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viernes, 2 de mayo de 2014

DE LO RADICAL A LO ACEPTABLE: ¿SE PUEDE LEGALIZAR CUALQUIER COSA, EL ABORTO, LA EUTANASIA, EL CANIBALISMO…?







En la actual sociedad de la tolerancia, que no tiene ideales fijos y, como resultado, tampoco una clara división entre el bien y el mal, existe una técnica que permite cambiar la actitud popular hacia conceptos considerados totalmente inaceptables, ¿conoces la ventana de Overton?


Esta técnica, llamada 'la ventana Overton' y que consiste en una secuencia concreta de acciones con el fin de conseguir el resultado deseado, "puede ser más eficaz que la carga nuclear como arma para destruir comunidades humanas", opina el columnista Evgueni Gorzhaltsán. 

En su artículo en el portal Adme (traducido al español por el portal RT), pone el ejemplo radical de cómo convertir en aceptable la idea de legalizar el canibalismo paso a paso, desde la fase en que se considera una acción repugnante e impensable, completamente ajena a la moral pública, hasta convertirse en una realidad aceptada por la conciencia de masas y la ley. Eso no se consigue mediante un lavado de cerebro directo, sino en técnicas más sofisticadas que son efectivas gracias a su aplicación coherente y sistemática sin que la sociedad se dé cuenta del proceso, cree Gorzhaltsán. Un proceso que se ha podido ver en fenómenos como el aborto, el matrimonio homosexual o la eutanasia.



Primera etapa: de lo impensable a lo radical


Obviamente, actualmente la cuestión de la legalización del canibalismo se encuentra en el nivel más bajo de aceptación en la 'ventana de posibilidades' de Overton, ya que la sociedad lo considera como un fenómeno absurdo e impensable, un tabú. 

Para cambiar esa percepción, se puede, amparándose en la libertad de expresión, trasladar la cuestión a la esfera científica, pues para los científicos normalmente no hay temas tabú. Por lo tanto, es posible celebrar, por ejemplo, un simposio etnológico sobre rituales exóticos de las tribus de la Polinesia y discutir la historia del tema de estudio y obtener declaraciones autorizadas sobre el canibalismo, garantizando así la transición de la actitud negativa e intransigente de la sociedad a una actitud más positiva. 

Simultáneamente, hay que crear algún grupo radical de caníbales, aunque exista solo en Internet, que seguramente será advertido y citado por numerosos medios de comunicación. Como resultado de la primera etapa de Overton, el tabú desaparece y el tema inaceptable empieza a discutirse. [1]



Segunda etapa: de lo radical a lo aceptable 


En esta etapa, hay que seguir citando a los científicos, argumentando que uno no puede blindarse a tener conocimientos sobre el canibalismo, ya que si alguna persona se niega a hablar de ello será considerado un hipócrita intolerante. 

Al condenar la intolerancia, también es necesario crear un eufemismo para el propio fenómeno para disociar la esencia de la cuestión de su denominación, separar la palabra de su significado. Así, el canibalismo se convierte en 'antropofagia', y posteriormente en 'antropofilia'. 

Paralelamente, se puede crear un precedente de referencia, histórico, mitológico, contemporáneo o simplemente inventado, pero lo más importante es que sea legitimado, para que pueda ser utilizado como prueba de que la antropofilia en principio puede ser legalizada. 


Tercera etapa: de lo aceptable a lo sensato 


Para esa etapa, es importante promover ideas como las siguientes: "el deseo de comer personas está genéticamente justificado", "a veces una persona tiene que recurrir a eso, si se dan circunstancias apremiantes" o "un hombre libre tiene el derecho de decidir qué come". 

Los adversarios reales a esos conceptos, es decir, la gente de a pie que no quiere ser indiferente al problema, intencionadamente se convierten para la opinión pública en enemigos radicales cuyo papel es representar la imagen de psicópatas enloquecidos, oponentes agresivos de la antropofilia que llaman a quemar vivos a los caníbales, junto con otros representantes de las minorías. 

Expertos y periodistas en esta etapa demuestran que durante la historia de la humanidad siempre hubo ocasiones en que las personas se comían unas a otras, y que eso era normal. 


Cuarta etapa: de lo sensato a lo popular


Los medios de comunicación, con la ayuda de personas conocidas y políticos, ya hablan abiertamente de la antropofilia. Este fenómeno empieza a aparecer en películas, letras de canciones populares y videos. En esta etapa, comienza a funcionar también la técnica que supone la promoción de las referencias a las personajes históricos destacados que practicaban la antropofilia. 

Para justificar a los partidarios de la legalización del fenómeno se puede recurrir a la humanización de los criminales mediante la creación de una imagen positiva de ellos diciendo, por ejemplo, que ellos son las víctimas, ya que la vida las obligó a practicar la antropofilia. 


Quinta etapa: de lo popular a lo político


Esta categoría supone ya empezar a preparar la legislación para legalizar el fenómeno. Los grupos de presión se consolidan en el poder y publican encuestas que supuestamente confirman un alto porcentaje de partidarios de la legalización del canibalismo en la sociedad. En la conciencia pública se establece un nuevo dogma: "La prohibición de comer personas está prohibida." 

Esta es una técnica típica del liberalismo que funciona debido a la tolerancia como pretexto para la proscripción de los tabúes. Durante la última etapa del 'movimiento de las ventanas' de Overton de lo popular a lo político, la sociedad ya ha sufrido una ruptura, pues las normas de la existencia humana se han alterado o han sido destruidas con la adopción de las nuevas leyes. 

Gorzhaltsán concluye que el concepto de las 'ventanas de posibilidades', inicialmente descrito por Joseph Overton, puede extrapolarse a cualquier fenómeno y es especialmente fácil de aplicar en una sociedad tolerante en la que la llamada libertad de expresión se ha convertido en la deshumanización y donde ante nuestros ojos se eliminan uno tras otro todos los límites que protegen a la sociedad del abismo de la autodestrucción.

Notas:

[1] Estos grupos de presión actualmente se conocen como colectivos o lobbys (nota del blogger)


Fuente: http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=29693&id_seccion=8

miércoles, 3 de octubre de 2012

¿TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR?




Probablemente, todos hemos recibido esta respuesta especialmente de nuestros abuelos, padres o de gente de cierta edad; cuando al referirse a la situación espiritual, moral, social o de costumbres, se compara el momento actual con “sus tiempos”.

Y así nos encontramos con que, “antes”, la gente era creyente, bien educada, responsable, y bueno, ¡hasta puntual!; y ahora es todo lo contrario. Inmediatamente se pasa a la posible causa: “es que se han perdido los valores”, se afirma. Entonces cabría preguntarse, ¿a dónde se han ido? ¿qué ha sido de ellos?

¿Acaso un concepto tan intangible como son los valores, puede perderse? ¿Acaso no es el mundo de los valores como el mundo del conocimiento científico y tecnológico, un proceso continuo de acumulación y superación?

La respuesta aunque nos parezca rara, es que no ocurre así en el mundo de los valores. “Ante todo hemos de constatar que un progreso acumulativo sólo es posible en lo material. Aquí en el conocimiento progresivo de las estructuras de la materia, y en relación con los inventos cada día más avanzados, hay claramente una continuidad del progreso hacia un dominio cada vez mayor de la naturaleza. En cambio en el ámbito de la conciencia ética y de la decisión moral, no existe una posibilidad similar de incremento, por el simple hecho de que la libertad del ser humano es siempre nueva y tiene que tomar siempre de nuevo sus decisiones. No están nunca ya tomadas para nosotros por otros, en este caso, en efecto, ya no seríamos libres”.[1]

¿Cabría entonces suponer que si otras generaciones hicieron su tarea en la cuestión de infundir valores, ello, no habrá solucionado la responsabilidad de la nuestra, que también tendrá que hacer lo suyo, y la de nuestro hijos a su vez también, y por consiguiente la de nuestro nietos, y así, sucesivamente? 

Estamos frente a una cuestión vital de autodeterminación, ya que “La libertad presupone que en las decisiones fundamentales cada hombre, cada generación, tenga un nuevo inicio. Es verdad que las nuevas generaciones pueden construir a partir de los conocimientos y experiencias de quienes les han precedido, así como aprovecharse del tesoro moral de toda la humanidad. Pero también pueden rechazarlo, ya que éste no puede tener la misma evidencia que los inventos materiales. El tesoro moral de la humanidad no está disponible como están en cambio los instrumentos que se usan; existe como invitación a la libertad y como posibilidad para ella. Pero esto significa que:

  • a) El recto estado de las cosas humanas, el bienestar moral del mundo, nunca puede garantizarse solamente a través de estructuras, por muy válidas que éstas sean. Dichas estructuras no sólo son importantes, sino necesarias; sin embargo, no pueden ni deben dejar al margen la libertad del hombre. Incluso las mejores estructuras funcionan únicamente cuando en una comunidad existen unas convicciones vivas capaces de motivar a los hombres para una adhesión libre al ordenamiento comunitario. La libertad necesita una convicción; una convicción no existe por sí misma, sino que ha de ser conquistada comunitariamente siempre de nuevo.
  • b) Puesto que el hombre sigue siendo siempre libre y su libertad es también siempre frágil, nunca existirá en este mundo el reino del bien definitivamente consolidado. Quien promete el mundo mejor que duraría irrevocablemente para siempre, hace una falsa promesa, pues ignora la libertad humana. La libertad debe ser conquistada para el bien una y otra vez. La libre adhesión al bien nunca existe simplemente por sí misma. Si hubiera estructuras que establecieran de manera definitiva una determinada –buena- condición del mundo, se negaría la libertad del hombre, y por eso, a fin de cuentas, en modo alguno serían estructuras buenas”. [2]
“Una consecuencia de lo dicho es que la búsqueda, siempre nueva y fatigosa, de rectos ordenamientos para las realidades humanas es una tarea de cada generación; nunca es una tarea que se pueda dar simplemente por concluida. No obstante, cada generación tiene que ofrecer también su propia aportación para establecer ordenamientos convincentes de libertad y de bien, que ayuden a la generación sucesiva, como orientación al recto uso de la libertad humana y den también así, siempre dentro de los límites humanos, una cierta garantía también para el futuro. Con otras palabras: las buenas estructuras ayudan, pero por sí solas no bastan”. [3]


Hacia un renacimiento moral


Habiendo analizado que el problema de la existencia de valores es generacional ¿acaso no podríamos pensar en un resurgimiento moral que iniciara en nuestra generación y continuará en la de nuestros hijos?

Renacimiento que sacará a nuestra Patria de la postración en que se encuentra, sumida en la depresión y el pesimismo, en el “estado fallido“, que vaticinan periodistas y líderes de opinión sensacionalistas.
Basta con estar plenamente convencidos de que es posible, tener la fe, la convicción y el entusiasmo, para transmitirlo a otros.

Aunque bien se que muchos de ustedes luchan desde hace años por este ideal, es necesario, darle nuevos bríos y agregar a más compatriotas. Y empezar no mañana, o pasado mañana, sino hoy mismo...


Jorge Pérez Uribe

Notas:
[1] Carta encíclica Spe Salvi, Benedicto XVI, 2007, párrafo 24
[2] Ibíd., párrafo 24
[3] Ibíd., párrafo 25