneficiar al "futuro de la civilización humana". 

Francisco habló de los "deseos de unidad" de Kirill



El contrario, el Papa Francisco, en su alocución, sí mencionó 3 veces la palabra unidad. Estas son las palabras de Francisco: "Hablamos como hermanos. Tenemos el mismo bautismo. Somos obispos. Coincidimos en que la unidad se hace caminando. Hablamos claramente, sin medias palabras. Yo le confieso que he sentido la consolación del Espíritu en este diálogo. Agradezco la humildad de Su Santidad, humildad fraterna y sus buenos deseos de unidad. Hemos emprendido una serie de iniciativas que creo que son viables y se podrán realizar. Por eso quiero agradecer a Su Santidad su benévola acogida". 

El Papa después dio gracias a los gestores diplomáticos del encuentro (el cardenal Koch y el metropolita Hilarión). Y a continuación, bajo la mirada divertida del Patriarca ruso, añadió:

"No quiero irme sin dar un sentido agradecimiento a Cuba, al gran pueblo cubano y a su presidente, aquí presente. Agradezco su disponibilidad activa. Si sigue así, Cuba será la capital de la unidad. Y que todo esto sea para gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, para el bien del santo pueblo fiel de Dios bajo el manto de la Santa Madre de Dios". 

Tras la firma, ambos jerarcas saludaron a los integrantes de cada séquito y a los miembros del episcopado cubano allí presentes y entregaron algunos regalos. Raúl Castro, que estaba apenas un poco retirado detrás del Patriarca, también recibió saludos de algunos miembros de cada séquito. 

Terminado el acto se retiraron; al Papa le quedaban aún unas horas hasta México.


Fuente: http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=kirill-hablo-de-entendimiento-por-el-cristianismo-y-la-humanidad-francisco-47750


Declaración conjunta del Papa Francisco y del Patriarca Kiril de Moscú y Toda Rusia




“Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la participación del Espíritu Santo estén con todos vosotros” (2 Corintios 13,13).

1. Por la voluntad de Dios Padre, de quien procede todo don, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, con la ayuda del Espíritu Santo Consolador, nosotros, Francisco, Papa y Obispo de Roma, y Kiril, Patriarca de Moscú y Toda Rusia, reunimos hoy en La Habana. Damos gracias a Dios, glorificado en la Santísima Trinidad, por este encuentro, el primero en la historia.

Con alegría, nos reunimos como hermanos en la fe cristiana que se encontraron para “hablar… personalmente” (2 Juan, 12), de corazón a corazón, y discutir las relaciones mutuas entre las Iglesias, los problemas palpitantes de nuestro rebaño y las perspectivas del desarrollo de la civilización humana.

2. Nuestro encuentro fraterno se llevó a cabo en Cuba, en la encrucijada entre el Norte y el Sur, el Este y el Oeste. Desde esta isla, un símbolo de esperanza del Nuevo Mundo y de los dramáticos acontecimientos de la historia del siglo XX, dirigimos nuestras palabras a todas las naciones de América Latina y de otros continentes.

Nos alegra el hecho de que hoy en día aquí la fe cristiana evoluciona dinámicamente. El potencial religioso de gran alcance en América Latina, sus tradiciones cristianas multiseculares, manifestadas en la experiencia personal de millones de personas, son clave para un gran futuro de esta región.

3. Al reunirnos a distancia de las antiguas disputas del Viejo Mundo, sentimos muy fuertemente la necesidad de colaboración entre los católicos y los ortodoxos, que deben estar siempre preparados para responder a cualquiera que les pida razón de la esperanza (1 Pedro 3, 15).

4. Damos gracias a Dios por los dones que hemos recibido a través de la venida al mundo de su Hijo Unigénito. Compartimos la Tradición espiritual común del primer milenio del cristianismo. Los testigos de esta Tradición son la Santísima Madre de Dios, la Virgen María, y los santos a quienes veneramos. Entre ellos están innumerables mártires que mostraron su fidelidad a Cristo y se convirtieron en “la semilla de cristianos”.

5. A pesar de tener la Tradición común de diez primeros siglos, los católicos y los ortodoxos, durante casi mil años, están privados de comunicación en la Eucaristía. Permanecimos divididos dado a las heridas causadas por los conflictos del pasado lejano y reciente, por las diferencias heredadas de nuestros antepasados, en la comprensión y la explicación de nuestra fe en Dios, un ser único que existe como tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Lamentamos la pérdida de la unidad, que era una consecuencia de la debilidad y la pecaminosidad humana, que se produjo a despecho de la oración del Primer Sacerdote, Cristo Salvador: “Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17, 21).

6. Conscientes de muchos obstáculos que hay que superar, esperamos que nuestro encuentro contribuya a la obtención de la unidad mandada por Dios, por la que Cristo había rezado. Que nuestro encuentro inspire a los cristianos de todo el mundo para invocar con el nuevo fervor al Señor, orando sobre la plena unidad de todos sus discípulos. Que ésta, en el mundo que espera de nosotros no sólo palabras, sino acciones, sea un signo de esperanza para todas las personas de buena voluntad.

7. Teniendo firmeza en hacer todo lo necesario para superar las diferencias históricas heredadas por nosotros, queremos reunir nuestros esfuerzos a fin de dar testimonio del Evangelio de Cristo y del patrimonio común de la Iglesia del primer milenio, respondiendo conjuntamente a los desafíos del mundo moderno. Los ortodoxos y los católicos deben aprender a llevar el testimonio común de la verdad en aquellas áreas, en las que es posible y necesario. La civilización humana ha entrado en un período de cambios epocales. La conciencia cristiana y la responsabilidad pastoral no nos permiten que permanezcamos indiferentes ante los desafíos que requieren una respuesta conjunta.

8. Nuestra atención está dirigida principalmente hacia aquellas regiones del mundo donde los cristianos están sometidos a persecución. En muchos países de Oriente Medio y África del Norte, se exterminan familias completas de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, pueblos y ciudades enteros habitados por ellos. Sus templos están sometidos a la destrucción bárbara y a los saqueos, los santuarios – a la profanación, los monumentos – a la demolición. En Siria, Irak y otros países de Oriente Medio observamos con dolor el éxodo masivo de cristianos de la tierra donde nuestra fe comenzó a extenderse, y donde ellos vivían a partir de los tiempos apostólicos, junto con otras comunidades religiosas.

9. Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional a tomar medidas inmediatas para evitar un mayor desplazamiento de los cristianos de Oriente Medio. Levantando nuestras voces en defensa de los cristianos perseguidos, también solidarizamos con sufrimientos de seguidores de otras tradiciones religiosas, que se han convertido en víctimas de la guerra civil, el caos y la violencia terrorista.

10. En Siria e Irak esta violencia ha cobrado miles de vidas, dejando sin hogares y medios de vida a unos millones de personas. Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional a unirse para poner fin a la violencia y al terrorismo y al mismo tiempo, a través del diálogo, a contribuir a la pronta obtención de la paz civil. Se requiere una ayuda humanitaria de gran escala para el pueblo que sufre, y para muchos refugiados en los países vecinos.

Solicitamos a todos los que pueden, influir en el destino de todos los secuestrados, incluyendo a los Metropolitas de Alepo, Pablo y Juan Ibrahim, capturados en abril de 2013, para hacer todo lo necesario a fin de su pronta liberación.

11. Enviamos oraciones a Cristo, Salvador del mundo, sobre el establecimiento en suelo de Oriente Medio de la paz, que es producto de la justicia (Isaías 32, 17), sobre el fortalecimiento de la convivencia fraterna entre diversos pueblos, Iglesias y religiones situados en esta tierra, sobre el regreso de los refugiados a sus casas, sobre la curación de los heridos y el reposo de almas de las víctimas inocentes.

Dirigimos a todas las partes que puedan estar involucradas en los conflictos, un ferviente llamamiento para manifestar buena voluntad y llegar a la mesa de negociación. Al mismo tiempo, es necesario que la comunidad internacional haga todos los esfuerzos posibles para poner fin al terrorismo mediante acciones comunes, conjuntas y sincronizadas. Hacemos un llamamiento a todos los países involucrados en la lucha contra el terrorismo, a las acciones responsables y prudentes. Hacemos un llamado a todos los cristianos y a todos los creyentes en Dios para rezar al Señor Creador y Providente que cuida el mundo, que guarde su creación de la destrucción y no permita una nueva guerra mundial. Para que la paz sea duradera y fiable, se requieren esfuerzos especiales destinadas al regreso a los valores comunes, que nos unen, basados en el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.

12. Admiramos la valentía de aquellos que entregan sus vidas por haber dado testimonio de la verdad del Evangelio, prefiriendo la muerte ante la abjuración de Cristo. Creemos que los mártires de nuestros tiempos, procedentes de diferentes Iglesias, pero unidos por un sufrimiento común, son la clave para la unidad de los cristianos. A vosotros, los que sufren por Cristo, dirige su palabra el Apóstol del Señor: “Queridos hermanos,… alegraos de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también os llenéis de alegría cuando su gloria se manifieste” (1 Pedro 4, 12-13).

13. En esta época turbadora se necesita el diálogo interreligioso. Las diferencias en comprensión de las verdades religiosas no deben impedir que las personas de diversas religiones vivan en paz y armonía. En las circunstancias actuales, los líderes religiosos tienen una responsabilidad especial por la educación de su rebaño en el espíritu de respeto por las creencias de aquellos que pertenecen a otras tradiciones religiosas. Los intentos de justificar actos criminales por consignas religiosas son absolutamente inaceptables. Ningún crimen puede ser cometido en el nombre de Dios, “porque Dios es Dios de paz y no de confusión” (1 Corintios 14, 33).

14. Atestiguando el alto valor de la libertad religiosa, damos gracias a Dios por el renacimiento sin precedentes de la fe cristiana que ahora se lleva a cabo en Rusia y muchos países de Europa del Este, donde por décadas han gobernado regímenes ateos. Hoy en día, las cadenas del ateísmo militante cayeron, y en muchos lugares los cristianos son libres de profesar su fe. Durante un cuarto de siglo, aquí se erigieron decenas de miles de nuevos templos, se abrieron cientos de monasterios y escuelas teológicas. Las comunidades cristianas realizan amplias actividades caritativas y sociales, prestando diversa asistencia a los necesitados. Los ortodoxos y los católicos a menudo trabajan hombro con hombro. Ellos defienden la base espiritual común de la sociedad humana, dando testimonio de los valores evangélicos.

15. Al mismo tiempo, nos preocupa la situación que tiene lugar en tantos países, donde los cristianos enfrentan cada vez más la restricción de la libertad religiosa y del derecho a dar testimonio sobre sus creencias y a vivir de acuerdo con ellas. En particular, vemos que la transformación de algunos países en las sociedades secularizadas, ajenas de cualquier memoria de Dios y su verdad, implica una grave amenaza para la libertad religiosa. Estamos preocupados por la limitación de los derechos de los cristianos, por no hablar de la discriminación contra ellos, cuando algunas fuerzas políticas, guiadas por la ideología del secularismo que en numerosos casos se vuelve agresivo, tienden a empujarles a los márgenes de la vida pública.

16. El proceso de la integración europea, que comenzó después de siglos de conflictos sangrientos, fue acogido por muchas personas con esperanza, como prenda de paz y seguridad. Al mismo tiempo, advertimos en contra de aquella clase de integración que no respeta la identidad religiosa. Respetamos la contribución de otras religiones a nuestra civilización, pero estamos convencidos de que Europa debe mantener la fidelidad a sus raíces cristianos. Hacemos un llamamiento a los cristianos en Europa Occidental y Europa Oriental a unirse a fin de dar testimonio conjunto sobre Cristo y el Evangelio, para que Europa mantenga su alma formada por dos mil años de la tradición cristiana.

17. Nuestra atención está destinada a las personas que se encuentran en una situación desesperada, viven en la pobreza extrema en el momento en que la riqueza de la humanidad está creciendo. No podemos permanecer indiferentes al destino de millones de migrantes y refugiados que tocan a las puertas de los países ricos. El consumo incontrolado, típico para algunos estados más desarrollados, agota rápidamente los recursos de nuestro planeta. La creciente desigualdad en la distribución de bienes terrenales, aumenta el sentido de la injusticia del sistema de las relaciones internacionales que se está implantando.

18. Las Iglesias cristianas están llamadas a defender exigencias de la justicia, del respeto a las tradiciones nacionales y de la solidaridad efectiva con todos los que sufren. Nosotros, los cristianos, no debemos olvidar que “para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes ha escogido a los que el mundo tiene por débiles. Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia de este mundo, es decir, a los que no son nada, para anular a los que son algo. Así nadie podrá presumir delante de Dios” (1 Corintios 1, 27-29).

19. La familia es el centro natural de la vida de un ser humano y de la sociedad. Estamos preocupados por la crisis de la familia en muchos países. Los ortodoxos y los católicos, compartiendo la misma visión de la familia, están llamados a testificar acerca de la familia como de un camino hacia la santidad, que se manifiesta en la fidelidad mutua de los cónyuges, su disponibilidad para dar a luz a los niños y formarles, en la solidaridad entre las generaciones y el respeto hacia los enfermizos.

20. La familia es fundada sobre el matrimonio que es un acto libre y fiel de amor entre un hombre y una mujer. El amor fortalece su unión, les enseña a aceptar uno a otros como a un don. El matrimonio es la escuela del amor y de la fidelidad. Lamentamos que otras formas de convivencia se equiparan ahora con esta unión, y la visión de la paternidad y la maternidad como de especial vocación del hombre y de la mujer en el matrimonio, santificada por la tradición bíblica, se expulsa de la conciencia pública.

21. Hacemos un llamamiento a todos para respetar el derecho inalienable a la vida. Unos millones de bebés están privados de la propia posibilidad de aparecer a la luz. La sangre de los niños no nacidos pide a gritos a Dios que haga justicia. (Génesis 4, 10).

La divulgación de la así llamada eutanasia conduce al hecho de que los ancianos y enfermos comienzan a sentirse carga excesiva para su familia y la sociedad en conjunto.

Expresamos nuestra preocupación por el uso cada vez más extendido de las tecnologías biomédicas de reproducción, porque la manipulación de la vida humana es un ataque contra los fundamentos del ser de la persona creada a imagen de Dios. Consideramos que nuestro deber es hacer acordarse sobre la inmutabilidad de los principios morales cristianos, basados en el respeto por la dignidad de la persona que está destinada a la vida de acuerdo con el plan de su Creador.

22. Queremos hoy dirigir unas palabras especiales a la juventud cristiana. Vosotros, los jóvenes, no debéis esconder dinero en la tierra (Mateo 25, 25), sino usar todas las dotes dadas por Dios, para afirmar la verdad de Cristo en el mundo, realizar los mandamientos evangélicos del amor a Dios y al prójimo. No tengáis miedo de ir contra la corriente, defendiendo la verdad de Dios, con la que no siempre se ajustan las normas seculares modernas.

23. Dios os ama y espera de cada uno de vosotros que seáis sus discípulos y apóstoles. Sed la luz de este mundo, para que otros, viendo el bien que hacéis, alaben todos a vuestro Padre que está en el cielo (Mateo 5, 14-16). Educad a los niños en la fe cristiana para entregarles la perla preciosa de la fe (Mateo 13, 46) que recibisteis de vuestros padres y antepasados. No olvidéis que “Dios os ha comprado por un precio” (1 Corintios 6, 20), el precio de la muerte en la cruz de Dios Hombre, Jesucristo.

24. Los ortodoxos y los católicos están unidos no sólo por la Tradición común de la Iglesia del primer milenio, sino también por la misión de predicar el Evangelio de Cristo en el mundo contemporáneo. Esta misión requiere respeto mutuo entre los miembros de las comunidades cristianas, excluye cualquier forma del proselitismo.

No somos competidores, sino hermanos: debemos arrancar de este concepto ejecutando todas actividades relacionadas con nuestros lazos y contactos con el mundo exterior.

Instamos a los católicos y a los ortodoxos de todo el mundo para aprender a vivir juntos en paz, amor y armonía unos con otros (Romanos 15, 5). Es inaceptable el uso de medios incorrectos para obligar a los fieles a pasar de una Iglesia a otra, dejando de lado su libertad religiosa y sus propias tradiciones. Estamos llamados a poner en práctica el mandamiento de San Pablo Apóstol y “anunciar el evangelio donde nunca antes se había oído hablar de Cristo, para no construir sobre cimientos puestos por otros” (Romanos 15, 20).

25. Esperamos que nuestro encuentro contribuya a la reconciliación donde hay tensiones entre los greco-católicos y los ortodoxos. Hoy en día es obvio que el método de “la unión” de los siglos pasados que implica la unidad de una comunidad con la otra a costa de la separación de su Iglesia, no es la manera de restaurar la unidad. Al mismo tiempo, las comunidades eclesiásticas que han aparecido como resultado de circunstancias históricas tienen derecho a existir y hacer todo lo necesario para satisfacer menesteres espirituales de sus fieles, buscando la paz con sus vecinos. Los ortodoxos y los greco-católicos necesitan la reconciliación y la búsqueda de formas de convivencia mutuamente aceptables.

26. Lamentamos el enfrentamiento en Ucrania que ya cobró muchas vidas, causó sufrimientos innumerables a los civiles, hundió la sociedad en una profunda crisis económica y humanitaria. Hacemos un llamamiento a todas las partes del conflicto a tener prudencia, mostrar la solidaridad social y trabajar activamente para el establecimiento de la paz. Instamos a nuestras Iglesias en Ucrania a trabajar para lograr la armonía social, abstenerse de participar en la confrontación y de apoyar el desarrollo del conflicto.

27. Esperamos que la división entre los creyentes ortodoxos en Ucrania sea vencida sobre la base de las normas canónicas existentes, que todos los cristianos ortodoxos de Ucrania vivan en paz y armonía, y que las comunidades católicas del país contribuyan a ello, para que nuestra hermandad cristiana sea aún más evidente.

28. En el mundo de hoy, multifacético y al mismo tiempo unido por el destino común, los católicos y los ortodoxos están llamados a colaborar fraternamente para anunciar el Evangelio de la salvación, dar testimonio común de la dignidad moral y la auténtica libertad humana, “para que el mundo crea” (Juan 17, 21). Este mundo, en el que se están socavando rápidamente los fundamentos morales de la existencia humana, espera de nosotros el fuerte testimonio cristiano en todos los ámbitos de la vida personal y social. ¿Podremos en la época crucial dar testimonio conjunto del Espíritu de la verdad? De esto depende, en gran medida, el futuro de la humanidad.

29. Que Jesucristo, Dios Hombre, Nuestro Señor y Salvador, nos ayude en el anuncio valiente de la verdad de Dios y de la Buena Noticia de salvación. El Señor nos fortalece espiritualmente con su promesa infalible: “No tengáis miedo, pequeño rebaño, que el Padre, en su bondad, ha decidido daros el reino” (Lucas 12, 32).

Cristo es una fuente de alegría y de esperanza. La fe en él transfigura la vida del ser humano, la llena de significado. Lo han vivido por su propia experiencia todos aquellos de los que se puede decir con las palabras de San Pedro Apóstol: “Antes, ni siquiera erais pueblo, pero ahora sois pueblo de Dios; antes Dios no os tenía compasión, pero ahora tiene compasión de vosotros” (1 Pedro 2, 10).

30. Llenos de gratitud por el don de comprensión mutua que se manifestó en nuestra reunión, nos dirigimos con esperanza a la Santísima Madre de Dios, haciendo solicitud con las palabras de la antigua oración: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios”. Que la Santísima Virgen María con su amparo fortalezca la hermandad de todos que la veneran, para que ellos, en un momento determinado por Dios, se junten, en paz y concordia, en el único pueblo de Dios, ¡sea glorificado el nombre de la Trinidad Consustancial e Inseparable!


Francisco, Obispo de Roma, Papa de la Iglesia Católica

Kiril, Patriarca de Moscú y Toda Rusia

jueves, 11 de febrero de 2016

POR VEZ PRIMERA EN LA HISTORIA SE REÚNEN UN PAPA Y EL PATRIARCA DE TODAS LAS RUSIAS





Un largo camino a la unidad


Hasta Pío XII, la Iglesia Católica, mantuvo una posición de aislamiento <<esperando que los herejes y los cismáticos recuperasen la sensatez y los materialistas abandonarán su materialismo ateo. La Iglesia podía esperar, como había esperado antes… >>[1]

Pero en 1958 el viento del Espíritu empezó a soplar en otro sentido. Había que ir en busca de los herejes y cismáticos, con un espíritu de hermandad y humildad. Juan XXIII inauguró un movimiento ecuménico centrado en Roma y lo puso bajo la dirección de un secretariado encabezado por el jesuita y diplomático alemán el cardenal Bea.

Además aprovechando su encargo anterior de delegado apostólico en Turquía y Grecia cultivó una amistad con el patriarca ecuménico de Constantinopla, Atenágoras I, la cual fructificaría en el pontificado de su sucesor.

Pablo VI se reunió con el Patriarca Armenio y el Patriarca Ecuménico de Jerusalén. Posteriormente con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Atenágoras I y el 7 de diciembre de 1965, ambos levantaron las excomuniones mutuamente otorgadas cinco siglos atrás. A partir de entonces se establecieron relaciones que se han estrechado cada vez más.


La lejana Tercera Roma


En la historia de la Iglesia Ortodoxa, se llamó “Segunda Roma” al Patriarcado de Constantinopla en los tiempos del Imperio Bizantino que era el más poderoso, hasta su dominación por los turcos en el año 1453 d. c. Fue entonces que Moscú asumió el papel de la llamada "Tercera Roma", como aglutinador de las iglesias ortodoxas.

La Iglesia Ortodoxa Rusa, muy ligada a los zares, sufrió la sustitución de esta casa imperial por otra: la de los soviets comunistas, para los que la religión era el “opio del Pueblo”. La Iglesia Ortodoxa fue perseguida y sobrevivió en las catacumbas. Por ello el acercamiento del vaticano no se podría dar, sino hasta el derrumbamiento del régimen comunista.

El gran sueño de Juan Pablo II fue que el patriarca Alexis II lo invitará a visitar Rusia, pero esto nunca ocurrió. Fue hasta la muerte de Alexis II, en 2008 cuando con el nuevo patriarca Kirill I (Cirilo en español) empezaron a cambiar las cosas. Podríamos decir que el Patriarca de Moscú y de todas las Rusias fue movido por el mismo Espíritu que inspiró a Juan XXIII, ya que abandonó el tradicional aislamiento de la Iglesia Ortodoxa Rusa y sorprendió con una visita a su ancestral enemigo Polonia.

En septiembre de 2009 el arzobispo Hilarión estuvo en Roma cinco días, como representante del nuevo Patriarca Ortodoxo ruso Kirill de Moscú. Y el 18 de septiembre de 2009, se encontró con Benedicto XVI durante casi dos horas, en Castel Gandolfo, el palacio de verano de los Papas situado a unos 30 km de Roma.



Vino la renuncia de Benedicto XVI y la elección del Papa Francisco. Parecía que los esfuerzos de acercamiento se habían cancelado, hasta que una nota periodística del día 5 de febrero de este año informó: <<Pese a que hace pocos días el servicio de prensa del Patriarcado de Moscú lo había negado a la agencia Interfax, una nota conjunta del Vaticano y el Patriarcado lo confirma ahora: Francisco se reunirá en Cuba con el Patriarca de Moscú y de Toda Rusia, Cirilo, el 12 de febrero […] Ambas partes lo consideran un "encuentro histórico" y dicen que ha sido "largamente preparado">>  (nada menos que por dos años).


Programa del histórico encuentro del 12 de febrero


El jueves, 11 de febrero el Patriarca Cirilo llegará a Cuba en su primera visita al continente americano en el marco de una gira que incluye Brasil, Chile y Paraguay

El Papa Francisco partirá de Roma el viernes 12 a las 7:45 horas y arribará en el aeropuerto José Martí de La Habana (Cuba), a las 14:00 horas. Quince minutos después se realizará el encuentro privado entre ambos líderes religiosos.

Luego del encuentro privado, a las 16:15 horas tendrá lugar el intercambio de regalos y diez minutos después se firmará una declaración conjunta. Luego el Papa Francisco y el Patriarca Kirill pronunciarán un discurso cada uno.

A las 17:00 horas será la presentación de delegaciones y media hora después el Santo Padre partirá hacia México, a donde llegará a las 19:30 horas.


¿Por qué Francisco y no Juan Pablo II o Benedicto XVI?


Razones de nacionalidad e históricas tiene que ver con esta decisión: tanto polacos como alemanes han estado a menudo en guerra con los rusos, pero los argentinos, no. Rusia siempre ha tenido admiración por la orden jesuita, a la que pertenece Francisco, quien además conoce bien el cristianismo oriental.

Influyen además, el recrudecimiento de la persecución a los cristianos en todo el mundo, la fluida relación de Francisco con el Patriarca Bartolomé de Constantinopla y la cercanía del Concilio Pan-Ortodoxo que se celebrará en Creta.



El Concilio Pan-Ortodoxo


Después de más de 1000 años, en el año de 2014 el Patriarca Bartolomé I de Constantinopla ha convocado a un Concilio Pan-ortodoxo. Se venía hablando de él hace 50 años y finalmente se dará con la participación de los líderes de todas las Iglesias ortodoxas autocéfalas. Tendrá lugar 19 de junio de este año, en la isla de Creta aprovechando la fiesta litúrgica del Pentecostés ortodoxo.

En la agenda de este Concilio Pan-Ortodoxo, esta la plena comunión con la Iglesia de Roma ya que la Iglesia Ortodoxa considera a los papas como los legítimos sucesores del apóstol San Pedro y también como “Patriarcas de la Iglesia de Oriente”. No obstante lo anterior, Benedicto XVI renunció a este título para facilitar el diálogo con las iglesias ortodoxas –hecho que en lugar de dividir, ha acercado más a ambas iglesias.



¿Cumplimiento de la profecía de la Virgen de Fátima?


La segunda parte de la profecía de la Virgen de Fátima revelada a los pastorcillos, el 13 de junio de 1917, establece lo siguiente: 





<<Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará[2]. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor[3]. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia[4], que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.>>

Es decir, Rusia fue consagrada por Juan Pablo II en 1984, cinco años después se derrumba estrepitosamente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y con ella el régimen comunista y ateo, lo que trae un florecimiento de la religión ortodoxa.

Por lo que parece la “conversión” de Rusia se dará mediante el Ecumenismo, es decir, la integración paulatina entre las dos Iglesias, proceso cuyo tiempo solo Dios conoce, ya que puede tomar muchos años, dado que aún hay muchas resistencias por resolver, sobre todo en la parte Ortodoxa.



Jorge Pérez Uribe


Notas:
[1] Paul Johnson, La historia del cristianismo, Ediciones B, S. A., 2010, España
[2] Se refiere a la I Guerra Mundial
[3] Se refiere a la II Guerra Mundial
[4] La consagración válida fue hecha por Juan Pablo II, el 25 de marzo de 1984 (hubo dos consagraciones anteriores: una en 1942 por Pío XII y otra en 1982 por el mismo Juan Pablo II, pero al decir de la hermana Lucia –única vidente sobreviviente-, no fueron aceptadas por la Virgen.)