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miércoles, 27 de julio de 2016

“AMORIS LAETITIA” Y LAS CRÍTICAS INFUNDADAS CONTRA FRANCISCO




Un filósofo mexicano especialista en Juan Pablo II exhibe los límites de quienes critican la exhortación apostólica de Francisco y demuestra la plena sintonía entre las enseñanzas de ambos Papas, incluso en los aspectos más delicados. 


Andrés Beltramo Álvarez | 22/07/2016
Ciudad del Vaticano



Francisco no cambia la doctrina esencial de la Iglesia. No está en contradicción con sus antecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Su enseñanza, incluida en la exhortación apostólica “Amoris Laetitia”, implica un nuevo paso adelante en el pensamiento cristiano. Por eso resulta extraño encontrar resistencias a su magisterio. Críticas injustas e infundadas. Son palabras del filósofo mexicano Rodrigo Guerra, especialista en Karol Wojtyla y director del Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV). Desde las columnas del diario vaticano, él sumó su voz a la de Rocco Buttiglione, el famoso pensador italiano y uno de los hombres de consulta permanente para el Papa polaco.

Con un largo artículo publicado en “L’Osservatore Romano”, Guerra evidenció los límites de quienes, en las últimas semanas, han pretendido contraponer las enseñanzas de Francisco con las de Juan Pablo II, especialmente en materia de matrimonio y divorcio. Y fue claro en demostrar que el documento “Amoris laetitia” no comporta “ruptura o discontinuidad con el evangelio”.

“Es extraño encontrar resistencias en el momento en que el pensamiento cristiano da un nuevo paso hacia delante. Estas resistencias, por lo general, argumentan falta de fidelidad a la herencia recibida, el usar un lenguaje renovado que se considera ambiguo y los muchos riesgos que pueden venir si se adopta tal o cual iniciativa a partir del nuevo enfoque adoptado”, escribió.

“Francisco no cambia la doctrina esencial de la Iglesia. No lo hace porque sabe bien que el depósito de la fe no es una invención arbitraria que pueda transformarse con ocurrencias más o menos afortunadas. El depósito de la fe es un don que es preciso custodiar. Pero esta custodia no consiste en colocarlo en un refrigerador para que hiberne y se suspenda su metabolismo”, agregó.

Más adelante Guerra defendió el “dinamismo” de un “Dios vivo que se entromete y compromete” con la historia de los seres humanos para redimirla y cuya manifestación está en la Iglesia, en especial en el ministerio del sucesor de Pedro. Aseguró que “Amoris laetitia” es un verdadero acto de magisterio pontificio y calificó como “teológicamente inexacto” insinuar que la exhortación apostólica es “una suerte de opinión personal, un tanto privada”.

Se refirió al capítulo 8, dedicado en buena parte a los divorciados vueltos a casar. Integró a ese apartado dentro de la llamada “hermenéutica de la continuidad”, consagrada por Benedicto XVI en diciembre de 2005. Aseguró que nada ha cambiado en la doctrina sobre la naturaleza del sacramento del matrimonio y de la eucaristía. Pero precisó que esta doctrina, “verdadera e inmutable a la que se debe prestar obediencia”, requiere ser profundizada y expuesta de acuerdo a las exigencias del cambio de época.

De ahí, el filósofo mexicano tomó el título de su nota: “Un desarrollo orgánico con fidelidad creativa”. Afirmó que la exhortación de Francisco es profundamente fiel al pensamiento de santo Tomás de Aquino y la tradición de la Iglesia, que permite encontrar una ruta para atender, más allá de las teorías, el drama de las personas reales en sus circunstancias concretas.

Al mismo tiempo advirtió que algunos intelectuales pretenden introducir a Francisco en una “hermenéutica de la ruptura”. Quienes lo hacen –agregó- manifiestan una deficiente interpretación de santo Tomás, de Juan Pablo II y del propio Benedicto XVI.

“Simplemente señalo que no es conforme a la verdad interpretar a Benedicto como una suerte de justificación pontificia para afirmar el rigorismo. Algunos quisieran hacer aparecer al obispo emérito de Roma como un apasionado defensor de valores inamovibles en contraste con Francisco. Esto no es así. Francisco se encuentra en continuidad con Benedicto XVI”, insistió.

Estableció que sólo desde esta “fidelidad creativa” es posible vivir la paciencia con los lastimados y heridos, acompañarlos sin escandalizarse de sus miserias y de las propias, descubriendo al mismo tiempo que en la Iglesia, verdadera presencia de Jesucristo en la historia, existe un camino lleno de ternura para la reconstrucción de la vida, para la sanación de todas las heridas, aun de las más profundas.

Resulta significativa esta intervención de Guerra, entre otras cosas miembro de la Pontificia Academia Pro Vita y del Pontificio Consejo Justicia y Paz, ambos organismos de la Santa Sede. Un mensaje que llegó después del esclarecedor artículo del pensador italiano Rocco Buttiglione, integrante de la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales y hombre de histórica cercanía a Juan Pablo II, también publicado esta semana en L’Osservatore Romano.

En su nota constató que Francisco no ha cambiado la doctrina de la Iglesia, que el pueblo cristiano lo reconoció inmediatamente como pastor pero que a algunos eruditos les cuesta trabajo entenderlo, lo critican y lo sitúan en el lado opuesto de la tradición de la Iglesia y del predecesor Wojtyla. “Parecen desconcertados por el hecho de no leer en su texto (“Amoris laetitia”) la confirmación de sus teorías y no tienen ganas de salir de sus esquemas mentales para escuchar la novedad sorprendente de su mensaje”, señaló.

Afirmó que esa exhortación apostólica no dice que los divorciados vueltos a casar pueden recibir tranquilamente la comunión sino que los invita a interrogarse en su conciencia, a dejarse ayudar por un director espiritual, a ir al confesionario para exponer su situación, a iniciar un camino de discernimiento espiritual.

“El camino que el Papa propone a los divorciados vueltos a casar es exactamente el mismo que la Iglesia propone a todos los pecadores: ve a confesarte y tu confesor, cuando haya examinado las circunstancias, decidirá si darte la absolución y admitirte en la eucaristía o si no debe hacerlo”, siguió.

Al mismo tiempo estableció que Juan Pablo II siempre tuvo en claro la diferencia entre un hecho intrínsecamente malo y la responsabilidad moral de quien lo realiza, que puede aumentar o disminuir por diversas condiciones. Es más, recordó que fue justamente Karol Wojtyla quien le quitó la excomunión a los divorciados y vueltos a casar, pena que se aplicaba antes de la exhortación “Familiares Consortio” de 1981. Una “decisión muy valiente” que “rompió con una tradición secular”.

Y sobre las enseñanzas de ambos pontífices, fue contundente: “San Juan Pablo II y el Papa Francisco no dicen por supuesto lo mismo, pero no se contradicen respecto a la teología del matrimonio. Usan de manera diferente y en situaciones diferentes el poder de deshacer y de unir lo que Dios ha confiado al sucesor de Pedro”. 


Fuente:http://www.lastampa.it/2016/07/22/vaticaninsider/es/en-el-mundo/amoris-laetitia-y-las-crticas-infundadas-contra-francisco-FEY2G4WzK48bWbtNQYayBL/pagina.html?utm_source=dlvr.it&utm_medium=facebook

viernes, 24 de junio de 2016

EL PAPA EN ARMENIA, EL PRIMER PAÍS CRISTIANO




Francisco inicia este viernes 24 de junio el décimo cuarto viaje apostólico que lo llevará a las fronteras de Asia y Europa, la República de Armenia, que presume de ser el primer país que asumió la fe de Cristo en los albores del siglo IV, antes del Edicto de Milán de 313 del emperador Constantino, por el que se toleró al cristianismo en el Imperio romano.


Ese país se dice heredero de la evangelización de los apóstoles Judas Tadeo y Bartolomé y afianzada por Gregorio, el Iluminador, el santo que renunció a su vida matrimonial y que sufrió padecimientos indecibles por más de catorce años encerrado en un pozo en la llanura del Monte Ararat, lugar donde, según las tradiciones, estarían los restos del Arca bíblica de Noé. El Papa reafirmará los importantes lazos de comunión entre la Iglesia católica y la Apostólica de Armenia encabezada por el Katholicós de todos los armenios, Karekin II, quien desde 1999 es el Patriarca supremo de la Iglesia monofisita separada desde el Concilio de Calcedonia de 451.

En la época contemporánea, el Papa Juan Pablo II dirigió una Carta apostólica con motivo del 17 centenario del bautismo del pueblo armenio. Ahí el Pontífice santo, resaltó la historia de mártires que dio origen a la Iglesia apostólica manifestando su gratitud por la “fidelidad a Cristo, fidelidad que ha conocido la persecución y el martirio. Los hijos de la Armenia cristiana han derramado su sangre por el Señor, pero toda la Iglesia ha crecido y se ha robustecido en virtud de su sacrificio. Si hoy Occidente puede profesar libremente su fe, se debe en parte a los que se inmolaron, haciendo de su cuerpo una defensa para el mundo cristiano, hasta sus últimos confines”.

Para conmemorar ese 17 centenario, Juan Pablo II viajó a la pequeña República en septiembre de 2001 peregrinando a esa tierra llevándolo también a Kazajstán. El 25 de septiembre, el sucesor de Pedro besó esa región de Cáucaso y expresó la intención de su visita como la de un “viaje espiritual para honrar el extraordinario testimonio de vida cristiana que ha dado la Iglesia apostólica armenia a lo largo de tantos siglos, y sobre todo en el siglo XX, que para vosotros fue un tiempo de indecible terror y sufrimiento”. (Discurso de bienvenida en el aeropuerto de Ereván, 25 de septiembre de 2001).

La conmemoración de la aceptación de la fe también tocó la fibra sensible que siente aún dolor en el recuerdo del primer genocidio del siglo XX en donde murieron más de un millón de armenios, víctimas de la opresión del Imperio otomano en abril de 1915, discusión histórica que aún lleva a discrepancias internacionales al recordar las políticas de exterminio de “Los Jóvenes Turcos” que aspiraron por un país unificado donde no cabían minorías religiosas y étnicas.

La peregrinación de Juan Pablo II tuvo dos momentos culminantes. El primero, la oración en el memorial del martirio del pueblo armenio, el Tzitzernakaberd, mismo que visitará el Papa Francisco el sábado 26 donde podría repetir una oración similar a la del Pontífice polaco en un llamado a la reconciliación y a cerrar las heridas entre dos naciones que necesitadas de esperanza y paz.

El segundo momento fue el encuentro con el Katholicós Karekin II al firmar una Declaración conjunta con motivo del aniversario de la proclamación del cristianismo como religión de los armenios. El 27 de septiembre, el sucesor de Pedro y de Gregorio el Iluminador, sentaron el compromiso por la progresiva unión y reconciliación entre las Iglesias sin olvidar las persecuciones y específicamente, la tragedia armenia de 1915: “Damos gracias a Dios porque el cristianismo en Armenia ha sobrevivido a las adversidades de los diecisiete siglos pasados, y porque la Iglesia armenia ahora goza de libertad para cumplir su misión de proclamar la buena nueva en la moderna República de Armenia y en muchas regiones cercanas y lejanas, donde hay comunidades armenias”.

En ocasión del centenario del genocidio, el Papa Francisco dirigió un mensaje al pueblo armenio compartiendo el dolor del Metz Yeghem, el Gran Mal, y en actitud de cercanía ante la canonización del más del millón de armenios, el 23 de abril de 2015, por los patriarcas de la Iglesia apostólica. La súplica de Francisco derivó hacia la búsqueda de caminos de reconciliación “entre el pueblo armenio y el pueblo turco, y que la paz brote también en el Nagorno Karabaj. Se trata de pueblos que, en el pasado, a pesar de los contrastes y tensiones, vivieron largos períodos de pacífica convivencia, e incluso en la turbulencia de las violencias vieron casos de solidaridad y ayuda mutua. Sólo con este espíritu las nuevas generaciones pueden abrirse a un futuro mejor y el sacrificio de muchos convertirse en semilla de justicia y de paz”. (Mensaje del Santo Padre Francisco a los armenios, 12 de abril de 2015) Otro tema más, convulso entre las fronteras de Europa y Asia, el conflicto del Nagorno Karabaj, activado de nuevo en 2016, un territorio de mayoría armenia enclavado en la vecina República de Azerbaiyán y que clama por su separación.

Como afirmó el Santo Padre en su video mensaje previo a su viaje a la antigua República Soviética, esta peregrinación será oportunidad “para reforzar los lazos de comunión, avanzar en la reconciliación y animar en la esperanza” frente a todos los conflictos y males que brotan del corazón humano.


Guillermo Gazanini Espinoza / 23 de junio



Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/sursumcorda.php/2016/06/24/el-papa-en-armenia-el-primer-pais-cristi


jueves, 12 de mayo de 2016

LA MUJER ADÚLTERA, FRANCISCO Y LOS LAPIDADORES


















Lo que está sucediendo en la Iglesia Católica entre el Papa Francisco, algunos cardenales, obispos y sacerdotes (en especial los sedevacantistas), a raíz de la publicación de la Exhortación Apostólica `Amoris laetitia´, se parece mucho al pasaje de la mujer adúltera, en el que los escribas y fariseos llevan ante Jesús a una mujer sorprendida en adulterio y le dicen <<Moisés nos mando en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?>> Esto lo decían para tentarle, para tener de que acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra”… Ellos al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro… y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: “Mujer ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?” Ella respondió: “Nadie, Señor” Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.” (Jn. 8, 3-11).

El cambio pastoral en la Iglesia Católica a partir del Concilio Vaticano II, es el de dejar a un lado la soberbia de saber que se tiene la verdad y salir en búsqueda del errado, del pecador, no esperar a que éste regrese al redil como una oveja perdida. Así es como los Papas a partir de Pablo VI, iniciaron el diálogo ecuménico con las demás Iglesias cristianas y el diálogo interreligioso con las grandes religiones monoteístas. Para ello renunciaron a títulos históricos adquiridos y se armaron de humildad y misericordia para reunirse a dialogar en un plan de igualdad y hermandad.

El Papa Francisco renueva ese espíritu conciliar para acercarse a los “divorciados”, a los “adúlteros” que se han convertido en un “pueblo de millones de personas” en todos los países católicos; rechazados y señalados como “excomulgados” por los observantes de “La Ley”.

Cuando le preguntaron al Papa, en el vuelo de regreso a Roma desde Lesbos, sobre el polémico acceso a la comunión por parte de los divorciados vueltos a casa, ésta fue su contestación <<Recomiendo a todos que lean la presentación oficial de 'Amoris Laetitia' que hizo el cardenal Schönborn, que es un gran teólogo, es miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y está familiarizado con la doctrina de la Iglesia.>>


Ésta es, íntegra, la presentación del cardenal Schönborn sobre la "Amoris Laetitia":



"La tarde del 13 de marzo de 2013, las primeras palabras que el Papa recién elegido, Francisco, dirigió a las personas en la plaza de San Pedro y a todo el mundo fueron: "Buenas tardes". Tan sencillos como este saludo son el lenguaje y el estilo del nuevo texto del papa Francisco. La Exhortación no es tan breve como este simple saludo, pero sí tan realista. En estas 200 páginas el papa Francisco habla de "amor en la familia" y lo hace de una forma tan concreta y tan sencilla, con palabras que calientan el corazón, como las de aquellas buenas tardes del 13 de marzo de 2013. Este es su estilo, y él espera que se hable de las cosas de la vida de la manera más concreta posible, sobre todo si se trata de la familia, de una de las realidades más elementales de la vida.

Para decirlo ya de antemano: los documentos de la Iglesia a menudo no pertenecen a un género literario de los más asequibles. Este texto del Papa es legible. Y el que no se deje asustar por su longitud encontrará alegría en la concreción y el realismo de este documento. El papa Francisco habla de las familias con una claridad que pocas veces se encuentra en los documentos del magisterio de la Iglesia.


Antes de entrar en el texto, me gustaría decir, de una manera muy personal, el porqué lo he leído con alegría, con gratitud y siempre con gran emoción. En la enseñanza eclesial sobre el matrimonio y la familia a menudo hay una tendencia, tal vez inconsciente, a abordar con dos enfoques estas dos realidades de la vida. Por un lado están los matrimonios y las familias ‘normales', que obedecen a la regla, en los que todo está ‘bien', y está ‘en orden', y están las situaciones ‘irregulares' que plantean un problema. Ya el mismo término ‘irregular' sugiere que hay una clara distinción.

Por lo tanto, el que se encuentra en el lado de los ‘irregulares' tiene que dar por sentado que los ‘regulares' están en la otra parte. Sé personalmente, debido a mi propia familia, lo difícil que es esto para los que vienen de una familia "patchwork". En estas situaciones las enseñanzas de la Iglesia pueden hacer daño, pueden dar la sensación de estar excluidos.

El papa Francisco ha puesto su exhortación bajo el lema: "Se trata de integrar a todos" (AL 297), porque se trata de una comprensión fundamental del Evangelio: ¡Todos necesitamos misericordia! "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra" (Juan 8:7). Todos nosotros, independientemente del matrimonio y la situación familiar en la que nos encontramos, estamos en camino. Incluso un matrimonio en el que todo ‘va bien' está en camino. Debe crecer, aprender, superar nuevas etapas. Conoce el pecado y el fracaso, necesita reconciliación y nuevos comienzos, y esto hasta edad avanzada. (AL 297).

El papa Francisco ha conseguido hablar de todas las situaciones sin catalogar, sin categorizar, con esa mirada fundamental de benevolencia que tiene algo que ver con el corazón de Dios, con los ojos de Jesús, que no excluyen a nadie (AL 297), que acogen a todos y a todos conceden la ‘alegría del Evangelio'. Por eso la lectura de Amoris laetitia es tan reconfortante. Nadie debe sentirse condenado, nadie despreciado. En este clima de acogida, la enseñanza de la visión cristiana del matrimonio y de la familia, se convierte en invitación, estímulo, alegría del amor en la que podemos creer y que no excluye, verdadera y sinceramente, a nadie. Por eso, para mí Amoris laetitia es sobre todo, y en primer lugar, un ‘acontecimiento lingüístico', como lo fue Evangelii gaudium. Algo ha cambiado en la enseñanza eclesial. Este cambio de lenguaje se percibía ya durante el camino sinodal. Entre las dos sesiones sinodales de octubre de 2014 y octubre de 2015 se puede ver claramente cómo el tono se haya enriquecido en estima, cómo se hayan aceptado sencillamente las diversas situaciones de la vida, sin juzgarlas ni condenarlas inmediatamente. En Amoris laetitia ha pasado a ser el tono lingüístico constante. Detrás de esto no hay, por supuesto, solo una opción lingüística, sino un profundo respeto ante cada persona que nunca es, en primer lugar, un ‘caso problemático', una ‘categoría', sino un ser humano inconfundible, con su historia y su camino con y hacia Dios. En Evangelii gaudium el papa Francisco decía que deberíamos quitarnos los zapatos ante la tierra sagrada del otro (EG 36). Esta actitud fundamental atraviesa toda la exhortación. Y es también la razón más profunda para las otras dos palabras clave: discernir y acompañar. Estas palabras no se aplican únicamente a las ‘situaciones llamadas irregulares' (Francisco hace hincapié en este ¡‘las llamadas'!), sino que valen para todas las personas, para cada matrimonio, para cada familia. Todas, de hecho, están en camino y todas necesitan ‘discernimiento' y ‘acompañamiento'.

Mi gran alegría ante este documento reside en el hecho de que, coherentemente, supera la artificiosa, externa y neta división entre ‘regular' e ‘irregular' y pone a todos bajo la instancia común del Evangelio, siguiendo las palabras de San Pablo: ‘Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos misericordia'. (Rom 11,32).

Obviamente, este principio continuo de ‘inclusión', preocupa a algunos. ¿No se habla aquí a favor del relativismo? ¿No se convierte en permisivismo la tan evocada misericordia? ¿Se ha acabado la claridad de los límites que no se deben superar, de las situaciones que objetivamente se definen como irregulares, pecaminosas? Esta exhortación ¿no favorece una cierta laxitud, un ‘anythinggoes'? ¿La misericordia propia de Jesús no es, a menudo en cambio, una misericordia severa, exigente?

Para aclarar esto el papa Francisco no deja duda alguna sobre sus intenciones y nuestra tarea:

"Los cristianos no podemos renunciar a proponer el matrimonio con el fin de no contradecir la sensibilidad actual, para estar a la moda, o por sentimientos de inferioridad frente al descalabro moral y humano. Estaríamos privando al mundo de los valores que podemos y debemos aportar. Es verdad que no tiene sentido quedarnos en una denuncia retórica de los males actuales, como si con eso pudiéramos cambiar algo. Tampoco sirve pretender imponer normas por la fuerza de la autoridad. Nos cabe un esfuerzo más responsable y generoso, que consiste en presentar las razones y las motivaciones para optar por el matrimonio y la familia, de manera que las personas estén mejor dispuestas a responder a la gracia que Dios les ofrece" (AL 35).

El papa Francisco está convencido de que la visión cristiana del matrimonio y de la familia tiene, también hoy, una fuerza de atracción inmutable. Pero exige ‘una saludable reacción autocrítica': ‘Tenemos que ser humildes y realistas, para reconocer que a veces nuestro modo de presentar las convicciones cristianas, y la forma de tratar a las personas, han ayudado a provocar lo que hoy lamentamos' (AL 36). “Hemos presentado un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificiosamente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales. Esta idealización excesiva, sobre todo cuando no hemos despertado la confianza en la gracia, no ha hecho que el matrimonio sea más deseable y atractivo, sino todo lo contrario" (AL 36).

Permítanme relatarles una experiencia del Sínodo de octubre pasado: Que yo sepa, dos de los trece circuli minores comenzaron su trabajo haciendo que cada participante contase su propia situación familiar. Pronto se descubrió que casi todos los obispos o los otros participantes del circulus minor enfrentaban, en sus familias, los temas, las preocupaciones, las ‘irregularidades' de las cuales, nosotros en el Sínodo habíamos hablado de forma algo abstracta. El papa Francisco nos invita a hablar de nuestras familias ‘tal cual son'. Y ahora, lo magnífico del camino sinodal y de su proseguimiento con el papa Francisco: Este sobrio realismo sobre las familias ‘tal cual son' ¡no nos aleja para nada del ideal! Por el contrario: el Papa Francisco consigue con el trabajo de ambos Sínodos situar a las familias en una perspectiva positiva, profundamente rica de esperanzas. Pero esta perspectiva alentadora sobre las familias exige esa ‘conversión pastoral' de la que hablaba Evangelii gaudium de una manera tan emocionante. El siguiente párrafo de Amoris laetitia recalca las líneas directrices de esa ‘conversión pastoral':

"Durante mucho tiempo creímos que con sólo insistir en cuestiones doctrinales, bioéticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia, ya sosteníamos suficientemente a las familias, consolidábamos el vínculo de los esposos y llenábamos de sentido sus vidas compartidas. Tenemos dificultad para presentar al matrimonio más como un camino dinámico de desarrollo y realización que como un peso a soportar toda la vida. También nos cuesta dejar espacio a la conciencia de los fieles, que muchas veces responden lo mejor posible al Evangelio en medio de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas. Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas" (AL 37).

El papa Francisco habla de una profunda confianza en los corazones y en la nostalgia de los seres humanos. Se percibe aquí la gran tradición educacional de la Compañía de Jesús a la responsabilidad personal. Habla de dos peligros contrarios: El "laissez-faire" y la obsesión de querer controlar y dominar todo Por un lado es cierto que "la familia no puede renunciar a ser lugar de sostén, de acompañamiento, de guía... Siempre hace falta una vigilancia. El abandono nunca es sano". (AL 260).

Pero la vigilancia puede volverse también exagerada: "Pero la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo (...). Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Lo que interesa sobre todo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía" (AL 261). Encuentro muy iluminante poner en conexión este pensamiento sobre la educación con aquellos relacionados con la praxis pastoral de la Iglesia. De hecho, en este sentido el papa Francisco habla muy seguido de la confianza en la conciencia de los fieles: "Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas" (AL 37). La gran cuestión obviamente es ésta: ¿cómo se forma la conciencia?, ¿cómo llegar a aquello que es el concepto clave de todo este gran documento, la clave para comprender correctamente la intención del papa Francisco: "el discernimiento personal", sobre todo en situaciones difíciles, complejas? El discernimiento es un concepto central de los ejercicios ignacianos. Estos de hecho deben ayudar a discernir la voluntad de Dios en las situaciones concretas de la vida. Es el discernimiento el que hace de la persona una personalidad madura, y el camino cristiano quiere ser de ayuda al logro de esta madurez personal: "no para formar autómatas condicionados del externo, telecomandados, sino personas maduras en la amistad con Cristo. Solo allí donde ha madurado este "discernimiento" personal es también posible alcanzar un "discernimiento pastoral", el cual es importante sobre todo ante "situaciones que no responden plenamente a lo que el Señor nos propone" (AL 6). De este "discernimiento pastoral" habla el octavo capítulo, un capítulo probablemente de gran interés para la opinión pública eclesial, pero también para los medios.


Debo todavía recordar que el papa Francisco ha definido como central los capítulos 4 y 5 ("los dos capítulos centrales"), no solamente en sentido geográfico, sino por su contenido: "no podremos alentar un camino de fidelidad y de entrega recíproca si no estimulamos el crecimiento, la consolidación y la profundización del amor conyugal y familiar" (AL 89). Estos dos capítulos centrales de Amoris laetitia serán probablemente saltados por muchos para arribar inmediatamente a las "papas calientes", a los puntos críticos. De experto pedagogo el papa Francisco sabe bien que nada atrae y motiva tan fuertemente como la experiencia positiva del amor. "Hablar del amor" (AL 89), esto procura claramente una gran alegría al papa Francisco, y él habla del amor con gran vivacidad, comprensibilidad, empatía. El cuarto capítulo es un amplio comentario al Himno de la caridad del 13 capítulo de la 1 carta a los Corintios. Recomiendo a todos la meditación de estas páginas. Ellas nos animan a creer en el amor (cfr. 1 Juan 4,16) y a tener confianza en su fuerza. Es aquí que "crecer", otra palabra clave del Amoris laetitia, tiene su sede principal: en ningún otro lugar se manifiesta tan claramente como en el amor, que se trata de un proceso dinámico en el cual el amor puede crecer, pero también puede enfriarse. Puedo solamente invitar a leer y gustar este delicioso capítulo. Es importante notar un aspecto: el papa Francisco habla aquí con una claridad rara, del rol que también las pasiones, las emociones, el eros, la sexualidad tienen en la vida matrimonial y familiar. No es casual que el papa Francisco cite aquí de modo particular a Santo Tomás de Aquino que atribuye a las pasiones un rol muy importante, mientras que la moral moderna a menudo puritana, las ha desacreditado o descuidado.

Es aquí que el título de la Exhortación del Papa encuentra su plena expresión: ¡Amoris laetitia! Aquí se entiende cómo es posible llegar "a descubrir el valor y la riqueza del matrimonio" (AL 205). Pero aquí se hace también dolorosamente visible cuánto mal hacen las heridas de amor. Cómo son de lacerantes las experiencias de fracaso de las relaciones. Por esto no me maravilla que sea sobre todo el octavo capítulo el que llama la atención y el interés. De hecho la cuestión de cómo la Iglesia trate estas heridas, de cómo trate los fracasos del amor se ha vuelto para muchos una cuestión-test para entender si la Iglesia es verdaderamente el lugar en el cual se puede experimentar la misericordia de Dios.

Este capítulo debe mucho al intenso trabajo de los dos Sínodos, a las amplias discusiones en la opinión pública y eclesial. Aquí se manifiesta la fecundidad del modo de proceder del papa Francisco. Él deseaba expresamente una discusión abierta sobre el acompañamiento pastoral de situaciones complejas y ha podido ampliamente fundarse sobre los textos que los dos Sínodos le han presentado para mostrar cómo se puede "acompañar, discernir e integrar la fragilidad" (AL 291).

El papa Francisco hace explícitamente suyas las declaraciones que ambos Sínodos le han presentado: "los Padres sinodales alcanzaron un consenso general, que sostengo" (AL 297). En lo que respecta a los divorciados vueltos a casar con rito civil él sostiene: "Acojo las consideraciones de muchos Padres sinodales, quienes quisieron expresar que (...) la lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral (...). Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre" (AL 299).

Pero ¿qué significa esto concretamente? Muchos se ponen con razón esta pregunta. Las respuestas decisivas se encuentran en Amoris laetitia 300. Estas ofrecen ciertamente todavía materia para ulteriores discusiones. Pero estas son también una importante aclaración y una indicación para el camino a seguir: "Si se tiene en cuenta la innumerable variedad de situaciones concretas (...) puede comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos". Muchos esperaban tal norma. Quedarán desilusionados. ¿Qué es posible? El Papa lo dice con toda claridad: "Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares". Y de cómo puede y debe ser este discernimiento personal y pastoral, es el tema de toda la sección de Amoris laetitia 300-312. Ya en el Sínodo de 2015, en el apéndice a los enunciados del circulus germanicus fue propuesto un "Itinerarium" del discernimiento, del examen de conciencia que el papa Francisco hizo suyo.

"Se trata de un itinerario de acompañamiento y de discernimiento que orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios". Pero el papa Francisco recuerda también que "este discernimiento no podrá jamás prescindir de las exigencias de verdad y de caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia" (AL 300).

El papa Francisco menciona dos posiciones erróneas. Una es la del rigorismo: "un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones "irregulares", como si fueran piedras que se lanzan sobre la vida de las personas. Es el caso de los corazones cerrados, que a menudo se esconden aún detrás de las enseñanzas de la Iglesia" (AL 305). Por otra parte la Iglesia no debe absolutamente "renunciar a proponer el ideal pleno del matrimonio, el proyecto de Dios en toda su grandeza" (AL 307).

Se pone naturalmente la pregunta: ¿qué dice el Papa respecto del acceso a las personas que viven en situaciones "irregulares"? Ya el papa Benedicto había dicho que no existen "simples recetas" (AL 298, NOTA 333). Y el papa Francisco vuelve a recordar la necesidad de discernir bien las situaciones (AL 298). "El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios" (AL 305). El papa Francisco nos recuerda una frase importante que había escrito en Evangelii gaudium 44: "un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades" (AL 305). En el sentido de esta "via caritatis" (AL 306) el Papa afirma, de manera humilde y simple, en una nota (351), que se puede dar también la ayuda de los sacramentos en caso de situaciones "irregulares". Pero a este propósito él no nos ofrece una casuística de recetas, sino que simplemente nos recuerda dos de sus frases famosas: "a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de tortura, sino el lugar de la misericordia del Señor" (EG 44) y la Eucaristía "no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles" (EG 44).

¿No es un desafío excesivo para los pastores, para los guías espirituales, para las comunidades, si el "discernimiento de las situaciones" no está regulado de modo más preciso? El papa Francisco conoce esta preocupación: "Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna" (AL 308). A esta él objeta diciendo: "Ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio" (AL 311).

El papa Francisco confía en la "alegría del amor". El amor debe encontrar el camino. Es la brújula que nos indica el camino. Es la meta y el camino mismo. Porque Dios es amor y porque el amor es de Dios. Nada es tan exigente como el amor. El amor no se puede comprar. Por esto nadie debe temer que el papa Francisco nos invite, con Amoris laetitia, a un camino demasiado fácil. "El camino no es fácil pero es pleno de alegría".


Conclusiones:


  • Francisco retoma el espíritu del Concilio Vaticano II, es decir seguir la Ley de Jesucristo, que no es otra que la “Ley del Amor”, dejando atrás la Ley de Moisés. Aquí quiero recordar a otro insigne jesuita, Rafael Cervantes (qepd), que en sus ejercicios espirituales, siempre planteaba esta distinción entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
  • La Exhortación Apostólica `Amoris laetitia´ fruto del Sínodo de la Familia, celebrado durante dos años, no es como señalan los modernos fariseos “una exhortación que no cambia nada”. Tanto cambia la situación que pareciera que el sucesor de Pedro en vez de las evangélicas palabras “Vete, y en adelante no peques más”, ahora dijera a la adúltera, “Ven y sígueme”, tal como Jesús decía a sus discípulos.
  • Tampoco es como frívolamente y malintencionadamente señalan algunos “que los divorciados vueltos a casar” o más despectivamente “que los adúlteros”, puedan recibir la comunión así nomás. El documento señala que cada situación irregular deberá discernirse individualmente considerando los atenuantes y los agravantes del caso, situación que será sancionada por el obispo del lugar o probablemente por algún sacerdote designado exprofeso por el obispo.
  • De este largo Sínodo y de esta Exhortación Apostólica, se seguirá una nueva pastoral familiar adecuada a nuestros tiempos, incluyente para todas las situaciones irregulares que vivimos actualmente y sobre toda plena de misericordia.
No obstante observamos que los lapidadores de ahora -escribas y fariseos observantes de la Ley Mosaica y del `castigo divino´-, no se han retirado, ni tirado las piedras y exacerbando a Pueblo de Dios, las empiezan a lanzar en forma dosificada contra el sucesor de Pedro, acusándolo de falso Papa y de sacrílego.



Jorge Pérez Uribe


jueves, 5 de mayo de 2016

LA “OBISPA” LUTERANA MARGOT KAESSMANN: ESTE PAPA ES UN REFORMADOR


     Congreso en el Pontificio Ateneo San Anselmo, como parte de los preparativos para 
el 500 aniversario de la Reforma de Martín Lutero en 2017

Margot Kaessmann  5 de mayo de 2016


IACOPO SCARAMUZZI  |  CIUDAD DEL VATICANO

El ecumenismo vive un momento «muy bueno», incluso gracias a Papa Francisco, un «reformador» que está cerca de las personas y que es capaz de hacer gestos apreciados en el mundo reformado, como el viaje a Lampedusa. Palabra de obispa luterana, la alemana Margot Kaessmann, embajadora para el año luterano de la Iglesia Evangélica de Alemania, que inauguró un congreso internacional e interconfesional (católico-luterano) en el Pontificio Ateneo San Anselmo como parte de los preparativos para el 500 aniversario de la Reforma de Martín Lutero en 2017. 

Los quinientos años de la Reforma luterana, por una parte; por otra, la presencia de un Papa comprometido en una reforma de la Iglesia católica y en el diálogo con las demás confesiones cristianas. ¿Se trata de un momento especial para el ecumenismo? 

Diría que sí: este Papa es un reformador en su Iglesia y creo que Martín Lutero era un reformador en su Iglesia, quería reformar su Iglesia católica romana. Nos encontramos en un muy buen momento desde el punto de vista ecuménico, porque ecumenismo por una parte significa discusión sobre la Iglesia, la eucaristía, el bautismo, los ministerios, y, por otra, significa actuar como cristianos en el mundo, y ya estamos muy cerca en este aspecto.


¿Constituye para ustedes un problema que el Papa provenga de una orden religiosa, los jesuitas, que nació en el siglo XVI como respuesta a la Reforma protestante o como respuesta a la crisis de la Iglesia católica? 

En cierto sentido, san Ignacio de Loyola también quería reformar la Iglesia. Yo creo que no es ningún problema. El Papa, con sus orígenes latinoamericanos, tiene una visión muy diferente sobre el mundo y muchos luteranos o personas de las Iglesias reformadas están muy entusiasmadas de que vaya a Lampedusa, de que lave los pies a personas pobres en una cárcel, de que vaya hacia la gente. No es un problema que sea jesuita, la oportunidad es que se trata de un Papa que está cerca de las personas.


¿Los problemas en el diálogo ecuménico nacen de las diferencias entre las Iglesias cristianas o más bien en los sectores conservadores que cada una de estas Iglesias tiene en su interior? 

Obviamente hay “hardliners” y fundamentalistas en todas las religiones y en todas las denominaciones. Pero, por ejemplo, en Alemania, a nivel parroquial, las personas no quieren que el ecumenismo nos haga a todos iguales: sería aburrido. Podemos seguir siendo diferentes, pero en el respeto de las diferencias, sobre todo en las sociedades secularizadas de Europa, el deseo de decir: somos diferentes en algunas convicciones teológicas, pero estamos más cerca unos a los otros de lo que estamos con los ateos o con personas de otras religiones. Esta, para mí, es la gran oportunidad del ecumenismo. Claro, las fuerzas conservadoras de cada Iglesia y de cada religión no adoran el diálogo, porque el diálogo significa siempre afirmar: ‘La verdad sobre Dios es mi verdad’, pero tal vez otro encuentre otra verdad sobre Dios, y esto es tolerable. 


Para extender el discurso a los ortodoxos, ¿según su opinión, la buena relación que Papa Francisco tiene con el Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomeo, y el encuentro histórico que tuvo con el Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Kirill, demuestra que el diálogo ecuménico se concentra principalmente en cuestiones concretas, como la migración o la secularización de la sociedad, y no tanto en cuestiones teológicas fundamentales? 

Puede ser cierto que el diálogo sea diferente si consideramos las cuestiones del mundo y la manera en la que los cristianos deberían actuar en el mundo. Pero, con respecto a la Iglesia ortodoxa, y en particular a la Iglesia ortodoxa rusa, hay que decir que la Iglesia católica y la Iglesia luterana están cada vez más cerca, porque ambas vivieron la época de la ilustración. Creo que la Iglesia ortodoxa rusa todavía no está lista para aceptar que vivimos en una sociedad secularizada. Para mí, este es un tema importante, porque tengo la impresión de que la ortodoxia rusa todavía razona en términos de Iglesia como parte del poder que guía un país, mientras que en la Europa occidental nos estamos alejando de esa concepción: la Iglesia no guía ningún país, la religión no guía un país. 


En relación con la persecución de los cristianos, este Papa afirma que el martirio de los cristianos representa un signo de ecumenismo, porque los que persiguen a los cristianos no distinguen entre católicos, protestantes, ortodoxos. ¿Está de acuerdo? 

En cierto sentido es triste, pero es cierto; quienes persiguen a los cristianos no hacen distinciones entre católicos romanos, reformados u ortodoxos. Sin embargo, como cristianos debemos decir que si otros nos persiguen, nuestra respuesta no será la de perseguirles. Por ejemplo, cuando llegan refugiados a Europa, creo que no debemos distinguir si son cristianos, musulmanes u otra cosa, sino que la actitud cristiana, como dijo Jesús, es la de estar abiertos al extranjero, sea quien sea y provenga de donde provenga. Creo que la respuesta que debemos dar es no comenzar a hacer distinciones, como hacen algunos países radicales islámicos. 


¿Qué significa para el mundo luterano el viaje de Papa Francisco a Lund, Suecia, para participar en el 500 aniversario de la reforma luterana el próximo 31 de octubre? ¿Usted cree que el Papa visite Alemania en 2017? 

En Alemania, los periodistas me preguntan constantemente si el Papa irá a Wittemberg (la pequeña ciudad alemana desde donde partió la Reforma de Lutero, ndr.), y yo les digo que no es necesario: tendremos un aniversario de la Reforma en Alemania con los católicos, los ortodoxos y los menonitas, también tendremos momentos de diálogo con los hebreos y musulmanes. Esta es una celebración alemana y, por primera vez, no celebraremos al Lutero nacional alemán, sino global, abierta y ecuménicamente. La visita del Papa a Lund, según yo, es la consecuencia correcta. La que lo invitó fue la Federación Luterana Mundial; es el nivel justo. El Papa irá a Lund, será acogido por un arzobispo sueco y creo que será un buen signo a nivel global. Si el Papa viniera a Wittemberg, creo que se daría demasiada atención al Papa, y el aniversario de la Reforma en Alemania, según yo, es la oportunidad para que personas de Dios hablen de su fe en la sociedad secularizada alemana. 


¿Qué puede aprender la Iglesia católica de la Reforma y qué puede aprender la Reforma de la Iglesia católica? 

Preguntarse qué es lo que podemos encontrar en otra Iglesia que nosotros no tenemos, en mi opinión, es una buena actitud. Lo que yo admiro de verdad en la Iglesia católica romana es que mantiene la unidad global de la Iglesia, a pesar de todas las diferencias al respecto en su interior, porque es mucho mejor para enseñarle al mundo global cuál es la Iglesia. Los luteranos y los reformados pueden aprender de los católicos a no separarse tan fácilmente. Creo que lo que la Iglesia católica podría aprender de la Iglesia luterana, por ejemplo, es que las mujeres pueden ser sacerdotes, obispos, y, si tuviéramos un Papa, también Papas, porque para nosotros el bautismo es el sacramento clave y quien ha sido bautizado, como decía Lutero, puede ser sacerdote, obispo o Papa. No hay que temer a las mujeres, laicas u ordenadas, ayudan a la Iglesia a estar más cerca de las personas. 

En el Pontificio Ateneo San Anselmo, en el Aventino, Margot Kaessmann, teóloga y obispa, inauguró ayer el congreso titulado “Signos de perdón – Caminos de conversión –Prácticas de penitencia: una Reforma que interpela a todos”. El congreso concluirá mañana, seis de mayo, con la relación de la profesora Susan Wood, sobre el tema “Del conflicto a la comunión” 


Fuente: http://www.lastampa.it/2016/05/05/vaticaninsider/es/reportajes-y-entrevistas/la-obispa-luterana-margot-kaessmann-este-papa-es-un-reformador-jmC5lCmbq2BlYRZMRymESI/pagina.html?utm_source=dlvr.it&utm_medium=facebook

jueves, 21 de abril de 2016

EL LIBRO `TÚ ERES PEDRO´, UNA OBRA POLÉMICA





Quise asistir a la presentación del libro “Tú eres Pedro, Profecías sobre la Iglesia, el Papa y el Mundo” que haría su autor el licenciado Luis Eduardo López Padilla el pasado 17 de marzo, conjuntamente con el conductor Roberto O´Farril, pero el horario se me empalmó con la sesión del curso “El miedo en la Historia” que estoy siguiendo en la Academia Mexicana de Historia. Así es que me conformé con comprar el libro posteriormente y leerlo.


Para quienes no lo conozcan el Lic. López Padilla, es un mariófano [1] que ha ya publicado 29 libros, principalmente sobre temas de apariciones marianas.


Importancia del libro `Tú eres Pedro´


Elemental para quienes profesan la fe católica, también resultará interesante para aquellos que no sean creyentes, ya que trata de forma documentada en la Sagrada Escritura, el mandato de Jesucristo a su sucesor Pedro como cabeza de su Iglesia en este mundo y las promesas de asistencia perenne a sus sucesores, lo que ha llevado a establecer el `dogma´ o verdad revelada, de la infabilidad papal.

Me ha impresionado la gran cantidad de promesas de asistencia de Jesucristo a Pedro y los apóstoles, empezando por la designación de Pedro como cabeza de la Iglesia, de lo que Pedro poco habrá comprendido, en ese momento: <<Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mí Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos, y lo que ates en la Tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la Tierra quedará desatado en los cielos.>> (Mt, XVI, 18-19)

Probablemente el momento teológico más fuerte fue el de la fundación de la Iglesia Católica, dentro de la celebración del la Pascua del Jueves Santo: <<No me habéis elegido vosotros a mí sino que yo los he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca: de modo que todo lo que pidáis al padre en mi nombre os lo conceda.>> (Jn, XV, 16)

En el mismo acto, anunciando su próxima partida de este mundo les promete la venida del Espíritu Santo:

<<…Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré; y cuando él venga convencerá al mundo, en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia, porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado. 

Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello.

Cuando venga él, el espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.>> (Jn, XVI, 7-12)

Después de la resurrección y antes de partir a los cielos Jesucristo les comunicó a sus discípulos su misión universal y la promesa de acompañarlos hasta el fin del mundo: 

<<Me ha sido dado todo poder en el cielo y la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizandolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del mundo.>> (Mt. XXVIII, 16-20) 

Los recientes sucesos del Pontificado


Por el libro vemos desfilar los sucesos de esta década que han cimbrado la institución pontificia, ante la crítica corrosiva de ciertos teólogos y de una secta que ha ido tomando fuerza dentro de la Iglesia Católica. Entre estos sucesos podemos citar:

  • La renuncia de Benedicto XVI en el año de 2013.
  • El cónclave que eligió a Francisco y la validez de su elección.
  • La coexistencia por primera vez en la historia de dos Papas y su posible significado.

No abundaré más sobre estos acontecimientos que fueron ampliamente seguidos por este blog durante el año de 2013.

`El escándalo de la Sencillez y la Misericordia´


El capítulo bajo este nombre define el pontificado de Francisco, un obispo que arrastró al pontificado su estilo de vida sencillo y austero, lo que ha motivado el rechazo de los amantes de la pompa de otros tiempos e incluso de algunos “príncipes de la Iglesia” que más que olor de oveja llevan el perfume de los aeropuertos y de las tertulias con políticos y empresarios como nuestro ególatra cardenal Norberto Rivera, quién se atrevió a desafiar al Papa, cuando éste último les recordó a los obispos de México, como debe ser un buen pastor.

Sobre el tema de la `misericordia´, estoy en shock, ya que lo humanamente lógico es lo que hacen los “guardianes de la fe tradicionalista”, es decir hablar del castigo a que nos hacemos acreedores por nuestro alejamiento de la Ley de Dios, hablar de penitencia, de expiación de nuestros pecados. Y ante ello el sucesor de Pedro, nos habla del gran amor de Dios, de su deseo de perdón infinito y establece un “Año de la Misericordia” y nos repite con frecuencia: “Dios nunca se cansa de perdonar, el hombre es el que se cansa de pedir perdón”


El Sedevacantismo


Analiza el problema del movimiento sectario del Lefebrismo y/o Sedevacantismo –curiosamente muy extendido en Argentina, la tierra del Papa Francisco-, y que golpea en las redes sociales al Papa, a la liturgia y sobre todo a las enseñanzas de los Romanos Pontífices, a través de portales como: ADELANTE LA FE, RORATE CAELI, THE REMNANT, SI SI NO NO, DENZINGER-BERGOGLIO, CATHOLIC FAMILY NEWS, HEMOS VISTO, LA HORA DE LA VERDAD, MEDITACIÓN, SAN MIGUEL ARCÁNGEL, MISA TRADICIONAL EN DIRECTO, SAN PIO X, 1914-2014, EL ÚLTIMO PAPA SANTO y otros más.

El Lic. López Padilla define a dicho movimiento de la siguiente manera: “El sedevacantismo es una posición teológica iniciada dentro del catolicismo que considera la Sede Apostólica de Roma en estado de sede vacante. Los sedevacantistas afirman que hoy no hay Papa, y la mayoría creen que no ha habido desde 1958, cuando fue elegido Juan XXIII. Los argumentos de los sedevacantistas se basan fundamentalmente en un rechazo a la “nueva orientación” en la Iglesia inaugurada por el Concilio Vaticano II, esencialmente su apertura al mundo, así como al cambio de la misa tradicional, llamada de San Pío V para dar lugar a la nueva misa o Novus Ordo” [2].

Los miembros de estas sectas, aparentemente independientes unas de otras, empiezan rechazando en culto actual, instaurado por “pastores protestantes” en el Concilio Vaticano II, argumentando que las misas son un show, que no se respeta la comunión, que la música no es la adecuada, que la arquitectura de las iglesias actuales es aberrante, en resumen afirman que todo lo actual está mal. Sus publicaciones son de los Papas del siglo XIX, hablando contra “el modernismo”, o de G. K. Chesterton (1874-1936). Para ellos el tiempo y el pensamiento se ha detenido, como si en el siglo XX y XXI, no hubiera habido grandes pensadores. Obviamente las Encíclicas y los libros de Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y por supuesto Francisco, están proscritos. Tristemente estas personas tienden a convierten en personas tóxicas, de las cuales sólo se pueden obtener opiniones negativas.

Desde un punto de vista teológico la posición de esta secta, como muchas otras que han surgido a lo largo de la historia, es endeble, ya que Jesucristo fundador de la Iglesia Católica, únicamente prometió su asistencia hasta el fin de los tiempos a su Iglesia y al sucesor de Pedro, y ellos como en su momento los evangelistas, los luteranos, etc., no cuentan con ningún antecedente que haga válida su postura.


Las Profecías sobre la Iglesia, el Papa y el Mundo


En los últimos tres capítulos se tratan las profecías sobre los Papas de san Malaquías, temas apocalípticos como el `fin de los tiempos´ las dos Iglesias en Roma, `la gran tribulación´, lo que convierte a la obra en polémica. 

Aquí debo recordar aquella célebre conferencia-debate efectuada el 28 de febrero de 2013 -día de la renuncia efectiva de Benedicto XVI-, moderada por Roberto O´Farril, con la participación de José Alberto Villasana teólogo especialista en Apocalipsis y del autor de libro en ciernes. El tema del debate fue la coexistencia de dos Papas, misma que se ha dado en la historia de la Iglesia Católica, únicamente cuando existe un Papa depositario de la auténtica fe y un Antipapa, enemigo de la misma. En ella José Alberto Villasana definió su afinidad con los “sedevacantistas” negando que el Papa a elegir fuera a ser un Papa legítimo –posición que ha sostenido-, y en la que el Lic. López Padilla –a contrario sensu-, afirmó estar seguro que el Papa que eligiera el Colegio Cardenalicio sería un Papa legítimo. Posteriormente haciendo un acto de sinceridad y humildad, reconoció que por vanidad él había seguido la tendencia de establecer fechas para los acontecimiento apocalípticos, pero que le habían hecho comprender su error y no lo volvería a hacer en el futuro. 


Jorge Pérez Uribe



[1] `Mariofanías´ son las manifestaciones de la Virgen María ante uno o varios videntes. 
[2] Luis Eduardo López Padilla, Tú eres Pedro, Profecías sobre la Iglesia, el Papa y el Mundo, México, 2016, pág.88

miércoles, 13 de abril de 2016

`LA ALEGRÍA DEL AMOR', UN CAMINO NUEVO Y VIEJO A LA VEZ




Sorprendente y a la vez tradicional, la Exhortación Amoris Laetitia confirma la doctrina y abre nuevas avenidas a la reflexión y a la pastoral de la familia.

Antonio Maza Pereda, 10 de abril de 2016


Acabo de iniciar la lectura de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia (la Alegría del Amor), un documento excepcional, que sin apartarse de la doctrina de siempre, abre caminos nuevos para entender y aprovechar el inmenso tesoro que recibimos desde el principio, cuando Dios nos creó hombre y mujer y nos dio el encargo de vivir en familia.

Creo que no faltarán quienes queden enojados con el Papa. Otra vez. Porque el Santo Padre no cumplió sus expectativas. Ni condenaciones fulminantes ni aperturas espectaculares. Nada de aprobar el aborto, pero no es su tema central. No aprueba el control natal artificial, pero tampoco es el tema de fondo. Y así con otros temas “espinosos”. No faltará quienes hablen de que el Papa ha caído en el relativismo, al pedir discernimiento y adaptación a las culturas y cuando dice que hay verdades que aún no conocemos plenamente. O los que piensen que hizo oídos sordos ante lo que, según algunos medios, eran los reclamos de la sociedad. Y eso los enojará.

El Papa pide que leamos despacito este documento, que lo tomemos por partes y lo entendamos poco a poco. Eso intento hacer aquí. No pretendo hacer un resumen. Este artículo es como un cuadro impresionista, que toma algunos rasgos sobresalientes, pero sin hacer más que iniciar el entendimiento de unos cuantos párrafos del documento.

Abriendo el documento, el Santo Padre hace énfasis en la felicidad. Desde el título mismo. Ve al matrimonio, y su ideal católico y cristiano como un regalo para la humanidad. Entendiendo, por otro lado, que es un ideal y que ninguna familia es perfecta, ni un estándar único de este modelo.


Una guía que me ha ayudado a empezar a entender a Francisco en este, como en otros temas, es fijarme en sus prioridades. Ahí están las diferencias. No cambia la enseñanza de la Iglesia, pero la expresa con diferente énfasis, en donde se puede ver a qué le da más importancia. Algunos ejemplos al vuelo: habla de que “no tiene sentido quedarnos en una denuncia retórica de los males actuales, como si esto pudiera cambiar algo” y nos pide “presentar las razones y motivaciones para optar por el matrimonio y la familia” Como, por ejemplo, cuando denunciamos el incremento en el número de divorcios y poco hacemos por ayudar a que las parejas sean felices. O cuando dejamos en segundo lugar “el llamado a crecer en el amor y en el ideal de la ayuda mutua” y permitimos que ese llamado sea “… opacado por un acento casi excluyente en el deber de la procreación”

En otro párrafo el Papa dice: “Durante mucho tiempo creímos que con sólo insistir en cuestiones doctrinales, bioéticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia, ya sosteníamos suficientemente a las familias” y en cambio “ tenemos dificultad para presentar al matrimonio más como un camino dinámico de desarrollo y realización que como un peso a soportar toda la vida”. No niega la realidad de esos criterios, pero señala que hay otros que deberían ocupar una prioridad mayor.

Aún hay que dar muchos pasos en esa dirección. Tengo la edad suficiente para recordar cómo se hablaba de “la cruz del matrimonio”, de la abnegación y el “aguantar” para santificarse y no recuerdo a nadie que me dijera que siendo feliz perfeccionaría nuestra relación de matrimonio y de familia.

Personalmente aprecio mucho los esfuerzos que se hacen por defender la familia. Pero creo que no hay mejor modo de defender a la familia que ser familias felices. Sin ponernos de ejemplo, sin predicar. Porque la felicidad se nota. Y aunque sea silenciosa, habla con fuerza y convence. Mucho mejor que doctas disertaciones y almibaradas poesías. Y esa es una tarea en la que nadie nos puede substituir. Ni obispos, ni teólogos, expertos y asesores. Sí, nos pueden ayudar, pero no substituir. La tarea, el deber de ser felices es solo nuestro, en el matrimonio primero, en nuestra familia y en la familia extendida.

Hasta ahí voy. Espero que, aunque sea en mínima parte, esté empezando a captar el mensaje. Que significa un cambio importante, en un aspecto que tal vez no se esperaba. Y me gusta.


Nota: Quién deseé consultar o leer la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, lo puede efectuar en la siguiente liga (descargable):
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20160319_amoris-laetitia.html

sábado, 19 de marzo de 2016

BENEDICTO XVI: «ES LA MISERICORDIA LO QUE NOS MUEVE HACIA DIOS»




Por Andrea Tornielli

Ciudad del Vaticano, 16 de marzo de 2016 


Se publicó en un libro la entrevista del teólogo jesuita Jacques Servais con el Papa emérito: «Solo allí en donde hay misericordia acaba la crueldad, acaban el mal y la violencia. El Papa Francisco se encuentra completamente en sintonía con esta línea. Su práctica pastoral se expresa justamente en el hecho de que él nos habla continuamente de la misericordia de Dios»


«Para mí es un ‘signo de los tiempos’ el hecho de que la idea de la misericordia de Dios sea cada vez más central y dominante». Palabra de Benedicto XVI. Llega a las librerías el volumen “Por medio de la fe. Doctrina de la justificación y experiencia de Dios en la predicación de la Iglesia” (San Pablo, 199 pp., 20 euros), editado por el jesuita Daniele Libanori y en el que se incluyen las actas de un congreso teológico que se llevó a cabo en Roma en octubre del año pasado. En esa sede, fue leído por el arzobispo Georg Gänswein el texto de una entrevista con Joseph Ratzinger del teólogo jesuita Jacques Servais sobre «qué es la fe y cómo se llega a creer». En esa entrevista Benedicto XVI citó a su sucesor y habló generosamente sobre la misericordia.

En una primera respuesta, Ratzinger insistió en lo que es la Iglesia y en el hecho de que la Iglesia no fue creada por sí misma. «Se trata de la cuestión: qué es la fe y cómo se llega a creer. Por una parte, la fe –explicó el Papa emérito– es un contacto profundamente personal con Dios, que me toca en mi tejido más íntimo y me pone frente al Dios viviente en absoluta inmediatez para que yo pueda hablarle, amarlo y entrar en comunión con Él. Pero al mismo tiempo, esta realidad completamente personal se relaciona inseparablemente con la comunidad: forma parte de la esencia de la fe introducirme en el ‘nosotros’ de los hijos de Dios, en la comunidad peregrinante de los hermanos y hermanas. La fe deriva de la escucha (“fides ex auditu”), nos enseña san Pablo. La escucha a su vez implica siempre una compañía. La fe no es un producto de la reflexión y tampoco es tratar de penetrar en las profundidades de mi ser. Ambas cosas pueden estar presentes, pero son insuficientes si la escucha, mediante la cual Dios, desde fuera, a partir de una historia que Él mismo creó, me interpela. Para que yo pueda creer necesito testigos que hayan encontrado a Dios y lo hagan accesible para mí».

«La Iglesia no fue hecha por sí misma –insiste Ratzinger–, fue creada por Dios y es continuamente formada por Él. Esto se expresa en los sacramentos, sobre todo en el del bautismo: yo entro a la Iglesia no con un acto burocrático, sino mediante el sacramento. Y esto equivale a decir que yo soy recibido en una comunidad que no fue originada por sí misma y que se proyecta más allá de sí misma. La pastoral que pretende formar la experiencia espiritual de los fieles debe proceder a partir de estos datos fundamentales. Es necesario que abandone la idea de una Iglesia que se produce a sí misma y debe resaltar que la Iglesia se convierte en una comunidad en la comunión con el cuerpo de Cristo. Debe introducir al encuentro con Jesucristo y llevar a Su presencia en el sacramento».

Respondiendo a otra pregunta, el Papa emérito habló sobre la centralidad de la misericordia. «El hombre de hoy tiene la sensación general de que Dios no puede dejar que la mayor parte de la humanidad caiga en la perdición. En este sentido, la preocupación por la salvación típica de un tiempo ha casi desaparecido. Sin embargo, en mi opinión, sigue existiendo, de otra manera, la percepción de que nosotros necesitamos la gracia y el perdón. Para mí es un ‘signo de los tiempos’ que la idea de la misericordia de Dios sea cada vez más central y dominante (empezando por sor Faustina, cuyas visiones reflejan de diferentes maneras la imagen de Dios propia del hombre de hoy y su deseo de la bondad divina)».

«Papa Juan Pablo II –continuó Ratzinger– estaba profundamente impregnado de este impulso, aunque no siempre surgiera explícitamente. Pero no es casual que su último libro, que salió a la luz inmediatamente antes de su muerte, hable sobre la misericordia de Dios. A partir de las experiencias en las que desde los primeros años de su vida constató toda la crueldad de los hombres, él afirma que la misericordia es la única verdadera y la última reacción eficaz contra la potencia del mal. Solo allí en donde hay misericordia acaba la crueldad, acaban el mal y la violencia».




«Papa Francisco –continuó Benedicto XVI citando a su sucesor– se encuentra completamente en sintonía con esta línea. Su práctica pastoral se expresa justamente en el hecho de que él nos habla continuamente de la misericordia de Dios. Es la misericordia lo que nos mueve hacia Dios, mientras que la justicia nos espanta. Según mi opinión, resaltar que bajo la capa de la seguridad de sí y de la propia justicia, el hombre de hoy esconde un profundo conocimiento de sus heridas y de su integridad ante Dios. Él está esperando la misericordia. No es casual que la parábola del Buen samaritano sea tan atractiva para los contemporáneos. Y no solo porque en ella se subraye fuertemente el elemento social de la existencia cristiana, ni solo porque en ella el samaritano, el hombre no religioso, frente a los representantes de la religión, se muestra, por decirlo así, como aquel que actúa de manera verdaderamente conforme a Dios, mientras que los representantes oficiales de la religión se rindieron, por decirlo así, inmunes en relación con Dios».


«Está claro que esto le gusta al hombre moderno –observó Benedicto XVI. Sin embargo, me parece también importante que los hombres en su intimidad esperen que el samaritano acuda para ayudarlos, que él se incline sobre ellos, derrame aceite sobre sus heridas, los cuide y los ponga al reparo. Ellos saben que necesitan la misericordia de Dios y su delicadeza. En la dureza del mundo de la técnica, en el que los sentimientos ya no cuentan nada, aumenta la esperanza de un amor salvífico que sea dado gratuitamente. Me parece que en el tema de la misericordia divina se expresa de manera nueva lo que significa la justificación de la fe. A partir de la misericordia de Dios, que todos buscan, es posible, incluso en el presente, interpretar desde el principio el núcleo fundamental de la doctrina de la justificación, y mostrarlo en toda su relevancia».


Fuente:
http://www.lastampa.it/2016/03/16/vaticaninsider/es/especial/jubileo-2015/benedicto-xvi-es-la-misericordia-lo-que-nos-mueve-hacia-dios-X1nBc2KHCBJ65tclu58iiP/pagina.html?utm_source=dlvr.it&utm_medium=facebook