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jueves, 30 de octubre de 2014

LA HUMANAE VITAE Y LA PASIÓN DE PABLO VI




Preámbulo



Mi recuerdo de Pablo VI, es el de una persona siempre seria, preocupada, tal vez angustiada... Fueron mis años de educación secundaria, bachillerato y universidad. Poco entendí de él en la secundaria. Más bien fue hacia el final del bachillerato cuando empecé a entender los temas religiosos, del Concilio Vaticano II, y el de la profecía malhtusiana, tema obligado en la formación pre y universitaria. La película de ciencia ficción Soylent Green de 1973, que en español fue nombrada como “Cuando el destino nos alcance” , proponía para el entonces lejanísimo 2022, un mundo apocalíptico, con una sobrepoblación exagerada. El alimento no era suficiente y se recurría a unas galletas verdes, que en la trama, Charlton Heston descubre que son elaboradas con los cadáveres de las personas que van falleciendo. Cuarenta años después de esta película sabemos que el mundo no es como nos lo aseguraron y que la profecía malthusiana –gracias al control de la natalidad implantado- opera pero al revés, es decir, los pueblos de Europa –principalmente- sufren una caída brutal en su tasa de natalidad que amenaza ya con desaparecer –en forma irreversible- a algunos de ellos.

Pero volvamos a los años anteriores al Concilio Vaticano II. Años de la “liberación femenina” incentivada con la aparición de novedosos anticonceptivos. Había ya sido descubierta una manera de practicar el sexo sin riesgo de embarazos: la “píldora” anticonceptiva oral, que empezó a ser comercializada por la farmacéutica Searle en 1961, aún sin conocer sus efectos secundarios.

En tanto en Roma, el papa Juan XXIII convocaba a un Concilio Ecuménico, que sería el Vaticano II, y que iniciaría el 11 de octubre de 1962. En el inter, moriría Juan XXIII el 3 de junio de 1963 y sería nombrado Pontífice Romano Pablo VI, el 21 de junio de 1963, reanudando el Concilio, mismo que concluiría el 8 de diciembre de 1965.

Para entonces la ONU y el Banco Mundial promovían entre sus miembros la planificación familiar y el control natal. Los países subdesarrollados si querían acceder a créditos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, tendrían que implantar las políticas establecidas por estos organismos. Entre ellas estaba incluir los métodos anticonceptivos en los centros de salud y los conceptos de planificación familiar en los programas de educación.

Para el revolucionario año de 1968, ya los jóvenes habíamos sido adoctrinados profusamente en la planificación familiar, para evitar los efectos apocalípticos de la profecía malthusiana, que conocíamos perfectamente. Solo había una manera de evitarlo: los métodos de control natal: preservativos y píldoras anticonceptivas y si ambos fallaban estaba la solución final: el aborto. Los postulados anteriores habían sido asimilados por el clero progresista y propuestos en el Concilio, pero la conclusión final había sido pospuesta para ser analizada y decidida por el papa Pablo VI.

El documento dónde el jefe de la Iglesia Católica dio a conocer su decisión fue nada menos que la Carta Encíclica Humanae Vitae del 25 de julio de 1968.


La increíble historia detrás de la Humanae Vitae y la pasión de Pablo V


Por Marta Jiménez

ROMA, 19 de octubre de 2014

El Padre Francesco di Felice, un sacerdote italiano que trabajó en la Secretaría de Estado del Vaticano durante el pontificado del Papa Pablo VI, relató la increíble historia detrás de la Humanae Vitae, la encíclica que en 1968 se convertiría en la más contestada de la historia de la Iglesia.

Para escribir la carta encíclica Humanae Vitae sobre la regulación de la natalidad, el Papa Pablo VI recogió el trabajo iniciado por San Juan XXIII quien creó la “Comisión para el estudio de problemas de población, familia y natalidad” para tener una mejor comprensión de la acción de los anticonceptivos, algo que en la época no era muy conocido.

La Comisión escribió un informe para el Papa Pablo VI –que se filtró a los medios– y que aumentó la presión sobre él. En esencia el informe se dividía en dos partes: la opinión de la mayoría que apoyaba la anticoncepción y su respuesta a la minoría; y la opinión de la minoría que sostenía que los anticonceptivos debían rechazarse de acuerdo a la enseñanza de la Iglesia.

En declaraciones a ACI Prensa, el Padre Di Felice explicó que “Pablo VI tomó estos dos documentos, el de la mayoría y el de la minoría, los llevó a su capilla privada y pasó toda la noche en oración, preguntándose ¿qué debo elegir para el bien de las almas?”

“Entonces, a la luz del alba, a las primeras luces, le vino como una iluminación, una decisión firme, como si le reconfortara el Espíritu Santo, y dijo. ‘¡Esto es lo que debo elegir!’. Y fue una gran elección, porque si nosotros admitíamos el uso de las píldoras que altera el misterio de la vida, el curso natural se alteraría y habría sido un desastre”.

De hecho, como consecuencia de la reacción contestaría que recibió el documento a nivel mundial, incluso de importantes teólogos, el Santo Padre no volvería a escribir una encíclica en los 10 años restantes de su pontificado que concluyó en 1978. En los cinco años anteriores había escrito 7 encíclicas.

Por todo esto, el entonces Secretario de Estado, el Cardenal Agostino Casaroli, diría luego, que “la mañana del 25 de julio de 1968 Pablo VI celebró la Misa del Espíritu Santo, pidió luz de lo Alto y firmó: firmó su firma más difícil, una de sus firmas más gloriosas. Firmó su propia pasión”.


Texto de la encíclica en español: http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/encyclicals/documents/hf_p-vi_enc_25071968_humanae-vitae_sp.html